Mieres como paradigma de la contracción de Asturias

Carmen Liedo OVIEDO

ASTURIAS

 Lavadero de Carbon de El Batan. Mieres. Asturias 1997
Lavadero de Carbon de El Batan. Mieres. Asturias 1997 Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez

El desarrollo y contracción que ha tenido el municipio en las últimas décadas «es el indicador de la evolución que puede seguir el resto del área metropolitana», según el director del Cecodet

26 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay a quien la situación de declive o contracción que vive Asturias en la actualidad no le sorprende. De alguna manera preveía que fuera a ser así tras analizar lo acaecido en un municipio concreto que considera clave para la región. Ese municipio es Mieres y quien lo ve como un concejo que fue vanguardia y que puede anticipar futuros es el catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio en la Universidad de Oviedo, y director del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (Cecodet), Fermín Rodríguez Gutiérrez. El mismo ha estudiado la evolución de este concejo de la Montaña Central Asturiana y entiende que es «paradigma» de lo que ha ocurrido en el pasado, lo que está siendo el presente y de lo que será la región en un futuro cercano. Asegura, por tanto, que «bien puede servir de indicador de la evolución que puede seguir el resto del área metropolitana, para bien o para mal», con lo que plantea que para hablar de esa área funcional que de nuevo se está tratando de impulsar con los concejos del centro de la región no hay que perder de vista al territorio mierense.

Rodríguez Gutiérrez parte de que «Mieres es paradigma de las ciudades mineras españolas» y dicho esto, insufla esperanza al municipio asegurando que «fue una ciudad media y puede volver a serlo». Extrapolando al ámbito regional, siguiendo su propia teoría de que sirve de indicador, Asturias también puede volver a ser la región próspera que otrora fue. Claro que el director del Cecodet no obvia que «el campo de maniobra se achica cada vez más», aunque por el momento mantiene que «hay posibilidades».

«Mieres siempre fue vanguardia. Hoy desgraciadamente lo es. Pero no de la modernidad de otros tiempos sino de la contracción, que ha rebasado lo rural para introducirse en el área metropolitana, comenzado por los municipios muy mineros, los más apegados a la veja industria, que hoy conoce el final del ciclo con la descarbonización», manifiesta Fermín Rodríguez Gutiérrez. Para él, ese paradigma en que se ha convertido el concejo mierense puede servir para dos cosas: para anunciar un futuro de contracción para los demás o, por el contrario, al ser el primer municipio en sentirla, puede encontrar el antídoto con el que combatir, frenar esta tendencia y entrar en un nuevo ciclo. Mieres encontraría así solución para sí y anticiparía la del resto del área metropolitana.

Para el catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo lo que está claro es que «hay que encarar la realidad para superarla» y que la fase por la que está pasando el territorio asturiano es una contracción. Otra cosa más precisa, y es que «a Mieres no le ocurre esto por el pecado de ser muy minera». Entiende la situación del municipio «como vanguardia que anticipa lo que puede ocurrir en el resto del área metropolitana», un área que constituye una de las más importantes de España y de la fachada atlántica que podría descender a puestos «menos honrosos»,  lo cual dependerá, advierte, «de cada una de las partes componentes y de la acción conjunta del equipo que estas formen».

 La historia extrapolable del municipio mierense

Echando la vista atrás, Fermín Rodríguez hace referencia al crecimiento en fases de Mieres, adelantándose a muchas de las que hoy son ciudades. Recuerda que hubo un tiempo en el que «la acción fue planificada por la lógica empresarial», pero que para garantizar la producción minera se sacrificó todo «en una España rural en la que la escasa población urbana e industrial necesitaba el negro combustible que salía de aquí». Luego, «cuando el motor gripó, señala coloquialmente, se intentó revivir con lo que se sabía hacer, producir». Pero entonces, añade, «la lógica estratégica de las empresas ya no existía. Sólo la de una, la que agrupó a todas por motivos no empresariales». En su opinión, fue a partir de ese momento cuando «las cosas se fueron acumulando en el estrecho territorio disponible sin ton ni son, sin planificación alguna, aprovechando oportunidades, y así fue colmatándose, con escasa coherencia y nula sensibilidad, el espacio promiscuo del fondo del valle por el que, recuerda, competían las comunicaciones de interés general del estado, regionales y locales». Esto dio lugar a una«parrilla» que intercalaba pueblos con polígonos industriales y antiguas instalaciones mineras, dejando el canal del río «achicado y encajonado». Cuando Mieres empezó a perder industria y población se intentó controlar el cambio con medidas que ponían el acento en la reindustrialización y en la reactivación, «pero los resultados por lo que ahora se ve fueron escasos». «Todo eso, apostilla Rodríguez Gutiérrez, originó un paisaje fragmentado, con la dureza de las grandes infraestructuras» que ahora requiere «hacerlo más atractivo y cuidado».

Con ese objetivo, el catedrático de Geografia y Ordenación del Territorio fue el encargado de dirigir la Estrategia de Desarrollo Urbano de Mieres, que ganó el concurso convocado por la Unión Europea entre los municipios de menos de 50.000 habitantes de Europa, dotado con siete millones de euros. Ese dinero que se tiene que dedicar a reformas urbanas en el concejo.

Concretamente eran dos las finalidades con las que se hizo el proyecto Edusi-Mieres, remarca Fermín Rodríguez: «una de carácter general para ensayar prácticamente una nueva forma de hacer urbanismo, y otra específica, la de hacer de Mieres una ciudad lineal que integre armónicamente a los núcleos de población que se suceden sobre la vega» a partir de las cualidades urbanas que en alguna época tuvo el municipio pero que hoy han perdido. En definitiva, se busca darle «calidad y fuerza a todos sus espacios», con un río que no sea un canal entre una autopista y un ferrocarril, «sino que se recupere como ecosistema fluvial y paisaje».

«Damos mucha importancia a lo que se ve, al paisaje, excesivamente alicatado. El proyecto del parque-plaza de la Mayacina, en cuya elaboración hemos participado es una buena prueba de por dónde va la ciudad que imaginamos como necesidad de reestructuración, humano, saludable, bonito, arbolado… pone un punto de naturaleza cuidada y sensible en medio de la ciudad», explica este experto en ordenación del territorio, que señala que todo lo que se ha de acometer ahora es consecuencia de que ante un proceso de cambio irremediable y conocido, «no se enfrentó de manera radical, a fondo, con pensamiento y voluntad decidida, con derribos, realojos y creación de nuevas áreas de habitación» cuando con la desvitalización social empezaron a verse viviendas y espacios industriales degradados o abandonados. «Podemos decir que se pasó de la hiperactividad al ajuste de la reconversión, pero la reactivación quedó incompleta a falta de reestructuración».

Pese a todo, pese a la tormenta perfecta que en un momento dado se ha formado por el municipio mierense, Rodríguez Gutiérrez, vuelve a la naturaleza vanguardista de Mieres y concluye que «esa experiencia colectiva centenaria sabrá encontrar un proyecto pertinente». Es más, alude a que todavía es «una ciudad atractiva, coherente, bien conectada y con buenos servicios», por lo que, aunque reconoce que hay que mejorar su forma urbana, la considera en sí misma un motor de atracción para nuevos residentes. «La regeneración urbana integrada es una manera de combatir la contracción», indica sin perder de vista que «las oportunidades de desarrollo son efímeras y que el tiempo aquí es una variable muy importante». Eso y que es necesario que la política pública deje hueco a la planificación estratégica con visión territorial, «hoy absolutamente necesaria para hacer la ciudad del siglo XXI a partir de la experiencia de casi dos siglos», finaliza.