Asturias da poco margen a la producción de huevos de pitas ecológicas

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Gallinas al aire libre en la finca de Boal de PitaSana
Gallinas al aire libre en la finca de Boal de PitaSana

La producción ecológica se centra en cuatro granjas, aunque tampoco hay muchas más en suelo, jaula o camperas por lo complicado que resulta ponerlas en marcha. Entre todas, más las de casa, suman apenas 160.000 gallinas cuando en otras regiones se cuentan por millones.

26 feb 2018 . Actualizado a las 11:21 h.

Noelia García tiene en Armal, en Boal, una de las cuatro únicas granjas de huevos ecológicos que existen en Asturias. Tampoco es que haya muchas más granjas de los otros sistemas de producción. Los últimos datos del Ministerio de Agricultura, que son de 2016, dicen que el censo de gallinas ponedoras en Asturias, que incluye a las de autoconsumo, es de 156.645. De ellas, al menos 98.000 son criadas por los sistemas de jaula y suelo. En el País Vasco se crían así más de un millón de gallinas. Al igual que en Galicia. En Castilla-León, donde la producción de huevos tiene un gran arraigo, hay siete millones de gallinas de suelo y jaula.

«Antes sí había cultura de granjas de gallinas en Asturias. Hace 50 años había granjas pequeñas con todo tipo de animales, gallinas incluidas», dice García, que indica que ya hace tiempo un vecino del pueblo le explicó que todas esas granjas que había entonces fueron cesando su actividad y quedando para autoconsumo cuando irrumpieron en el mercado «los huevos blancos de gallinas enjauladas de Holanda». El Gobierno francés anunciaba hace poco precisamente que, a partir de 2022, se prohibirá la venta de huevos frescos criados por gallinas enjauladas. 

Cadenas que ya han anunciado que en 2020 no venderán huevos de jaulas

Cada huevo que se vende en el mercado lleva un código encabezado por un número que indica el tipo de cría. El 0 es el de la producción ecológica, el 1 de la campera, el 2 de la de suelo y el 3 de las gallinas enjauladas. En Francia quieren prohibir estos últimos en favor de los huevos procedentes de criaderos al aire libre porque se consideran más saludables para los animales y para quienes lo comen. «Hay cadenas de distribución que ya han anunciado que en 2020 quieren dejar de vender huevos de jaula. La tendencia es esa, que vayan desapareciendo. Es el paso intermedio para el siguiente, que será prohibir las jaulas», considera Carlos Nuño, director técnico del Consejo de Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias (COPAE). 

En Asturias, además de las cuatro granjas ecológicas, existen otras tantas de producción campera y una media docena de cría en suelo y jaula. Al menos 58.000 pitas asturianas se engloban en el sistema campero, el autoconsumo y la producción ecológica. En 2016, las gallinas ecológicas eran solo 2.429. En España eran más de 300.000. «Las cifras de autoconsumo serán estimaciones, pero lo que está claro es que el número de gallinas de producción ecológica es un reflejo de lo que hay en Asturias, en donde no existe esa tradición de granjas de huevos como en otras regiones», indica Nuño. «No es fácil conseguir poner en marcha una granja de gallinas en Asturias y da igual que sea ecológica u de otro tipo», añade, resumiendo las conclusiones de unas jornadas recientes en las que así se quedaba de manifiesto.

«Es mucha burocracia. Para entregar un papel tienes que conseguir antes otros ocho»

¿Por qué? Noelia García dice que tiene unos conocidos que llevan cuatro años intentándolo. «Montar una granja de gallinas es un follón de la leche, mucho papeleo, burocracia, no hay ayudas… No es nada fácil. Es una gran inversión y la gente, en general, no quiere trabajar en el campo. Son muy pocos los que se lo plantean. Lo complicado es el dinero: cuando pides un crédito o una subvención te ponen muchas trabas. Para entregar un papel tienes que conseguir antes otros ocho papeles», pone como ejemplo de la burocracia que paraliza a quienes se atreven a volver al campo cuando debería ser todo lo contrario. 

