Los seis ríos más limpios de Asturias

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

«Para la riqueza fluvial que tiene Asturias, la lista de reservas naturales fluviales debería ampliarse mucho más», sostienen en Ecologistas en Acción

25 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Asturias tiene seis reservas naturales fluviales, que es la figura de protección que se creó en 2005 en la Ley de Aguas para preservar, sin alteraciones y pensando en el futuro, aquellos tramos de ríos con escasa o nula intervención humana. Son el tramo medio del río Agüeira, que recorre los concejos de Santa Eulalia de Oscos, San Martín de Oscos y Pesoz; la cabecera del río Ponga, en el concejo del mismo nombre; el río Porcía, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Cantábrico pasando por Castropol, Tapia de Casariego y El Franci; la cabecera del río Cibea y el arroyo de la Serratina, en Cangas del Narcea; el nacimiento del río Naviego, también en Cangas del Narcea, y las cabeceras de los ríos Somiedo y Saliencia. Las seis reservas, que fueron declaradas como tal en 2015, suman unos 150 kilómetros de río y suponen más de la mitad de todas las que existen en la demarcación hidrográfica del cantábrico occidental.

No obstante, podrían ser muchos más kilómetros de ríos asturianos los que tuvieran esta protección, puesto que esos 150 kilómetros -que es la misma longitud del río Nalón- no representa ni un 10% del total que existen en el Principado. «Para la realidad fluvial que tiene Asturias es una declaración bastante escasa. Además, hay que tener en cuenta que, afortunadamente, en la demarcación del cantábrico occidental el 80% de las masas de agua están en buen estado y eso es algo que no ocurre en el resto de España. En Asturias, hay muchos ríos que tienen un buen estado ecológico y esa muestra debería aumentarse», considera Raúl Urquiaga, del área de Agua de Ecologistas en Acción, que ayer ofrecía una conferencia en Gijón sobre las reservas naturales fluviales y que hoy impartirá un taller en Oviedo para informar sobre las reservas y su régimen de protección al que asistirán guardias fluviales, agentes forestales del Principado y miembros del Seprona de la Guardia Civil.

Las primeras reservas datan de 2015

Urquiaga, en este sentido, explica que, aunque la figura de reserva natural fluvial se creó en 2005 a propuesta de Ecologistas en Acción, no fue hasta 2015 cuando se declararon las primeras reservas en toda España. «En 2014 iniciamos una campaña para identificar nuevas reservas naturales en algunas cuencas que apenas se habían estudiado y conseguimos, con nuestra presión y la de otros colectivos así como la buena voluntad que había en ese momento en el Ministerio de Medio Ambiente, que se aprobaran las primeras», recuerda. Hoy, en todo el territorio español, hay declaradas 189 reservas naturales fluviales que abarcan más de 3.000 kilómetros de ríos. 

«Con esta figura, se busca la protección de aquellos ríos que están muy bien conservados, que tienen un grado de naturalidad muy alta y unas características hidromorfológicas singulares e importantes», indica, sin obviar que una cosa es lo que dice la ley y otra la realidad. «La ley dice que todos los ríos tienen que estar protegidos y en buen estado desde 2015, pero cualquiera que vea un río se dará cuenta de que no se está cumpliendo y, con las reservas naturales fluviales, se garantiza al menos que en el futuro se puedan conservar los que se encuentren en mejores condiciones». 

Aguas más puras en el entorno de la cordillera cantábrica

De la labor de identificar las reservas naturales fluviales en 2015 se encargaron las diferentes demarcaciones hidrográficas, «algunas con muchas deficiencias en nuestra opinión, aunque en Asturias las cosas no están del todo mal», dice Urquiaga, citando en todo caso el refrán que dice que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. «Para la riqueza fluvial que tiene Asturias, teniendo en cuenta el buen estado y el hecho de que existen zonas que realmente están muy poco alteradas como las más próximas a la cordillera cantábrica, esta lista de ríos protegidos debería haberse ampliado mucho más», insiste, explicando que en Ecologistas en Acción se considera que todas las demarcaciones hidrográficas deberían iniciar trabajos que identificaran más ríos que merezcan estar protegidos como reservas naturales fluviales.

De Asturias, aún así, destaca la importancia de que la propuesta incluyera dos ríos, el Agüeira y el Porcía, que pertenecen a dos tipologías que no están declaradas como reservas naturales en ningún otro lugar de España. Así, el Agüeira es un ejemplo atípico de los ríos cantábricos, semicosteros y sin apenas desnivel, que, cuanto más cerca están de la costa, más degradados se encuentran y, al menos en ese tramo protegido, no es el caso ni mucho menos. El río Porcía, por su parte, es un río completamente costero, que nace en la impresionante cascada del Cioyo y desemboca en la playa de Porcía, en El Franco. «Para ser un río costero tiene sus presiones de las poblaciones que se van encontrando pero todavía tiene un grado de naturalidad muy alto y además es importante porque, aunque se encuentre esas presiones, obliga a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico Occidental a que establezca medidas para mantener o aumentar el buen estado ecológico de este río», valora Urquiaga.

Reticencia de las administraciones

¿Por qué no se identifican nuevas reservas naturales fluviales si existen ríos que están bien conservados para merecer esa protección? «Existe cierto miedo por parte de las administraciones públicas por el hecho de que, cuando se declara una reserva natural fluvial, implica que no puede llevarse a cabo ninguna actividad que genere un riesgo de deterioro de las condiciones naturales y existen muchos intereses puestos en el agua. Si la administraciones públicas se ponen a declarar reservas naturales fluviales, podría ser que en el futuro proyectos urbanísticos, industriales o construcciones de presas no pudieran realizarse y ahí es donde vemos la mayor reticencia, pero esto es más acusado en otras demarcaciones hidrográficas», explica. 

Precisamente uno de los motivos Ecologistas en Acción ha iniciado el ciclo de talleres al que pertenece el que se imparte hoy en Oviedo es que «nos hemos dado cuenta de que en otras zonas en las que hemos actuado los agentes de la autoridad no sabían que el río en el que estaban trabajando era una reserva natural fluvial y es un déficit importante». Pese a que consideran que ese trabajo de información y formación debería haber partido de la propia administración, lo cierto es que no está siendo así. «Está muy bien que se hayan declarado las reservas naturales fluviales pero ahora mismo corremos el riesgo de que esta figura se quede en el papel si las administraciones, tanto las confederaciones como el Ministerio de Medio Ambiente, no se ponen manos a la obra para generar medidas de gestión eficaces». Y ello, teniendo en cuenta que son los equipos de guardería fluvial de las confederaciones hidrográficas quienes se encargan de vigilar las reservas naturales, debería suponer también que se generasen mecanismos de información y formación «tanto a los cuerpos como a las poblaciones locales de las reservas, porque corremos el peligro de que esto no sirva para nada».