Llegan los «perrhijos»: las mascotas ya son uno más de la familia

Raúl Álvarez REDACCIÓN

ASTURIAS

Diferentes razas de perros en el salón canino
Diferentes razas de perros en el salón canino Dogger

Asturias censa más de 164.000 perros, aproximadamente uno por cada seis personas, cada vez mejor cuidados con servicios veterinarios, de adiestramiento y de belleza. Algunos expertos alertan de que la humanización excesiva causa problemas de comportamiento

30 oct 2018 . Actualizado a las 17:06 h.

En México ya los llaman perrhijos o perrijos. Aunque la ortografía aún no esté clara, el concepto sí lo está. Son esas mascotas bien cuidadas, incluso mimadas, cada vez más frecuentes en la vida de mucha gente. Quiere el estereotipo que sean personas solas quienes vuelcan sus afectos en los animales de compañía, pero los trabajadores del floreciente sector de los servicios para atender al contingente en expansión de los clientes de cuatro patas saben bien que no es así. Perros y gatos han pasado a ser un miembro más de muchas familias y, aunque existe el riesgo de humanizarlos en exceso y esperar de ellos comportamientos ajenos a su naturaleza, en general tanto las personas como los animales ganan en salud y bienestar gracias a esa interacción. La pasión de los asturianos por los perros se ha desatado en los últimos años. Ya hay censados 164.000 en la comunidad autónoma, aproximadamente uno por cada seis personas, y las clínicas veterinarias, las tiendas de artículos y juguetes e incluso los salones de belleza canina empiezan a ser presencias tan habituales que no llaman la atención en las calles de las ciudades. El dato de los canes es el mejor conocido porque su inscripción de el Registro de Identificación de Animales del Principado de Asturias (Riapa) es obligatoria. Como no todos los propietarios cumplen con la norma, la cifra final y verdadera es probablemente mayor, admite el presidente del Colegio Oficial de Veterinario, Armando Solís Vázquez de Prada. De esa entidad profesional, junto con la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, depende del mantenimiento de un registro en el que también aparecen gatos, hurones y especímenes más exóticos agrupados en el epígrafe otras especies.

Un mercado de 1.000 millones de euros

Un estudio reciente citado por La Vanguardia apunta que casi la mitad de los hogares españoles (exactamente un 46%) cuenta ya con animales residentes. En la feria nacional del sector, Iberzoo+Propet, se divulgó en el 2017 un estudio nacional encargado a una consultora por la patronal del sector en el que se calculaba que todas las actividades relacionadas con el cuidado de las mascotas generan un negocio superior a los 1.000 millones de euros anuales en España. A efectos de este artículo, sin embargo, el número preciso de perros y lo que cada propietario se gasta en ellos (también se ha calculado entre 700 y 1.500 euros al año) son de una importancia secundaria. Lo relevante es que son muchos y que su estatus no ha dejado de mejorar en los últimos años. De la mejora en los cuidados es testigo Olalla González, responsable del salón de belleza Dogger, que lleva cuatro años abierto en el centro de Oviedo, aunque ella tiene experiencia en el sector desde hace una década. En ese tiempo, ha visto un completo cambio de rumbo en la situación. «Antes, era normal que te trajeran perros con parásitos o con sarro. Ahora pasa justo lo contrario. Lo raro y lo que te llama la atención es ver alguno poco cuidado», afirma. Armando Solís está de acuerdo y lo explica así: «La gente ha desarrollado una identificación muy fuerte con sus animales de compañía, lazos de cariño y afecto que hace que sean como hijos, un miembro más de la familia. Se preocupa de que estén bien y ese bienestar abarca cada vez más cosas, porque la sociedad avanza».

El presidente de los veterinarios enumera los aspectos básicos para la atención de una mascota que se atienden hoy en las clínicas del sector: medicina preventiva, vacunaciones, cuidados de la piel y el pelo, desparasitación. Las instalaciones son cada vez más sofisticadas, similares a las de un hospital para tratar enfermedades del ser humanos, e incluyen salas de rayos X, salas para endoscopias y quirófanos, entre otros avances. ¿Hay un mínimo de cuidados imprescindibles y un punto a partir del que los propietarios exageran? Los veterinarios no lo ven así. «¿Dónde empezaría la exageración? ¿No necesitan cuidados los niños y las personas mayores? Los animales igual. No es nada peregrino desear que no tengan parásitos ni evitar que desarrollen enfermedades», señala Solís.

