Permisos por nacimiento: ¿deberían los padres tener también 16 semanas?

Gladys Vázquez Raúl Álvarez

ASTURIAS

PACO RODRÍGUEZ

Con la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno, revive esta veterana reivindicación: que los padres y las madres tengan derecho a las mismas semanas para cuidar de sus hijos. Unos permisos que serían intransferibles

11 jun 2018 . Actualizado a las 17:57 h.

16 semanas para ellas y cuatro -cinco, si salen adelante los Presupuestos- para ellos. Así quedaría repartido el tiempo que se pueden tomar padres y madres al tener descendencia. Pero, ¿es este un reparto justo? Con la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno, Podemos ha aprovechado para relanzar el debate al pedirle al nuevo presidente que iguale los permisos de paternidad y maternidad. Es decir, que ambos tengan 16 semanas y que esos días sean personales, remunerados e intransferibles. Once años les ha costado a los progenitores conseguir pequeñas conquistas en esto del cuidado de los hijos. Y es que hasta 2007 ni siquiera existía ese permiso para ellos. Hasta 2016 fue de 13 días y en 2017 pasó a cuatro semanas. La ampliación es el próximo objetivo para muchas organizaciones en Asturias.

Que se iguale este tiempo dedicado a los hijos tras el nacimiento es la gran batalla de PPiiNA, la Plataforma de Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción. Reclaman una reforma legislativa que establezca que esas 16 semanas sean para ambos progenitores. Es decir, de igual duración, intransferibles y pagadas al cien por cien. Y van más allá: no podrían disfrutarse a la vez. «Nos interesa tener la oportunidad real de que los padres cuiden. El permiso tendría una parte simultánea para ambos, dos semanas. A partir de ahí, las dos partes tendrían 14 semanas más, que no serían simultáneas», explica Virginia Carrera, coportavoz de PPiiNA. Este colectivo lleva trabajando en la materia desde hace casi trece años. Se mueven en todos los espacios, entre ellos el político, y ya han mantenido conversaciones con el equipo de Pedro Sánchez. «Un gobierno como el socialista, con un claro objetivo de cumplir los objetivos del 8M, tendrá que aprobar la equiparación de los permisos», apuntan desde un grupo formado por decenas de entidades y particulares, en el que hay hombres y mujeres. «Somos un movimiento feminista mixto». Precisamente de la mano de este colectivo marcha la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género. «Insistimos en que sean intransferibles. Si no lo son, estaríamos en la misma situación que ahora. Las mujeres seguirían asumiendo su baja, porque así lo mandan los roles tradicionales, y los hombres se incorporarían al trabajo cuando terminase su tiempo obligatorio, a las cuatro o cinco semanas», apunta Santiago Moreno, responsable de paternidad. «Si los permisos son iguales, mujeres y hombres se comprometerán del mismo modo en la crianza. También defendemos que la baja de los padres no tenga que ser simultánea con la de la madre. Es decir, que ellas puedan terminar sus semanas y empezar después la del padre. Se facilitarían así los tiempos de crianza», explica.

Intransferible y transformador

Ahora mismo, el permiso de maternidad establece que las seis primeras semanas son intransferibles y obligatorias para ellas y que las diez siguientes se pueden compartir. Algo que apenas sucede. «Cuando se habla de este tema, siempre hay que hacer matices. No llegan al 2% aquellos que usan algo de esas 10 semanas que se pueden compartir. Pero sí es cierto que el 80% de los padres cumplen con su permiso intransferible, las cuatro semanas». Así lo explica Carmen Castro, economista e investigadora en la materia. «Cuando se aprobó en 2007 la ley y se instaura el permiso de paternidad intransferible y bien remunerado, el 70% de los hombres usó ese tiempo. No hubo necesidad de generar un cambio de cultura. La propia medida actuó en el comportamiento. Por eso, los permisos iguales e intransferibles serían transformadores». Carmen Castro ha centrado su tesis en el estudio de los permisos de nacimiento en Europa y mantiene que este tipo de medidas cambian la sociedad. «En otros países he visto que el cuidado infantil es la vía de entrada de los hombres a la asunción de responsabilidades, también en el cuidado de personas adultas. Un permiso de maternidad mayor que el de paternidad traslada que la responsabilidad del cuidado recae siempre en la mujer. Eso sí, tienen que ser intransferibles y bien remunerados. En Islandia hay tres meses para ambos y otros tres de libre disposición. ¿Qué sucede? Que ellos usan solo su parte. El tiempo que se puede compartir se interpreta como una prolongación del permiso de maternidad», sentencia.

En el ámbito jurídico, la presidenta de Abogadas para la Igualdad, Elena Ocejo, recién nombrada directora del Centro Asesor de la Mujer de Langreo, considera factible el establecimiento de un periodo en el que ambos progenitores puedan disfrutar a la vez de sus permisos, seguido de otro en que cada uno de ellos, por turnos, sigan con ese tiempo disponible para la crianza. «Es bueno para el cuidado, para que se cree un vínculo más fuerte del bebé con la madre y con el padre. Y para que este no se vea relegado y se implique. Si fuera obligatorio hacerlo así, estaríamos mejor en igualdad, porque se acabaría con la excusa de no contratar a mujeres por temor a las ausencias por la maternidad. Pero me parece que estamos lejos de ello. Hemos retrocedido en derechos en los últimos años», señala. Considera que una normativa de ese tipo chocaría con la penuria de recursos económicos de las administraciones para financiarla y con la falta de receptividad de las empresas donde debería aplicarse.

