La espada de Damocles de Alcoa: «El despido nos deja a la deriva»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Alberto Álvarez Álvarez, trabajador de Alcoa
Alberto Álvarez Álvarez, trabajador de Alcoa

Trabajadores de la factoría avilesina explican que el anuncio de cierre les cogió «por sorpresa» porque, pese a que sentían incertidumbre desde 2014, el escenario de producción y la carga de trabajo en la actualidad era buena

23 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

De unos años a esta parte, los trabajadores de Alcoa sentían la amenazante espada de Damocles del despido sobre ellos, sobre todo cuando llegaba la hora de las subastas eléctricas de ininterrumpibilidad. Casi ninguno de los trabajadores de la factoría avilesina ha podido recuperarse del «susto» que supuso en 2014 recibir la carta de despido tras plantear la empresa un ERE de extinción para toda la plantilla pero, hoy por hoy, en vista del escenario de producción y que la carga de trabajo era buena, no se esperaban el anuncio que la multinacional realizaba la pasada semana, un anuncio que rompía los esquemas y desbarajustaba cualquier plan de futuro a corto, medio o largo plazo tanto a la plantilla propia de Alcoa como a los empleados de contratas o empresas auxiliares, dejando a unos y a otros la sensación de que quedan «a la deriva» si no se revierte la situación y, finalmente, se clausura la planta aluminera.

La estimación es que el cierre afectaría a unos 400 trabajadores de forma directa, aunque de forma indirecta podrían ser hasta 1.500 las familias afectadas por el terremoto que puede generar en la comarca que deje de funcionar la factoría. La cifra de 400 empleos estables que se pueden perder es una generalidad, pero detrás de cada uno de esos empleados hay una historia, una vida que quedará trastocada y que será difícil volver a reconducir. Y en estos momentos tan complejos hay quien recuerda entre los trabajadores que después de lo sucedido en 2014 «dimos mucho por la empresa, y ahora no sabemos si la empresa está dispuesta a dar algo por nosotros», con lo que la «pena» y la «rabia» se entremezclan con otro sinfín de sentimientos que estos días invaden a los empleados vinculados a Alcoa: a veces el desánimo, a veces la esperanza, a veces el cansancio, a veces las ganas de luchar y casi siempre la incertidumbre 

Ese revoltijo de sentimientos se da con unos porcentajes u otros en función de la situación personal y del puesto que actualmente tienen en la planta aluminera. Dicen de la multinacional que es «exigente» y «selectiva» a la hora de contratar a sus trabajadores y que estos han de estar «bien cualificados» para entrar en esta empresa. Sin embargo, los que están en producción saben que el trabajo que realizan es muy específico y muy concreto de este tipo de factoría, con lo que tienen una amplia experiencia y muchos años de dedicación pero en unos procesos que quizá «no existan en otros sitios», así que ven que «la recolocación va a ser difícil» si se produce el cierre.

Alberto Álvarez: «si esto cierra, va a ser un palo muy gordo»

Esa es la preocupación, por ejemplo, de Alberto Álvarez Álvarez. Tiene 38 años pero su vida laboral ha sido Alcoa, empresa en la que lleva 17 años. Como él mismo dice, «desde chavalín». A tenor de la estabilidad que le proporcionaba su puesto de trabajo fue creando una vida en la que ahora están también su mujer, con trabajo a media jornada, y una niña pequeña. No hay que obviar la hipoteca. Así, no duda en señalar que «si esto cierra, va a ser un palo muy gordo». Alberto habla de que «la incertidumbre es total», de la «rabia» que le daría que la planta quedara por el camino, del «engranaje» que es una empresa así para todo un territorio y de cómo su cierre puede repercutir en muchísima gente por el impacto social que puede tener la pérdida de tantos empleos. No obstante, este trabajador de Alcoa no quiere perder la esperanza «aunque hay gente desanimada» y confía en que la empresa «recapacite» y el Gobierno haga todo lo posible «para hacer atractiva la continuidad de la empresa, los políticos tienen que tomar medidas que nos lleven para adelante», manifiesta Alberto Álvarez. «Esto es toda tu vida, algunos no sabemos hacer otra cosa, así que tenemos que pelearlo, hay que intentarlo porque es nuestro medio de vida. No tenemos otra opción», apostilla el mismo insuflándose ánimo asimismo.

