El presidente y la mayor parte de su gabinete afrontan el último año de su carrera política con tareas clave pendientes desde hace dos legislaturas. Dolores Carcedo parece destinada a seguir

Domingo, 26 de mayo de 2019. Esa fecha ya está marcada en rojo en el calendario y reservada para las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas, un combo de tres en uno que en Asturias marcará una nueva era política. A un año vista de los comicios, el presidente del Principado, Javier Fernández, tras vivir los momentos más difíciles de su carrera política, comienza su particular retirada a Yuste, como Carlos V, el rey guerrero, hizo hace ya casi cinco siglos al monasterio extremeño. Con Fernández, la mayor parte de su gobierno, sin posibilidades de seguir (salvo sonadas excepciones). Esa sensación de despedida comienza a vislumbrarse sobre el papel, con una agenda de actos oficiales corta y un Boletín Oficial del Principado (BOPA) revestido por anuncios municipales y extrautonómicos. Sin embargo, quedan sobre el tablero de juego asuntos trascendentes. La Ley de Transparencia o el nuevo modelo de gestión del 0 a 3 años son temas enquistados, que colean incluso desde la anterior legislatura, que despiertan gran interés social y que podrían ayudar a cerrar el mandato con un buen sabor de boca y no con el regusto amargo de un repliegue.

Javier Fernández no se encuentra cómodo en un PSOE dividido entre la vieja guardia que le es fiel y el núcleo emergente de nuevos líderes que encarnan Pedro Sánchez, Adriana Lastra y Adrián Barbón. Como tampoco lo estaba el emperador Carlos V, incapaz de reconciliar a los príncipes protestantes alemanes con los que seguían fieles a Roma. Quedan 12 meses por delante de Gobierno, suficientes para dejar un buen legado, pero demasiado largos si solo se deja pasar el tiempo. No parece esa la intención. El presidente del Principado ya ha dicho en varias ocasiones que va a gobernar hasta el último día. Una vez que abandonó la gestora del PSOE y se volcó en la política regional su agenda se ha intensificado. 

Javier Fernández, en una intervención en el parlamento
Javier Fernández, en una intervención en el parlamento

El gabinete

El equipo con el que encara Javier Fernández este último año en la política en activo no es el mismo con el que inició el mandato. Dos dimisiones han obligado a hacer las dos únicas reformas puntuales que acometió. Fernando Lastra, el político curtido en la fontanería parlamentaria, tras más de dos décadas en la Junta General, muchos de ellos como portavoz, sustituyó a Belén Fernández al frente de la Consejería de Infraestructuras y Medio Ambiente. Lo único que hizo Fernández en este relevo fue darle más poder a Lastra, al unificar en su gabinete unas competencias ambientales que colgaban de otro departamento del de Desarrollo Rural. El otro relevo, anterior en el tiempo, fue el de Francisco Blanco por Isaac Pola en Empleo, Industria y Turismo. Fue una transición natural, ya que Pola ya era director general. El componente político de esta crisis lo puso el propio Francisco Blanco, que llevaba tiempo aislado dentro del Consejo de Gobierno y distanciado del propio presidente. Fue el único consejero que se dejó ver en mítines de Pedro Sánchez y que no apoyó abiertamente a Susana Díaz, en la batalla por la secretaría general. La versión oficial de su marcha es que quería volver a dar clases en la Universidad. Un año después de aquel movimiento su nombre suena entre los que Adrián Barbón podría rescatar, según fuentes consultadas por La Voz.

Lastra junto con Guillermo Martínez son dos consejeros que merecen un capítulo aparte. Ambos sonaron como posibles candidatos del sector crítico en Asturias, es decir, el sector afín a Javier Fernández y que no encaja con Pedro Sánchez. Ninguno se atrevió a dar el salto. Lastra lleva solo un año en Infraestructuras. Siempre ha sido un hombre de partido, un parlamentario bregado, pero nunca había aspirado a una consejería. Muchos vieron en este nombramiento y en esa acumulación de más competencias, un posible intento de lanzarlo a la batalla por la Secretaría General de la Federación Socialista Asturiana (FSA). De hecho, ha tenido una proyección pública muy superior a la de su predecesora, con una agenda mucho más intensa y con actos públicos constantes. Ha intentado dar un impulso al Área Central Asturiana, con varias reuniones con los alcaldes, aunque parece que la crisis del grado de Deportes entre Mieres y Gijón ha frenado, nuevamente, este plan. Lastra lleva en política desde 1983, cuando fue nombrado concejal en Cangas del Narcea. Cuando termine la legislatura habrá cumplido  61 años.

