Hay que tener suerte incluso para tener la mala suerte de caer enfermo y ser ingresado en un hospital: una idea que puede que pasase por la cabeza de más de uno de los pacientes o sus acompañantes y visitantes el pasado martes mientras degustaba un menú muy alejado del denostado concepto de 'comida de hospital'. Fue el día en el que el Hospital de Cabueñes, flamante Medalla de Plata del Principado, se marcó un detalle y decidió celebrar una fecha redonda -la de su 50 cumpleaños- peparando para todos ellos y para el personal de la casa un menú muy especial. Ensalada de bonito escabechado, carrillera con puré de patata y encurtidos, y tarta de queso con lascas de parmesano y frutos rojos, o bien crema de garbanzos acompañada de ensalada o macedonia de fruta con salsa de naranja. La chef Esther Manzano que, una de las referencias de la cocina asturiana del momento, puso el talento de toda una Estrella Michelín en ese menú especial que hizo más llevadero el ingreso, el cuidado del enfermo o el trabajo del personal sanitario.
Pero todos sabemos que los cumpleaños pasan pronto y la realidad vuelve con su menús de todos los días; y en estos de agosto, el menú en Cabueñes es siempre el mismo, como bien saben usuarios y profesionales. La población flotante de la ciudad aumenta a causa del turismo pero el personal sanitario no crece, ni mucho menos, en la misma proporción. Servicios como el de Urgencias atraviesan un agosto que nada tiene que ver con el relajo veraniego que se tolera en otros trabajos: profesionales casi desbordados y largas esperas que hacen aún peor el trago de acudir al hospital. Pero también, para acabar de complicar la situación, bolsas de sustituciones vacías para cubrir cualquier baja o incidencia. Alguien bromeaba ayer con un posible incentivo para que los facultativos se animen: menú con Estrella Michelín todos los días.