Así es el verano de «La Banda que Manda»

Claudia Granda REDACCION

ASTURIAS

Los ocho miembros del Grupo Tekila durante una de sus actuaciones
Los ocho miembros del Grupo Tekila durante una de sus actuaciones

Dani Parrondo explica cómo es una jornada estival del Grupo Tekila, una de las orquestas con mayor reputación de Asturias

30 jul 2018 . Actualizado a las 11:47 h.

Si hay algo que destaca en los veranos asturianos son las fiestas de prao. Esas verbenas en las que da igual el tiempo que haga, porque siempre habrá gente en ellas. Las fiestas de los pueblos eran, y siguen siendo, uno de los eventos más esperados del año por muchos de los asturianos, sobre todo para aquellos que emigran durante la época estival de la ciudad al pueblín para disfrutar de esos dos o tres días de verbena. Los grandes protagonistas de esas infinitas noches de júbilo y bullicio son, sin duda, las orquestas. Desde dúos hasta grandes producciones. Testigos de la evolución de una verbena desde su inicio hasta su final, a través de las infinitas horas de música en directo que ofrecen.

Si hablamos de orquestas asturianas, sin duda el Grupo Tekila es una de las más importantes del panorama musical de la región. ¿Su secreto? Su intensidad, sus ganas de crecer y su constante innovación. «Para continuar seguir siendo una de las grandes de Asturias cada año hay que intentar invertir en estructura, iluminación y sonido. Además de crear nuevos bailes, cosas que sorprendan. En este mundo cada año tienes que ir a más, como te duermas estás perdido», explica Dani Parrondo, vocalista de la banda. 

Parrondo comenzó su carrera encima de los escenarios a los 19 años recién cumplidos y ya lleva siete temporadas en Grupo Tekila. La banda, que este año cumple 14, está compuesta por tres vocalistas y cinco músicos, además de cuatro montadores, un técnico de sonido y un técnico de luces. El grupo ha sido apodado «La banda que manda», debido a la energía y buen rollo que transmiten en el escenario. «Salimos y a la segunda canción ya estamos sudando la camiseta», añade el vocalista. Esta actitud se debe a su amor por lo que hacen, además de a infinitas horas de intenso trabajo.

La media de actuaciones que el grupo realiza a lo largo del verano se sitúa entres las 170 y 180. Esto supone que prácticamente no tengan más de dos días de descanso al mes. El horario de trabajo de una orquesta es indeterminado. A pesar de que su trabajo visible dure dos pases a lo largo de una noche de verbena, las horas invertidas detrás de cada actuación son muchas más. «Los camiones llegan al lugar de la fiesta hacia tres o cuatro de la tarde con los dos camiones, uno para el escenario y otro para las pantallas y las mesas de luces y sonido», explica Parrondo. Los técnicos son los primeros en llegar y los últimos en irse del lugar. Su trabajo se complica cuando el terreno por el que se tienen que mover es tierra. «El otro día consiguieron salir del sitio a las dos y media de la tarde. Y de ahí, sin descanso, a la siguiente actuación», explica.

La banda llega aproximadamente cuatro horas después, cuando todo está preparado. Se colocan los instrumentos, se afinan y se prueban para comprobar que todo funciona correctamente y, después, se ensaya y se realizan las pruebas de sonido. «Normalmente hacemos dos pases, el primero de dos horas y el segundo de una. El primero siempre es más largo porque mucha gente se va al descanso, así disfrutan más», explica el vocalista. El repertorio de una orquesta es uno de los elementos más importantes, además de la actitud sobre el escenario. Actual, animado y para todos los públicos. Las canciones que interpreta el Grupo Tekila van desde el pasodoble hasta el reggaetón. «El repertorio lo seleccionan nuestros jefes, pero nosotros también aportamos ideas. Por ejemplo si durante el verano comienza a sonar mucho una canción, como Lo Malo este verano, lo incluimos en el repertorio y tratamos de ensayarlo durante las pruebas de sonido», cuenta Parrondo. A pesar de que la música actual es la que más triunfa en las verbenas, debido a la edad media de los que acuden a ellas, la canción que más asegura que triunfa es su especial versión de La Santina. «Empezamos cantándola en tonada y después hacemos una transición hacia la cumbia. Les encanta», asegura el cantante.

Las pausas entre pases son momentos de descanso pero también de reunión con sus seguidores. Cada vez son más los seguidores de la banda, que acuden a todos las actuaciones, ya sean dentro o fuera de Asturias. «Incluso llevan puestas camisetas de Tekila», añade Parrondo. Se hacen fotografías, reciben regalos e incluso les llevan la cena o algún que otro dulce. «Al final tus seguidores son como tu familia, pasas más tiempo con ellos que con la tuya propia». Para este vocalista poder conocer a toda esa gente es lo mejor de su trabajo. «Que la gente te coja cariño es genial. Para los niños para la gente mayor eres como un ídolo», asegura. «Sin darte cuenta ayudas a mucha gente que pasa por algún problema y que viene a verte y se divierte. Les reconforta». 

No es antes de las cinco de la mañana cuando la banda puede coger su furgoneta rumbo a casa. Para la banda y, sobre todo, para los cantantes, el descanso entre actuaciones es primordial. «En mi caso hasta que tenga que arrancar hacia la próxima fiesta no salgo de casa, intento hablar lo menos posible y dormir todo lo que pueda, que es lo más importante», explica. El final del verano es un momento de descanso, pero no de parón definitivo. Durante el resto del año realizan entre 10 y 12 actuaciones al mes en carpas cerradas, discotecas y salas de baile. 

En 2016 el grupo sacó su primer disco, La Banda que Manda, y en agosto de este año saldrá a la luz el segundo. Que, adelantan, tendrá sorpresas. «Tenemos el privilegio de contar con la colaboración de Rodrigo Tapari, ex vocalista del grupo Ráfagaque intepretará con nosotros dos canciones del CD», explica Dani Parrondo para quien este cantante argentino es uno de sus mayores ídolos. «Este trabajo me ha dado la oportunidad de cantar con gente a la que admiro. Desde los seis años tenía claro a qué me quería dedicar y para mí todo esto es un sueño».