Porno a los 10 años: ¿relaciones de riesgo en la adolescencia?

Carolina García

ASTURIAS

Una joven ojeando el móvil
Una joven ojeando el móvil

El inicio en la pornografía llega cada vez a una edad más temprana en Asturias, impulsado por el auge de los móviles. Son pornonativos: acceden a sexo explícito antes de dar su primer beso

01 ene 1970 . Actualizado a las 01:00 h.

Son nativos tecnológicos. Crecieron en pleno auge digital rodeados de todo tipo de dispositivos. Y también son pornonativos. Acceden al sexo explícito antes de tener relaciones sexuales e, incluso, antes de dar su primer beso. De hecho, no tienen más educación sexual que la que reciben a través de su móvil. El fenómeno no es nuevo. Ocurre desde hace años. La diferencia es que ahora se inician mucho antes. Con 10 años un niño ya consume porno en Asturias. Mientras sexólogos, educadores y trabajadores sociales consultados por La Voz de Asturias coinciden en que en esta conducta deriva en relaciones sexuales «más violentas y más desiguales» en la adolescencia, la ciencia muestra otra visión. El catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo Julio Bobes asegura que desde el punto de vista científico no se sostiene, y añade que el «comportamiento de una persona tiene más variables que determinan lo que ocurre que la exposición a visionar imágenes de un tipo o de otro, y de haberlas visto a una edad o cuatro años antes». En cualquier caso, el debate está abierto.

Para el sexólogo asturiano Iván Rotella, vicepresidente de la Asociación para la Educación Sexual, el problema aparece cuando tienen su primera relación sexual e imitan, o intentar imitar, lo que han visto desde hace años en su dispositivo. No tienen herramientas para entender la pornografía «como una fantasía» y no como la vida real. Preocupado por dar carpetazo a lo que comenzó en pleno cambio de siglo, desde cuando, dice, «la pornografía se ha convertido en la principal forma de educación sexual del siglo XXI»,  explica que hasta entonces los jóvenes entendían el porno como una ficción: «Lo hacían de la misma manera que veían Spiderman. No trataban luego de subirse por las paredes. Era un mero divertimento». Pero la debacle vino de la mano del boom del móvil. Su uso se disparó sin importar la edad. Y ya resulta extraño encontrar un niño sin móvil.  

Desde hace más de una década Iván Rotella lucha para facilitar herramientas tanto a los menores como a su entorno y trasladar sus conocimientos dentro y fuera de Asturias. «La pornografía hay que educarla», asegura. Los estudios muestran que el 80% de los jóvenes asturianos tiene su primera relación sexual en torno a los 15 años. Y la media de edad lleva años descendiendo. Ahora lo hacen, sobre todo, «porque entienden que es el paso para ser adulto». Si un niño consume desde los 10 años porno, lleva cinco viendo lo que él considera que debe ser esa primera relación sexual. Por eso, insiste en la necesidad de introducir ya desde la etapa de Infantil la Educación Sexual en los centros educativos. Y explica el método. «Se trata de educar para ser personas a través de cuatro objetivos básicos: conocernos, aceptarnos, expresarnos y encontrarnos. Incluyendo la parte erótica, pero también la de afectos, sentimientos, responsabilidades…». De esa manera, cuando ese niño de 10 años accede al porno, sabrá que debe hacerlo como «mero divertimento». Se trata de educar personas con sentido crítico y responsabilidad. Ofreciendo herramientas «para que vean la pornografía con un ojo guiñado».

Su argumento coincide con educadoras y trabajadoras sociales que aseguran que el sistema educativo no ha sabido adaptarse a los nuevos modelos. «Es el misma que hace años y los tiempos han cambiado». Explican que la preadolescencia empieza antes, reciben información sesgada, les llega de forma inmediata, y copian lo que ven porque no tienen herramientas para verlo con un sentido crítico y por eso hace falta incluir la Educación Sexual. «Creen que eso es el sexo. Nadie les explica las necesidades individuales. Las emociones están totalmente desligadas, y lo que ven es un modelo de macho alfa que tiene que dominar, mientras la mujer está en segundo plano, totalmente denostada. Creen que eso es lo normal», recalcan.

Por su parte, Julio Bobes basa su exposición en la ciencia y asegura que «no existen evidencias para demostrar que sí o que no». Explica que a esas edades, «no tienen los caracteres sexuales secundarios» y aclara que técnicamente y científicamente «no hay nada». E insiste en que científicamente no se sostiene esas afirmaciones, no hay evidencias. «No es un comportamiento anormal ni patológico de acuerdo a las clasificaciones técnicas basadas en evidencias que son las que nos rigen a la hora de actuar sobre pacientes o personas con posibles trastorno mentales y de comportamiento», concluye.