PSOE y Podemos se atrincheran en el último año de legislatura

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCION

ASTURIAS

Javier Fernández
Javier Fernández José Luis Cereijido

Javier Fernández y Enrique López se acusan mutuamente de «aversión» e «inquina» mientras se retan a pactar el presupuesto

25 oct 2018 . Actualizado a las 08:23 h.

Entre 1914 y 1918 una larga guerra desangró Europa y aniquiló imperios con un saldo de millones de muertos. La primera guerra industrial contemporánea pilló a los contendientes por sorpresa y cuando muchos esperaban que aún se dieran batallas rápidas con cargas de caballería sable en mano, se encontraron con el estancamiento de las trincheras, durante años atrapados en el barro y un laberinto de alambre de espinos, bajo el dominio de las metralletas. Fue el espantoso descubrimiento de la guerra total y de desgaste. Cien años después, de forma mucho más pacífica eso sí, la X legislatura asturiana ha corrido de forma casi paralela a la Gran Guerra --la investidura se votó en 2015 y los próximos comicios se celebrarán en mayo del año que viene-- cuatro años en los que los grupos parlamentarios se emboscaron en sus posiciones con muy escasos episodios de acuerdo, con apenas un único pacto presupuestario en un mandato marcado por las prórrogas y, vista la forma en la que se desarrolló el último debate de Orientación Política (el también llamado debate sobre el estado de la región) tampoco lo habrá en esta ocasión. Ni PSOE ni Podemos mostraron la más mínima intención real de llegar a un entendimiento, culpándose mutuamente no sólo de no haberlo logrado en los últimos años sino también de que resulte tan complicado trasladar a Asturias la anuencia que sí se da entre ambos partidos en el Congreso a nivel estatal. 

«Su aversión a Podemos resulta extemporánea incluso dentro de su partido», afirmaba en una de sus réplicas el portavoz de los morados, Enrique López. «Se les nota esa antigua inquina, de larga incubación, contra el PSOE» señalaba Javier Fernández quien incluso apuntaba que el partido socialista «y yo mismo formamos parte de su bestiario particular». La suma de socialistas, morados e IU hubiera dado una mayoría más que suficiente en estos cuatro para aprobar las cuentas de la comunidad y cualquier otra iniciativa legislativa, con 28 de los 45 escaños de la cámara, pero nunca llegó a fraguar, en cada ocasión con un nuevo argumento para justificar la ruptura. Antes de este último debate, Podemos había marcado, al igual que el año pasado, la extensión del ciclo educativo de 0 a 3 como línea roja para el un acuerdo presupuestario. Javier Fernández recogió el guante y como un reto y señaló que la misma materia está acordada entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez a nivel estatal, que el proyecto es de su gusto y que podría servir de base para entenderse también en Asturias. Pero no lo hizo sin destacar que la propuesta de los morados asturianos era muy distinta y que se produjo en términos que la hacían «inviable».

Si el presidente ya había señalado en la jornada del martes a los morados asturianos como responsables de haber dado el gobierno de Gijón a Foro y de no haber favorecido ningún entendimiento a nivel autonómico, este miércoles Enrique López acusó a los socialistas de estar atrapados por «inercias asentadas en 30 años de dominio y hegemonía» también de que sus diputados debieran su puesto «a Villa»  (el exdirigente del SOMA); de ser «como el PRI mexicano» y que su grupo no había llegado al parlamento para actuar como «oyentes preferentes», una alusión nada velada al papel de Izquierda Unida que no sentó nada bien en la coalición y a la que se refirió en varias ocasiones su portavoz, Gaspar Llamazares.

Como tercera pata de un acuerdo estable, IU presumió por boca de su diputado de haber tomado parte en todas las conversaciones presupuestarias aunque hubieran sido infructosas; Llamazares se desquitó diciendo que no sólo habían sido oyentes sino que también habían tenido «alguna influencia» y puso en el haber de la legislatura que se hubieran desarrollado iniciativas contra la pobreza energética o infantil, o el mantenimiento del Salario Social que han hecho que «Asturias tenga un nivel de pobreza muy inferior a otras comunidades». En el debe destacó que no habían alcanzado una reforma de la ley electoral e hizo un especial hincapie en el «fracaso palmario» a su juicio, de las políticas de investigación y desarrollo. En todo caso apeló en este último año de legislatura, el año en el que el presidente está de salida, a que liderara un frente común «junto a partidos y agentes sociales» en defensa de intereses fundamentales para la comunidad como la política industrial --señaló que la amenaza de una tercera «reconversión industrial» lleva el «nombre y apellido de la ministra de Transición Energética», Teresa Ribera--, las infraestructuras o la financiación autonómica.

Sobre el papel los tres grupos de consideración progresista insistieron en que sería posible intentar por una última vez el acuerdo para los presupuestos pero los mimbres del desencuentro de los últimos tres años seguían sonando igual en el pleno de la Junta General. A pesar del pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, las trincheras asturianas seguían con las bayonetas caladas y, si no como en la Primera Guerra Mundial, los contendientes del Principado parecían el soldado japonés de la Segunda que seguía emboscado y armado en la selva cuando la contienda ya había terminado.  

Fuera de esos tres grupos, el acuerdo que en otras ocasiones se logró con el PP parece en esta ocasión cerrado. Mercedes y Javier Fernández se enzarzaron en un debate particular sobre los impuestos, con la intención del presidente de terminar con «el mito de expolio fiscal» en el que señaló que de los alrededor de 3.000 millones que se recaudan en Asturias apenas 200 corresponden a tributos autonómicos; y también sobre los cambios que han ido retrasando, con gobiernos de distintos colores, la apertura de la Variante de Pajares. Pero, quizá porque era el último, no resultó uno de los encuentros más broncos, ni mucho menos, entre el líder socialista y la presidenta del PP asturiano.

Mucho más duro fue el encuentro con el portavoz de Foro, Pedro Leal, que cerraba su intervención acusando al presidente de tener «sólo una neurona» mientras Fernández le replicaba que se limitaba a repetir las «obsesiones» del fundador de su partido, Francisco Álvarez-Cascos, aunque no tuvieran «sentido».

El portavoz de Ciudadanos, Nicanor García, acusó a Fernández  de actuar «resignado» en el último año de mandato y recriminó también a los grupos de la izquierda que no hubieran sido capaces de entenderse en estos cuatro años. Y cerró la jornada el portavoz socialista, Marcelino Marcos Líndez, que acusó a Podemos de haber despreciado el último presupuesto socialista «para poder seguir enfeudados en esos prejuicios, cargados de demagogia, simpleza e impostura».