-¿Son las células madre la clave no solo de la leucemia infantil sino de la mayor parte de los cánceres?
- Las células madre son clave para intentar curar porque se utilizan en trasplantes . Pero a la hora de entender el cáncer en general y sobre todo en el hematológico son muy importantes. Hay que valorar dónde ocurren las mutaciones y las mutaciones congénitas ocurren en la célula adecuada no en cualquier contexto sino en un concreto. Esas células son unos progenitores inmaduros, muy diferenciados, a los llamamos precursores o progenitores. En realidad, puedes llamarlos de muchas maneras. Hay muchos grupos trabajando en ello. En las recaídas los vemos. Hay pacientes a los que curas y a los tres años recaen. Entonces te preguntas por qué han recaído si no tenía células tumorales. Esto es porque quedan células resistentes que son las que lo originan. Y en el contexto de leucemia aguda, las células madres son importante porque en ella ocurre la diana, es donde ocurren las mutaciones que originan el tumor.
-Cambiando totalmente de tercio, usted trabaja para Fundación Josep Carreras y es un firme defensor de la necesidad de consolidar la colaboración pública y privada en la investigación del cáncer. ¿Por qué cree que es fundamental?
-Por ejemplo, en la privada investigar cáncer pediátrico es imposible, porque no interesa. Las empresas buscan dinero. Ya sabemos que a las farmacéuticas les interesa el colon, la mama... El cáncer pediátrico no interesa a las farmacéuticas, porque son infrecuentes y no tienen mercado, por eso está en desventaja. Se están haciendo cosas, a nivel regulatorio europeo, como acceder a fármacos que se testan en adultos y tener formatos que lleguen a pediatría.
-También he visto que están abiertos a la colaboración con plataformas de crowdfunding. ¿Son una herramienta útil de recaudación y de concienciación social? ¿Cumplen con ese doble objetivo?
-Hace una semana unos papás de Granada organizaron una carrera popular y nos sacaron 7.000 euros. Dentro de tres semanas hay otra carrera en Girona y lo que saquen será para nosotros. Hay padres o familias que hacen lo que pueden para recaudar 6.000 u 8.000 euros para investigar la enfermedad de sus hijos. Ese dinero vale para que, por ejemplo, parte de un equipo vaya a un congreso. No es mucho económicamente pero socialmente y emocionalmente es muy importante. Tienes a los padres de tu lado y tratan de llegar a donde no llega el Estado o el Principado. Hay familias que están lanzando un mensaje al Estado, a los gobernantes, más que a nosotros los científicos. Y les están diciendo que que tienen que invertir en investigación y desarrollo porque eso es lo que nos protege.
-Sin embargo, lo que ha ocurrido en los últimos años es justo lo contrario. Con la crisis lo que llegaron fueron grandes recortes. ¿Se han cercenado líneas de investigación omportantes? ¿Tardaremos en recuperarnos?
-Las acciones de las familias o los actos populares sirven de revulsivo para los investigadores más que para las administraciones, porque en las administraciones no hay mucho donde tocar. Ahora tenemos a un ministro científico, a Pedro Duque . Es un gran ministro que sabe de esto, pero él intenta hacer cosas y lo tienen atado. El futuro no va por ahí el futuro. Entrar en esto, en realidad, es entrar en política. El daño que han hecho a la investigación es irreparable. Pero es algo que no interesa y ya está. En España como otros países de nuestro entorno -como Portugal , Italia o parte de Francia - la cultura del esfuerzo y de la innovación preferimos que lo hagan otros. Preferimos que los coches los hagan los alemanes, que los fármacos los hagan los suizos y en Estado Unidos,... En España tenemos esa cultura y eso no se cambia en una generación. Que España sea una fuerza investigadora, innovadora y competitiva pues no es así de fácil. No quiero decir que los investigadores españoles no tengan todas estas características, porque van a cualquier país y trabajan. Pero en tu propio país es complicado.
-¿Y esto cómo se cambia? ¿No cree que hay una nueva generación más concienciada e implicada?
