Una visita al Parque Nacional de Picos de Europa permite, además, disfrutar de los conocidos lagos de Covadonga
20 mar 2019 . Actualizado a las 11:27 h.Entre las muchas características que hacen de Asturias un verdadero Paraíso Natural, destacan las cumbres más altas de la cordillera Cantábrica: los Picos de Europa, cuyo Parque Nacional se encuentra enclavado entre las provincias de Asturias, León y Cantabria. De su parte asturiana se benefician tanto residentes como foráneos, que pueden deslumbrarse con su esplendor desde distintos territorios, ya que su vasta extensión comprende parte de los concejos de Amieva, Cabrales, Cangas de Onís, Onís, Peñamellera Alta y Peñamellera Baja.
Y es que se trata de la mayor formación de caliza de la Europa Atlántica. Sus formaciones han sido protagonistas de importantes procesos cársticos y la erosión glaciar es una de las características más destacables de los lagos. En el Parque habitan más de 100 especies de aves, entre las que destacan el pito negro y el urogallo, y entre las grandes rapaces el buitre leonado y el águila real. Pero más allá del paisaje, en las entrañas del parque descansan siglos de historia en los valles, en las iglesias, en las cabañas de los puertos, en sus caminos.
Los tres macizos principales de esta espectacular formación de la naturaleza son el central, el oriental y el occidental. En el central se eleva el Naranjo de Bulnes, también conocido como picu Urriellu. Sus 2.519 metros de sinuosa orografía no han impedido el asentamiento, siendo conocido el famoso pueblo de Bulnes. Al este destaca el macizo Oriental, el Andara, cuya cima más alta se la lleva la Morra de Lechugales con 2.400 metros de altura. El más occidental de los tres macizos es el de los picos del Cornión, cercano al Real Sitio de Covadonga, destino de peregrinación de miles de personas al año.
De hecho, la propia cueva es ejemplo de la huella que del proceso cárstico que ha hecho de Picos una estampa inigualable. Entre las cumbres del macizo occidental también destaca La Peña Santa de Castilla, con 2.596 metros. En su camino es posible apreciar las vistas desde el mirador de Ordiales, cuya panorámica impresionará hasta a los más escépticos.
Los lagos de Covadonga
Quien visite Asturias y no acuda a Covadonga se perderá una parte esencial de la región. Estando dentro del Parque Nacional de Picos de Europa acercarse es obligatorio. Sus lagos son resultado de la explosión de la naturaleza, pues se mimetizan con el entorno con virtuosismo.
El lago Enol es el primero y más grande de estas lagunas glaciares. Está a una altitud de unos 1.000 metros, en un ambiente de media montaña muy atractivo para animarse a practicar algo de senderismo. Sus aguas, de color verde esmeralda, varían de tono en función de la estación del año, siendo más oscuras en verano que en invierno. Lo más importante de este lago descansa en la profundidad de sus aguas, donde descansa la virgen de Covadonga, que vela por las vidas de sus tocayas. Todos los 8 de septiembre es elevada para sacarla en procesión.
El lago Ercina es más pequeño. Se distancia de su compañero por el mirador de la Picota de Enol, a unos 600 metros de distancia. Su apacibilidad lo convierte en un lugar perfecto para improvisar un picnic mientras se disfruta de una estampa inolvidable. Tanto que hasta las vacas pastan con tranquilidad a su vera. El color de sus aguas también varía. Según cómo le influyan la luz y la vegetación acuática son capaces de mutar de verde claro a oscuro, e incluso presentar tonos amarillentos, azulados y hasta rojizos.
Es importante destacar la influencia de la mina Buferra en la delimitación del lago, ya que en uno de sus extremos se construyó un dique para embalsar las aguas que se perdían por el sumidero. Como consecuencia, se duplicó su longitud primitiva.
La imagen que se quedará grabada en los visitantes conseguirá, sin duda, llevarse un recuerdo sublime de lo que significa y protege Asturias: su naturaleza.
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