Una asturiana denuncia el secuestro de sus dos bebés en Alemania

Susana D. Machargo

ASTURIAS

Miriam Ruiz
Miriam Ruiz

Miriam Ruiz acusa a su marido, que es el padre biológico de los niños nacidos por gestación subrogada, de llevarse a los menores 15 días antes de que ella pudiera formalizar la adopción

22 mar 2018 . Actualizado a las 15:23 h.

Miriam Ruiz toma aire antes de empezar a contar el drama que está atravesando. No es de extrañar. Va a denunciar una tragedia personal complicada por la legislación de los tres países que están implicados. Miriam Ruiz es una ovetense que trabaja en la ciudad de Ulm, en Alemania, casada con otro ovetense, José Zapata, desde junio de 2016, junto al que decidió tener dos hijos por gestación subrogada en Ucrania, ya que su condición de transexual no le permite gestarlos. Los gemelos nacieron en el mes de mayo de 2017 y tras tres meses de gestiones burocráticas, salieron de Ucrania y regresaron a su casa de Ulm. Únicamente restaba que ella formalizase la adopción de los niños, ya que la legislación española sólo reconoce la paternidad de José, que también es padre biológico de los bebés. El 30 de noviembre, apenas 12 días antes de que se celebrase la vista de adopción, Zapata se esfumó con ellos. Desde entonces, nada ha sabido. Tanto su todavía marido como su familia ha cortado todo tipo de relación con ella y se niegan a darles explicaciones.

Esta ovetense denuncia un secuestro internacional parental que todavía no es tal, porque España no la reconoce como madre. Tampoco ha encontrado respaldo legal en Alemania, ya que los dos implicados son españoles. Miriam Ruiz, asesorada por sus abogados, ha iniciado dos líneas de actuación en paralelo. Aunque no sea la madre legal de Aiden y Skye, que es como se llaman los gemelos, ha presentado en Oviedo la denuncia por secuestro parental. Además, continúa con el proceso legal de adopción. Lo curioso es que en Ucrania sí es la madre de los niños. En la partida de nacimiento así consta. En ese documento, la madre gestante es solo es eso, la gestante.

«No hay dolor más grande para una madre que que te roben a tus hijos. El objetivo de todo esto solo es saber dónde están mis hijos, saber que se encuentran bien y que me los devuelvan. La justicia española tiene que reconocerlos como míos y encontrarlos», argumenta con la voz entrecortada. Lo peor de su caso es que la policía no tiene por qué estar buscando a los bebés, ya que legalmente no es su madre. «Era nuestro proyecto vital. Los dos queríamos ser padres. Si yo hubiera intentado ser madre sola no nos hubiéramos ido a Ucrania, donde legalmente tienen que presentarse un matrimonio para que acepten el proceso de gestación subrogada», explica.

Nunca sospechó nada

Trata de remontarse al principio para conseguir hacer comprensibles todos los cabos de su compleja historia. A su marido lo conoce desde siempre. Ella es una ovetense que estudió industriales en Gijón. Los vaivenes de su profesión la han obligado a desplazarse por toda España y ha terminado instalándose en Alemania, un país en el que ya había estado de Erasmus, para trabajar en una multinacional del motor que la está apoyando en todo este proceso. En junio de 2016 se casó con José Zapata, su pareja desde hacía tiempo, y juntos iniciaron el proceso de gestación subrogada en Ucrania. Los únicos ingresos de la familia eran los de Miriam Ruiz, ya que su marido no tiene un trabajo estable ni ingresos regulares. Ella, según relata, fue la que se hizo cargo de todos los gastos, desde el proceso sanitario, los seguros, la alimentación,... 

Los bebés nacieron en mayo de 2017. El matrimonio pasó en Ucrania los tres meses necesarios para completar el proceso y regresaron en agosto a Alemania. El último paso era que Miriam adoptase a los bebés, porque así lo obliga la legislación española. Su marido no tenía necesidad de hacerlo. Lo reconoce automáticamente como padre biológico ya que el aportó el material genético para la fecundación in vitro. Los trámites tenían que hacerse en España y no en Alemania porque ellos son españoles. Así que aprovecharon una visita a Oviedo, para presentar a los bebés a las dos familias, para acudir al notario y lanzar los trámites. Él hizo la declaración jurada necesaria para autorizar la adopción de mutuo acuerdo por las dos partes. Tras estas vacaciones regresaron a Ulm. La fecha para la vista de adopción se fijó para el 12 de diciembre.  