Aunque la aplicación inmediata sea dificultosa, Ocejo cree que la aspiración de mejorar los permisos siempre debe estar en mente. Abogadas para la Igualdad trabaja especialmente para combatir la violencia de género y, a su juicio, ese tipo de medidas son las que ayudan a cambiar las mentalidades desde la base y a evitar las situaciones desesperadas más adelante. «Si los permisos son para la mujer, eso contribuye a alejar a los hombres de la casa y a inculcarles la idea de que se van a profesiones más importantes, superiores. Tenemos pendiente la asignatura de dar valor a los cuidados, ya se trate de los niños, de personas mayores o de dependientes. A las empresas tendrían que interesarles las personas que dedican tiempo a esas tareas. Si una mujer lleva una casa, sabe gestionar. Y los cuidados desarrollan cualidades muy trasladables al ámbito laboral, como la empatía o la paciencia», explica.

El peso de la precariedad

Para los sindicatos, tampoco hay debate posible. En palabras de Ana Rodríguez, responsable del área de Igualdad de Comisiones Obreras de Asturias, «sin una equiparación plena de unos permisos obligatorios e intransferibles, ni hay conciliación familiar ni hay igualdad». A su juicio, el marco actual penaliza a las mujeres y, llegado cierto momento, les obliga a elegir entre su carrera profesional y la condición de cuidadoras, entre desarrollar su talento y los estereotipos que la sociedad aún cuelga del género. Rodríguez, además, exige a los políticos y a las empresas que no se pierdan en la retórica. «Queremos hechos en vez de promesas vagas, que se haga una labor en favor de la clase trabajadora», pide. Porque lo que las centrales se encuentran en el mundo real es que, por mucha legislación que se impulse, a menudo los empleados, sean hombres o mujeres, se ven inmersos en un marco laboral que coarta el ejercicio de sus derechos. «Con la enorme precariedad en el empleo que tenemos, muchos hombres no se atreven a agotar sus permisos. Lo mismo que muchas mujeres. Recordemos que no todo el mundo se ve en la situación de poder pedir el cumplimiento pleno de lo que tienen reconocido», apunta. Las mujeres, en todo caso, se llevan la peor parte. «No se trata solo de estas 16 semanas. Es toda una vida de diferencias que acaban llevando la brecha de género también a las pensiones», recuerda.

UGT también apoya sin reservas la equiparación y la extensión de los permisos. En ausencia de su responsable de Igualdad en Asturias, que se encontraba fuera de España para asistir a un congreso en el momento de elaborar esta información, el secretario general de su ejecutiva autonómica, Javier Fernández Lanero, indica que la iniciativa sería «muy eficaz contra la brecha salarial, la desigualdad de género y la imposibilidad de tener hijos a la que se enfrentan algunas trabajadoras». Lanero, además, hace hincapié en las trabas que la propia Administración pone al funcionamiento de la legislación actual. Hacienda aún no ha tomado nota de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que declara la retribución de los permisos exenta de los descuentos a cuenta del IRPF que la Agencia Tributaria les viene aplicando. «Debería reclamarse su devolución de inmediato», afirma.

Desde el punto de vista sanitario, la Asociación Profesional de Matronas de Asturias (Apromap) también considera excesivamente cortos los permisos de maternidad contemplados en la legislación actual. «La Organización Mundial de la Salud recomienda seis meses de lactancia materna exclusiva. Eso ya es incompatible con un permiso que solo cubre 16 semanas, es decir, menos de cuatro meses. Porque, con los horarios en España, no es posible volver al trabajo y estar a disposición del bebé para las tomas. Y prolongar el permiso de paternidad también vendría bien. Hay mucho trabajo para una sola persona, y ya no digamos para quien no dispone de una red familiar de ayuda», considera su presidenta, Salomé Álvarez. España se encuentra atrasada con relación a otros países de la Unión Europea donde los plazos son más largos. «No pedimos nada raro», asegura.

Prolongar los permisos, además, sería positivo para permitir un desarrollo mejor de los bebés y el fortalecimiento de los vínculos con sus padres. Dejar pronto a los hijos, además, tiene secuelas psicológicas para las mujeres. «La separación genera una ansiedad muy grande a las madres. Hablamos de depresiones posparto, pero es que les exigimos condiciones de supermujeres. Quienes carecen de red familiar, tiene que dejar a sus hijos con gente extraña y sin dejar de lidiar con otros problemas laborales o de salud», expone. Una ayuda sería la extensión de una red de guarderías públicas con mayor capacidad y gratuita. «La que tenemos es limitada y no está alcance de todas las economías», añade. Mejorar los permisos es un problema que se plantea poco pero necesita una buena solución.