Extranjeros en la Benemérita: «Si volviera a nacer, sería guardia»

Sagrario Ortega / EFE MADRID

ASTURIAS

Guardia Civil

Un agente nacido en Oslo y destinado en Candás relata el origen de su vocación

10 dic 2017 . Actualizado a las 13:30 h.

Más de 1.100 agentes de la Guardia Civil han nacido en el extranjero, como Karim, un marroquí que con 17 años llegó a España a estudiar arquitectura, pero en el tercer año de carrera descubrió su verdadera vocación. Hoy afirma tajante: «Si volviera a nacer, sería guardia civil».

Con 6 años llegó desde Zhenjiang, su ciudad natal, Li, el único guardia chino de la Benemérita y que ya en junio de 2005 se convertió en el centro de atención de la 110 promoción de guardias y cabos que terminó en esa fecha el curso en la academia de la Guardia Civil de Baeza (Jaén). No era el único extranjero nacionalizado español -la nacionalidad española es uno de los requisitos para entrar en el cuerpo-, porque Li tuvo compañeros de promoción de origen alemán, argentino, austríaco, francés, inglés o marroquí. Un año más que Li tenía Erik Lemos Hoffen cuando su padre, de origen gallego, decidió volver a España desde Noruega, donde nació este guardia destinado en Asturias, hermano de un policía nacional que ejerce en Baleares e hijo de una nórdica que «claudicó» y dejó su país para vivir en Galicia. Los tres han hablado con Efe de su trayectoria en la Guardia Civil, un cuerpo al que «le da igual dónde hayas nacido», en palabras de Karim, un sargento destinado en la Policía Judicial del instituto armado en Extremadura.

Erik

Erik llegó a Galicia desde Oslo con 7 años. Sin relación familiar con las fuerzas de seguridad y un expediente académico de bachillerato no muy satisfactorio, decidió prepararse para guardia civil, animado por un compañero de la carpintería en la que trabajaban. Un año antes, su hermano se examinaba para policía. Se tomó muy en serio su objetivo, entrenó duro, le echó horas al gimnasio, hincó los codos para competir con otros 37.000 aspirantes. «Tenía muy claro que debía aprobar», relata a Efe. Y en 1994, con 26 años, ingresó en el cuerpo. Su primer destino fue Mugardos (A Coruña) y después San Bartolomé de Tirajana, en el centro de la isla de Gran Canaria.

A Erik le gustaría un destino en Galicia, pero está contento en Candás (Asturias), según reconoce, como reconoce también que envidia algunas cosas de su país de nacimiento, como el sentimiento nacionalista «bien enfocado» y el respeto a la bandera. Por eso, a Erik le duele que en España se haya identificado la enseña nacional con una determinada ideología. Y sobre todo le gustaría que se acortara el camino que aún falta para que en España seamos más cívicos y hagamos uso de esa filosofía que le trasmitió su madre: «Lo que no te guste que te hagan, no lo hagas tu».

Karim

Karim, que nació en la provincia marroquí de Kinatra, llegó a Sevilla para estudiar Arquitectura, pero cuando estaba ya en el tercer curso se replanteó su futuro y descubrió que su vocación verdadera era ser guardia civil. A este sargento le llamaba mucho la atención la disciplina de los agentes, su corrección, el trabajo que realizaban... «No intenté las dos cosas, entrar en la Policía o en la Guardia Civil, como hacen muchos, porque tenía claro lo que quería».

Muy acostumbrado a estudiar y con los manuales que le prestó un amigo, que a su vez fue quien le animó a presentarse a las pruebas, Karim se preparó a conciencia y con 28 años entró en el cuerpo. Tras varios destinos, se presentó para suboficial, se especializó en Policía Judicial, ascendió a sargento y fue destinado a un centro de cooperación policial en el extranjero. Dominar español, árabe, francés e inglés le facilitó su tarea en esa etapa. De hecho, su origen le ha beneficiado en el trabajo, cuenta Karim después de resaltar que pudo opositar como uno más y que fue recibido en la Guardia Civil «con los brazos abiertos», porque en este cuerpo, «muy moderno y que se ha adaptado a todos los tiempos», «no se mira de dónde vienes». «Mientras seas profesional, eres guardia civil», apostilla.

No se olvida Karim de expresar su apoyo a los compañeros que han sufrido acoso en la crisis de Cataluña, pero tampoco quiere pasar por alto la histórica reivindicación, ahora más de actualidad, de equiparar los sueldos de guardias y policías nacionales a los de los cuerpos autonómicos. Es decir, un salario «digno» porque «es de justicia».

Li

A Li, por su parte, también le parece bien que se exija esa equiparación. Optimista, este guardia chino cree que el Gobierno «cuando pueda, lo hará» y ve justo que se cobre en función de la responsabilidad y la peligrosidad del trabajo. Él, que en esta etapa realiza un trabajo más burocrático, está contento «con lo que cobro y hago», pero entiende que «otros compañeros que pasan más penurias» deberían ser gratificados.

Li llegó con 6 años con su familia a Madrid en 1987, al barrio de Villaverde Alto, donde sus padres abrieron un restaurante. «Muy pro español desde pequeño» y «volcado en la cultura española» -«Me siento totalmente español», dice- se alistó en el Ejército con la intención de hacer carrera allí. Pero los atentados del 11M le dieron una vuelta a su vocación. Creyó que en la Guardia Civil sería más útil, que tendría la posibilidad de ayudar más al ciudadano que desde un cuartel del Ejército y con 22 años decidió optar a la Benemérita.

Su primer destino fue Torredembarra (Tarragona), donde sintió la hostilidad de algunos, relata Li, que califica de «desgracia» lo que han tenido que vivir los agentes con la crisis catalana. Después le destinaron a Riaza (Segovia). «Lo que sé de la Guardia Civil, lo aprendí de los guardias veteranos de allí: la honradez, el sacrificio...», asevera Li, ahora en un puesto más cómodo de labores de seguridad en edificios públicos. A la vista de los viandantes, todavía muchos se sorprenden de ver rasgos asiáticos bajo un tricornio.