«Además, en Asturias no hay mucha conciencia de granjas de huevos porque se tienen gallinas en casa y, aparte, con el tema ecológico están cerrando muchas tiendas», añade García, que defiende a ultranza en cualquier foro que «hay que dignificar el trabajo en el campo y explicar el valor añadido que tiene a través de campañas institucionales para que la gente sepa valorarlo». Ella abrió su granja, que comercializa los huevos ecológicos como PitaSana, en 2013 y recientemente hizo una ampliación para que fuera viable. «A los dos años del ciclo de vida las gallinas no ponen. El mercado no entiende cuando mudan y, por ello, tuvimos que solapar las producciones», explica. 

«La demanda está completa con las granjas que existen»

Así, ahora son un millar de gallinas criadas en unas tres hectáreas de terreno con cultivos ecológicos para darles de comer. «No queremos crecer, sino mantenernos y tener una granja de calidad», dice. Los huevos de PitaSana se distribuyen en comercios de proximidad, sobre todo en la zona central de Asturias. «El mercado específico está completo. Quizá poco a poco habrá más gente que vaya incorporando los huevos ecológicos en sus tiendas, pero la demanda está cubierta con las granjas que existen. No existe una demanda demasiado grande, en las ciudades y para de contar. Nada que ver con Alemania, Francia u otros países europeos en los que la producción ecológica tiene un consumo mucho mayor», dice.

No pasa por alto que, en el caso de los huevos ecológicos, existe cierta confusión entre algunos consumidores. «La gente que tiene huevos de casa piensa que ya son ecológicos cuando les estás dando pienso de camperas. Y por ello mi trabajo también es abrir conciencia. Ahora se utilizan mucho los términos eco o bio y eso también crea confusión…», considera. En su granja organiza visitas guiadas de centros escolares para fomentar una conciencia necesaria para que el campo asturiano al menos resista. «En Galicia hace ya muchos años que se valora el producto local porque es la única forma de salvar al mundo rural», asegura. 

«Media docena de huevos cuesta lo mismo que tomarte una cocacola. Es cuestión de prioridades»

También, como productora ecológica, tiene que hacer frente a otros obstáculos como el hecho de que los precios son más caros. «Es una cuestión de prioridades. Tienes media docena de huevos ecológicos por dos euros que es lo mismo que te cuesta tomar en cualquier lado una cocacola. Es cuestión de principios y de estar informado», dice. «Antes pagaban más por un huevo ecológico que ahora y cuando llegaron los huevos blancos se tiraron los precios», recuerda, en todo caso.

Otro obstáculo es cierto poso de desconfianza entre algunos consumidores. «Cuando empecé me contaron que había unas paisanas que vendían en el mercado huevos que compraban en un supermercado, que manchaban con caca, como si fueran de gallinas al aire libre. Eso hace que la gente siga desconfiando cuando lo que habría que hacer es crear conciencia de tener confianza en los productores. No desconfiar gratuitamente», lamenta.

«La distribución en Asturias está en pañales»

Y la distribución, que en Asturias siempre es un tema recurrente: «Está completamente en pañales, pero estamos intentando juntarnos varios productores ecológicos para pagar a un distribuidor para la zona centro». Es un ejemplo de los intentos que los productores asturianos están llevando a cabo para ser viables llegando a los puntos de venta que sí están interesados en los productos ecológicos, cuyo consumo en España ha subido un 14% en el último año. 

En el caso de las granjas de gallinas, además, la balanza tiene visos de acabar inclinándose por la producción ecológica. «Si en la campera la rentabilidad es de cinco o seis euros por gallina al final del ciclo, en ecológico es de nueve o diez euros», apunta Carlos Nuño, que explica que la superficie necesaria para uno y otro sistema es prácticamente similar: los gallineros al aire libre tienen que disponer como mínimo de cuatro metros cuadrados por gallina en ambos sistemas mientras que, en las zonas cubiertas, la normativa exige a la campera como máximo nueve gallinas por metro cuadrado que, en la producción ecológica, pasan a ser seis gallinas.