Necesidad de límites

La humanización sí puede tener efectos negativos en el comportamiento de las mascotas, opina Ignacio Antuña, un veterano adiestrador de perros con más de 30 años de experiencia, ganador del campeonato de España en el 2009, participante en cuatro mundiales y gerente del Centro Canino El Xelán en la parroquia sierense de Aramil. «Se dan casos en que, por exceso de cariño, no se consigue el objetivo de que un perro agresivo deje de serlo. Humanizar a las mascotas puede ser una fuente de conflictos. Las desnaturaliza. Por eso vemos a veces perros confundidos, con problemas de comportamiento. Lo que les pasa a eso perros en apariencia agresivos es que, por falta de hábito, no saben salir a la calle y convivir con otros perros. Esas situaciones les generan miedo y ansiedad», advierte. Para Antuña, la regla de oro a la hora de cuidar y educar un cachorro es ponerle normas: no son las personas quienes deben adaptase al animal, sino al revés. «De esa manera, el perro se adapta y, a largo plazo, es lo mejor. Disfrutan los dueños y las mascotas», señala. Muchos de los problemas que ve en su centro, que combina instalaciones para el adiestramiento con una residencia para perros y gatos donde los propietarios pueden dejar por temporadas a sus animales en caso de ausencia, derivan en última instancia de un emparejamiento inadecuado. «Muchos solo acuden a un profesional cuando ya hay problemas. Podrían evitarlos si buscaran asesoramiento previo, antes de elegir con quién van a convivir. Así sabrían cómo se comporta cada raza de perro, cuál encaja en su forma de vida. Es algo normal en Alemania y en los países centroeuropeos, que nos sacan mucha ventaja en esto», explica.

Por El Xelán pasan a veces propietarios de mascotas que creían que educarlas, ponerles límites, era malo. «Les digo que al contrario. Es buenísimo. Las mascotas están para disfrutarlas, no para sufrirlas, y no tienen por qué ser desobedientes, revoltosas ni incontrolables. Cada una tiene su carácter. Unas son más dulces y otras, las macarras del parque canino. No todos lo perros se comportan igual. Tienen los mismos instintos, pero cada uno tiene su personalidad. Lo que hay que saber es cómo tratar al tuyo y recordar que las experiencias anteriores no necesariamente van a servirnos. Haber tenido un perro no significa que el que tienes ahora sea igual que el anterior. A lo mejor, no vale con él el mismo trato al que estabas acostumbrado», explica Antuña.

A más cuidados, menos abandonos

La parte buena de la humanización, sin embargo, es que elimina el riesgo de los abandonos. «Nadie que cuide de verdad a un perro se va despreocupar luego de él. Esos animales solo acaban en una perrera por causas de fuerza mayor. Contra los abandonos se necesitan más controles, pero cada vez son más cosa de las zonas rurales donde una perra da a luz a una camada que se reparte entre gente que luego no está tan concienciada», apunta. Las nuevas cotas de bienestar animal son las que permiten la apertura de centros como el de Olalla Gutiérrez, que ofrece cortes de pelo, acompañados de baño con champú y acondicionador, corte de uñas, limpieza de oídos y revisión de glándulas anales, para todo tipo de perros, aunque entre su clientela son más frecuentes los de razas de pequeño tamaño que los de mayor envergadura. Gutiérrez importó la idea de Estados Unidos, pero también ha aprendido de Japón las técnicas necesarias para esos recortes que dejan a las mascotas convertidas casi en peluches.

La actividad en el salón es incesante y ya está en estudio la apertura de un segundo espacio en Gijón. «Tenemos más demanda en verano, que es el momento que prefieren las personas que solo le cortan el pelo a su perro una vez al año, pero en el resto de los meses tampoco tenemos muchos huecos. Cada vez tenemos más mascotas que vienen con mucha frecuencia». Un corte esporádico cuesta 40 euros, pero si el animal vuelve con frecuencia, solo para mantener su aspecto, el precio de esas visitas sucesivas depende de su periodicidad y puede caer a 20 o 30 euros. La demanda es tan elevada que para conseguir cita lo recomendable es llamar con diez o doce días de antelación. También la residencia de El Xelán (precio: 225 euros al mes por un perro y 295 euros si el propietario deja juntos a dos animales) registra momentos de lleno absoluto en sus 50 plazas. Son testimonios de la preocupación de los asturianos por sus nuevos compañeros de vida. «Se nota que avanzamos como sociedad porque queremos integrar a nuestras mascotas en el mismo nivel de vida de la familia», concluye el presidente del Colegio de Veterinarios.