El contrabandista millonario usó bancos de Valença y Oporto para lavar su fortuna

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

ASTURIAS

M.MORALEJO

Aduanas señala a una gestoría de Monforte y un fiduciario suizo como cerebros del fraude

15 feb 2019 . Actualizado a las 11:20 h.

José Casanova Pérez, su pareja sentimental, Natalia Iglesias, socios y testaferros se desplazaban a Valença do Miño y Oporto para blanquear dinero en dos oficinas bancarias con la misma naturalidad que otros gallegos cruzan la raia para comprar toallas. Y todo ello con la connivencia crucial de ciertos empleados de ambas sucursales. Así lo concluye la investigación de Vigilancia Aduanera en Galicia de la Agencia Tributaria, bautizada Zebra, al acusar a este hombre de 80 años de acumular, derivado del contrabando de tabaco y del tráfico de coca y heroína, una fortuna de 10 millones de euros atomizada en 14 sociedades, 24 personas investigadas, medio millón de euros en metálico, joyas y más de 30 cuentas repartidas en bancos de España, Suiza, Macao, Andorra, Bahamas y Portugal.

Las oficinas lusas resultarían especialmente importantes para la organización por las cuentas offshore que tenían asociadas. En la de Valença, concretamente, Casanova Pérez y sus compinches disponían de una cuenta vinculada a otra en Macao, siendo ambas gestionadas desde la misma oficina de Valença. El resto era cosa de un empleado luso que se limitaba a cumplir las órdenes de ingresos y transferencias de fondos entre ambas cuentas. De ese modo se intentarían ocultar en Macao los fondos procedentes de la actividad ilícita, figurando en Portugal que el capital depositado en Valença se habría transferido a Macao, pero ostentando la plena disposición de los mismos fondos mediante la referida cuenta offshore interpuesta.

Funchal, Madeira

Idéntica y compleja operativa se seguía en la sucursal de Oporto, donde los principales investigados (José Casanova y Natalia Iglesias) ostentaban la titularidad de una cuenta asociada a otra offshore en una entidad de Funchal (Madeira). Desde ambas cuentas, sostiene Aduanas, se producían movimientos de fondos a otras en Andorra. En la misma oficina de Oporto se utilizó la conocida como técnica del smurfing para nutrir de dinero la cuenta en el momento de abrirla, de modo que la entrada de dinero en efectivo se fraccionaba en ingresos consecutivos de 12.000 euros, hasta sumar un total de 112.000, a fin de eludir la obligación de declarar el origen de ese capital, fijado actualmente en Portugal para ingresos en metálico superiores a 15.000 euros. Por último, los empleados de la entidad recibían el efectivo, que era depositado en cajas de seguridad y posteriormente ingresado fraccionadamente mediante cuentas internas o cheques bancarios.

El rompecabezas patrimonial, societario y bancario de José Casanova no se entiende sin la ayuda de avezados asesores financieros conocedores del opaco mundo de los paraísos fiscales. La tesis de Vigilancia Aduanera también tiene respuestas para esta parte de la trama, encontrándose todas ellas a caballo entre Monforte, Madrid y Suiza. Un triángulo que empieza en la capital de Lemos con la complicidad de una gestoría con dilatada experiencia en la constitución de sociedades en territorios de nula fiscalidad y contactos desde 1980 con un fiduciario suizo con sucursal en Madrid y relacionado con diferentes bancos andorranos. La misma gestoría, en colaboración con el fiduciario suizo, está acusada de crear sociedades en Bahamas y Luxemburgo para traer a España los fondos ilícitos remansados en cuentas bancarias abiertas en entidades suizas bajo la titularidad de dichas sociedades.

Especialmente singular es el caso de la luxemburguesa, creada en 1998 con dos sociedades de Reino Unido como socias, que operaba en España con un NIF falso y disponía de otra cuenta en la que se recibían las transferencias procedentes del exterior, que se justificaban como préstamos, ostentando poderes el fiduciario suizo y un empleado de la gestoría de Monforte. Desde la misma cuenta de la sociedad instrumental de Luxemburgo en España se distribuían los fondos a las demás sociedades de la estructura creadas para ese fin y en las que los implicados eran familiares de José Casanova, no figurando así este asturiano de nacimiento y lucense de adopción en ningún registro público que esté bajo la lupa de la Agencia Tributaria.

El desenlace

Vigilancia Aduanera sostiene que los fondos de origen ilícito almacenados en Suiza se introducían en España mediante la técnica del autopréstamo, siendo en realidad la prestamista y la prestataria sociedades bajo el control y titularidad real del principal acusado, José Casanova. La última fase del blanqueo consistía en destinar tales fondos a la adquisición de diversos inmuebles y terrenos, así como a ampliaciones de capital de las sociedades domiciliadas en España.

Entre las distintas inversiones brilla con luz propia, a ojos de los investigadores que tardaron varios años en llegar al fondo de semejan entramado millonario, la compraventa en 1999 de una gasolinera y un gasocentro de Ourense simulando préstamos de la citada sociedad de Luxemburgo a la española adquiriente por más de 600.000 euros. Estas propiedades fueron posteriormente vendidas por un precio en escritura pública de 857.000 euros. El importe de la compraventa fue ingresado en una entidad bancaria en Monforte y pretendía ser transferido a una cuenta bancaria en Andorra hasta que llegó el veto de Aduanas.

Pero las deudas pendientes de José Casanova con la Justicia lucense se remontan en el tiempo. Además de esta causa, tutelada por el Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo, Casanova se estrenó en la Audiencia Provincial lucense el 4 de junio de 1984 con una condena por un delito de contrabando de Marlboro y Winston con destino León. De hecho, en esta ciudad, un año después (enero de 1985), se cometió el asesinato del industrial Bautista Gómez, tiroteado en su coche parado frente a un semáforo. Según parece, el fallecido acaba de llegar de Oviedo de cerrar la compra de tabaco de contrabando valorado, según trascendió entonces, en más de 100 millones de pesetas de la época. Casanova Pérez nunca fue acusado del asesinato, pero sí de ser el proveedor de tabaco con el que el fallecido habría cerrado un trato en la capital ovetense pocas horas antes de fallecer.

Parte del dinero regresaba a España con compraventas entre sociedades a nombre de la trama