Miriam Ruiz escruta ahora paso a paso todos los recuerdos de esos meses. Entonces no notó nada raro. Sabiendo lo que ha sucedido, comienza a revisar sus percepciones. Una amiga del matrimonio, de origen mexicano pero asentada en Madrid, los visitó durante los tres meses que pasaron en Ucrania y volvió a visitarles a finales de agosto, ya de vuelta en su domicilio. Esa amiga estaba atravesando un momento delicado, así que se ofrecieron a contratarla como au pair. Su amiga podría trabajar con los papeles en regla en Alemania, su marido tendría ayuda para cuidar a los niños y soportar el dolor de espalda que comenzó a sufrir y ella podría compaginar el teletrabajo con el trabajo presencial con más soltura. Parecía que todos iban a salir ganado. La amiga estaba ya a finales de noviembre en su casa. Su marido aprovechó su llegada para irse a Madrid a consultar con un médico sus problemas de salud. Miriam insiste en que no observó nada extraño.

Una extraña avería

El 30 de noviembre, ya con los tres en casa, tenía pensado trabajar desde casa. Pero una avería en el rúter la obligó a cambiar de planes sobre la marcha. Se tuvo que ir a la empresa. Cuando al final de la jornada regresó, ya no quedaba rastro de ninguno de los cuatro. Esta asturiana asegura que fue difícil entender lo que estaba pasando. Su marido nunca le ha vuelto a coger el teléfono ni a ella ni a su familia. Tampoco esa amiga mexicana que les iba a ayudar en el cuidado de los gemelos. No sabe dónde están, aunque calcula que en Madrid y no en Oviedo, ya que la ciudad es lo bastante pequeña para haberse enterado si hubiesen regresado al Principado.

Tardó poco en salir de su asombro. El 1 de diciembre, su marido, se presentó en la notaría de Oviedo en la que habían iniciado los trámites de adopción y retiró el poder notarial que autorizaba a un abogado a realizar las gestiones necesarias. Según Miriam Ruiz, a continuación volvió a desaparecer. El 12 de diciembre, ella se presentó en la vista oral fijada para completar los trámites de adopción confiando en que él también aparecería. No fue así. Nadie compareció de la otra parte. No obstante, ya se había comenzado a cubrir las espaldas. Ella presentó una denuncia ante la Policía en Alemania y un hermano suyo hizo lo propio en la comisaría de Oviedo, el día 2 de diciembre, por la tarde.

Esta madre, que solo es capaz de sonreír cuando cuenta la conexión que existe entre sus dos hijos y las caricias se hacían los niños con solo seis meses, ha peleado desde el primer momento. Asegura ahora que su router fue saboteado. Se lo confirmaron los policías alemanes que fueron a su casa. Comienza a vislumbrar también el papel fundamental que en esta historia ha tenido su amiga, con la que tampoco es capaz de contactar. Sin ir muy lejos, para que dos bebés de pocos meses viajen en avión es necesario que dos adultos los acompañen. Las compañías no permiten que vayan con un único adulto. Si su marido estaba en la notaría de Oviedo al día siguiente de su desaparición, las piezas parecen encajar con facilidad.

Nada en su contra

La adopción no será -eso parece evidente- de mutuo acuerdo. Así que Miriam Ruiz pretende poner toda la documentación sobre la mesa para que los tribunales reconozcan que es la madre de Aiden y Skye. Ya se ha celebrado al menos una vista oral en los juzgados de Oviedo. Ella estuvo representada por su abogado. Su marido compareció. Los argumentos que allí se vertieron la han desmontado aún más. «Alegan que no soy una buena madre, que maltrataba a los bebés, que no los alimentaba bien,... Es mentira. Tengo todos los informes de los pediatras que lo pueden demostrar», insiste. No obstante, teme que esa sea la dolorosa línea jurídica que tienen pensado montar contra ella.

Está dispuesta a soportarlo todo para poder volver a abrazar a sus hijos. Reclama no sólo sus derechos como madre sino los de ellos como niños. Habla de sus derechos a tener una madre, de ser parte de una familia. No ha salido hasta ahora en los medios porque ha tratado de arreglar la situación de manera dialogada, entre dos adultos que todavía son matrimonio -no tiene constancia de que él haya presentado una demanda de divorcio-. Pero la falta de respuesta de la otra parte, la ha empujado a cambiar de estrategia. Confía en que la sociedad asturiana se ponga de su parte y también las instituciones públicas y los colectivos de mujeres.