Es generacional y es difícil. Sí hay más interés ahora porque la gente vive las enfermedades día a día. No obstante, el problema es más de fondo. Cuando yo era joven había elecciones cada cuatro años, ahora son cada año o cada dos años, tal y como está el país. Pero no solo aquí también en otros Estados europeos. Con esos plazos qué compromiso va a suscribir alguien, si que sabe que en breve no va a estar. La ciencia, en cambio, es algo que hay que planificar a largo plazo. Hay que cambiar la mentalidad. Invertir en I+D+i para que en 15 u 20 años esto repercuta en la sociedad española a nivel de salud, computacional o en el campo que quieras. Eso pasaría con el cambio de cualquier modelo de cualquier sector. Hay que invertir a largo plazo. Pero aquí no hay cultura del largo plazo. Como mucho miran a cuatro años vista, que es cuando se van. Todos se hace con unas prisas tremendas y a los cuatro años, cuando llega el nuevo Gobierno, aunque algo esté funcionando, lo quita. Esto es un continuo que nosotros ya conocemos. Siempre estamos lidiando con retrasos, con pagos que no llegan, becas que no salen un año porque no hay presupuesto,... En la sanidad y en la educación, si la población va al médico y no hay o sus hijos van al colegio y no tienen profesor, salen a la calle a manifestarse y presionan al gobierno. Pero, claro, en la investigación es diferente. A los investigadores nadie nos conoce. El trabajo está hecho y luego es muy bonito decir que en España hay grupos que hacen esto o lo otro y que Europa les protege y les apoya, pero no hacemos ruido. ¿Hay que hacer algo a 20 años? Que lo hago otro. La única manera de resolver todo esto es con un pacto de Estado por la ciencia y la innovación. No sé, dedicar un 2% del PIB a la investigación, por ejemplo. Porque un país que no investigue y no innove va a vivir del cachondeo y de la sidra. Pero ese pacto de Estado que es tan sencillo no se ha hecho. Esto no es un tema de ahora que hay problemas sociales o el independentismo. De esto se lleva hablando 10 años y no sé por qué es tan difícil llegar a ese pacto.
-Entonces todos los que han estado fueron han regresado y han conseguido subsistir y hasta progresar, como es su caso, son héroes.
-Héroes no. Afortunados sí. Todos los investigadores buenos que hay en España nos hemos formado con becas del estado fuera tres o cuatro años. Todos aquellos que finalmente se han quedado fuera es, en realidad, dinero que ha tirado el Estado. La mandas unos años fuera y como a la vez no fomentas la investigación y el desarrollo no pueden volver y se quedan en Estados Unidos, ganando un sueldazo e investigando con todos los recursos a su alcance pero lejos. Qué sentido tienen estas becas si luego no se generan laboratorios potentes o hospitales potentes. Para qué valen esas becas. España forma gente que no puede recuperar.
-Leo una entrevista suya de hace algo más de una década en la que ve con pesimismo el estado de la investigación en Asturias. ¿Cuál es el nivel científico actual de la región? ¿Ha avanzado? ¿Tiene carencias estructurales?
-Asturias ha avanzado. Voy por la Finba un par de veces al año y lo veo, pero faltan recursos. A la Finba la encuentro con muchas ganas. Tiene mucha gente con muchas ganas de hacer cosas, empezando por el director, que es una persona jubilada que está trabajando por su región con pocos aplausos. Es una lástima que haya tan pocos recursos y que los investigadores y los gestores tengan que mendigar recursos. Creo que Asturias necesitaría un apoyo serio del Principado, con un presupuesto anual X, pero fijo, que se destine a investigación, a neurociencia, alzheimer, cáncer, párkinson,.. A lo que quieran, pero que esos grupos puedan seguir trabajando con estabilidad como sucede en algunas otras comunidades. Esto no es un problema exclusivo de Asturias. A Galicia le pasa igual y a Cantabria le pasa lo mismo. Hay regiones que históricamente están un poco más evolucionadas, más europeizadas, como puede ser Cataluña, y que tienen entre sus metas ser el Silicon Valley europeo. Los mejores proyectos están allí, los mejores investigadores trabajan allí y, por tanto, captan muchos recursos. Cataluña ha generado un caldo de cultivo para que los investigadores quieran ir. Asturias no ha generado ese caldo de cultivo para que los investigadores quieran ir a Asturias. Pero ni en Asturias ni en Cantabria ni en Galicia. Tampoco creo que se pueda investigar de todo en todos los sitios. Eso sería inviable. Si Asturias decide tener un centro de investigación pequeño, con gente buena y trabajar en dos o tres líneas de investigación punteras, pues hay que apoyarlos. No es muy difícil.
-Para terminar, ¿cree que se avanza en el camino correcto hacia la curación del cáncer? ¿Es algo que vamos a ver?
-Estamos avanzando muchísimo. Hay ya muchos tumores que, a día de hoy, el pronóstico es mucho mejor y la experiencia es muy buena. Es, por ejemplo, el caso del cáncer de mama. De lo que era hace 10 años a lo que es ahora... Pero no podemos olvidar que, al final, el cáncer está vinculado al modelo de vida y en el modelo de vida en el que estamos hay cáncer. Cuando había pobreza, la gente se moría de infecciones. Dentro de 40 años, a lo mejor, el cáncer disminuye en prevalencia pero aparece una enfermedad nueva. Según evolucionan las sociedades aparecen nuevas enfermedades. Cuando éramos niños no conocíamos el alzheimer y ahora lo conocemos. No nos engañemos. Dentro de 50 años habrá otras enfermedades que investigar.
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