Guillermo Martínez tampoco dio, finalmente, el paso. Pero los críticos, sabedores de sus escasas opciones, prefirieron no moverse. Fuentes consultadas por La Voz explican que era el sucesor mejor visto por una parte de la vieja guardia de UGT. Era un aspirante con una cara moderada, aunque algunos lo definen más bien como gris. Ha sido el portavoz del Gobierno pero no ha llegado a adquirir el protagonismo al que parecía destinado. Su experiencia laboral ha estado ligada siempre al partido. Sus primeros cargos llegaron de la mano de Antonio Trevín, en la Secretaría de la Delegación del Gobierno y en el Consejo de Comunidades. Después fue director de Juventud, alcalde de Siero en un breve periodo de tiempo -Foro le apartó con una moción de censura solo un año después de su nombramiento- y, finalmente, consejero.

Acercamientos

Hay otro nombre propio relevante dentro del Consejo de Gobierno: Dolores Carcedo. La consejera de Hacienda parece predestinada a seguir. Está llamada a tener protagonismo si Adrián Barbón, el secretario general de la FSA y candidato, gana las elecciones. Están conectados por varias vías. Ambos son de Laviana y se conocen desde hace años. Además, Carcedo está considerada una buena gestora, con una gran capacidad de trabajo y que cuenta con el reconocimiento incluso de la oposición. Fue una de las que llevó el peso de la negociación en el verano de 2015 para la firma de acuerdo que permitiera a Javier Fernández formar gobierno. Por si estas no fueran credenciales suficientes, ha sido la primera en intentar cerrar heridas tras la elección de Pedro Sánchez. Aunque no ocultó su apoyo a Susana Díaz, una vez perdida la batalla interna, se volcó en seguir trabajando y estuvo presente en el mitin en el que Sánchez señaló a Barbón como candidato. Fue a finales de marzo de 2018, hace justo dos meses.

En ese acto también estuvieron otros dos compañeros del gabinete: Pilar Varela y Francisco del Busto. Este último es considerado por algunos el pacificador de la sanidad asturiana, después de dos predecesores muy contestados: José Ramón Quirós y, sobre todo, Faustino Blanco. El actual consejero de Sanidad, un médico con una larga experiencia en gestión, es considerado un hombre dialogante. Fuentes sindicales reconocen que el ambiente ha cambiado por completo. Quedan temas por solventar, como la acuciante falta de especialistas, pero el ambiente es bueno y parece haber intención de entenderse. Sus mayores cuentas pendientes son, además, heredadas. Del Busto llegará a la edad de jubilación justo con el final de legislatura. Pilar Varela, por su parte, ha lidiado con temas peliagudos en este mandato. Las reclamaciones de deuda a los descendientes de los fallecidos en los establecimientos residenciales del ERA ha sido una crisis grave, que ha absorbido muchas horas de su gestión. En la actualidad, ya están devolviendo esas cantidades cobradas de más. La reforma del área el Menor o el Salario Social tampoco han escapado del debate y la crítica. Varela tiene una larga trayectoria profesional ligada al PSOE. En la política municipal como consejera de Hacienda y alcaldesa de Avilés y después ya en el salto al escenario regional.

Ni Genaro Alonso ni María Jesús Álvarez o Isaac Pola han aparecido en actos políticos del partido. El primero, catedrático de instituto e inspector desde octubre desde 1994, fue un fichaje vinculado al asturianismo, ya que es académico de la llingua desde 1990. Sin embargo, no está teniendo un papel destacado en el actual debate por la cooficialidad. Isaac Pola es funcionario. El consejero de Empleo e Industria ha ocupado diversos cargos en las administraciones socialistas vinculadas a su formación como ingeniero de Minas. Por su parte, María Jesús Álvarez terminará la legislatura con una cartera de competencias mermada en beneficio de Infraestructuras. La titular de Desarrollo Rural y Recursos Naturales comenzó su trayectoria política en el municipalismo. Fue elegida concejala de Pravia en 1991 y desde entonces ha encadenado todo tipo de cargos, desde responsable de Cultura en su concejo a presidenta de la Junta General del Principado.