Leonor Otero: «es descorazonador, porque no ves alternativas de futuro»

Leonor Otero reclama lo mismo que su compañero a empresa y Gobierno porque recuerda que después del conflicto de 2014 los trabajadores hicieron un gran esfuerzo por la continuidad: «nosotros dimos mucho por la empresa y no sé si ahora está dispuesta a dar algo por nosotros», comenta la misma, que matiza que si la empresa está en una situación complicada, la administración central también tiene que «poner de su parte» para que la factoría salga delante. Su historia en Alcoa comenzó en 2005, cuando entró a trabajar con una beca de la Universidad de Oviedo. Después de pasar por diferentes modalidades de contrato, se quedó trabajando en la multinacional como responsable de automatización de la fábrica, así que su vida laboral entera ha sido la factoría aluminera, en la que reconoce que siempre han tenido una espada de Damocles amenazando, sobre todo después del «palo» que fue recibir en 2014 la carta de despido. «Nunca más estuvimos tranquilos, pero ahora la situación es descorazonadora», señala Leonor, que explica que ella no tiene familia y su situación «no es tan preocupante» como pueda ser la de otros compañeros, y cita que en la empresa hay algún caso en que los dos miembros de la pareja trabajan en Alcoa. «A ellos los dejan en una situación complicadísima», indica Leonor, que considera que el cierre repercutirá en la comarca y en la región. «Es descorazonador por la fábrica y por la situación de Asturias, porque no ves alternativas de futuro», matiza. 

José Antonio Álvarez: «el 31 de diciembre vamos a tener que buscarnos la vida»

Algo más de una década lleva José Antonio Álvarez trabajando en Alcoa. Aunque dice que en la factoría avilesina «siempre tuvimos la espada de Damocles encima con las subastas eléctricas», asegura que el cierre que plantea ahora la multinacional «nos cogió por sorpresa» porque «vemos la carga de trabajo y que hay una producción importante y, por tanto, el escenario en ese sentido era optimista». Casado y con dos hijos, a sus 43 años ve que este conflicto le pilla «con la edad justa para volver a salir al mercado», con lo que no oculta que tiene cierta «sensación de desánimo» porque «el despido nos deja a la deriva». No obstante, comenta que le llama mucho la atención «el mutismo de la empresa» y le preocupa que si no se soluciona «a 31 de diciembre vamos a tener que volver a buscarnos la vida».

«¿Dónde van a trabajar los jóvenes de esta región?»

Esa incertidumbre no es exclusiva para los trabajadores de la plantilla de Alcoa, también para los empleados de las empresas auxiliares. Una de las trabajadoras de prevención de riesgos laborales, que prefiere no hacer público su nombre, también siente la incertidumbre que se ha generado con el anuncio de cierre, una situación similar a la vivida en el año 2014 cuando la multinacional también puso sobre la mesa el despido colectivo. Ella llegó a la empresa hace diez años buscando «estabilidad laboral» y regresar a Asturias, así que dejó la vida que había forjado fuera de la comunidad, pero ahora reconoce que esa estabilidad «no la he conseguido» por la incertidumbre que ha rodeado a esta empresa en los últimos años. Sin embargo, no cree que ella vaya a ser de las peor paradas si la planta avilesina cierra. En su pensamiento están compañeros que son pareja y a los que está situación deja en una situación muy difícil o las compañeras que están embarazadas. «Es un golpe muy duro», señala la misma, que se pregunta «¿donde van a trabajar los jóvenes en esta región?», ya que para ella esto puede ser «el desmantelamiento de la industria asturiana» si no se le pone freno.