Pablo y Santiago, en la cúpula del trueno del nacionalcatolicismo

Juan M. Arribas

ASTURIAS

07 mar 2019 . Actualizado a las 17:16 h.

Ya cuando Pablo Casado presentó en Oviedo a sus candidatos a la presidencia asturiana y a la alcaldía de la capital, se encontró tan a gusto en el Hotel de la Reconquista que no dejó la oportunidad de apelar al mito medieval para tirar de metáfora en las elecciones. Casado acababa de ratificar el acceso del PP al gobierno andaluz con un acuerdo con Vox y señaló entonces que ese hito marcaba el inicio de una «reconquista al revés» de sur a norte en la que el PP llegaría a varios gobiernos con pactos del centro a la extrema derecha. A su regreso para firmar el acuerdo de coalición con Foro, Casado retomó el ejemplo y aseguró que esta alianza (que ya había resultado con éxito en las pasadas elecciones generales) era, ahora sí, el principio también de la reconquista pero para «el constitucionalismo».

Seguidamente Pablo Casado acudió a visitar la catedral de Oviedo y la legendaria Cruz de la Victoria, hermosísima pieza de orfebrería medieval de incalculable valor histórico, que en la mitología nacionalcatólica fue llevada por la divinidad al rey Pelayo y sus astures como señal del signo que llevaría a la derrota de los musulmanes en Covadonga. Más o menos a esa mismas horas, el segundo de Casado, Teodoro García Egea, se quejaba en tuiter de que los medios de comunicación trataban de ocultar que empezaba el Miércoles de Ceniza y con él la Semana Santa.

No hace mucho, apenas nos separan una generación, del tiempo en que en España durante la Semana Santa no se podía abrir teatros, ni ir al cine, ni había más música ni televisión que la religiosa y acaso un 'peplum' por misericordia. Pero los cierto es que le corresponde al líder de Vox, Santiago Abascal, haber sido el primero en reclamar la idea de 'reconquista' como eje de campaña y símbolo movilizador del conservadurismo español. Y tan es así que le vino a pedir derechos de autor a Casado, calzándose un morrión, un yelmo de conquistador español para pujar en su titánica competición por el tópico carca.

Increíblemente todavía ninguno ha pensado en llevar el brazo incorrupto de Santa Teresa a un mitin pero ¿quién puede descartarlo? En el parlamento Europeo esta semana, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, afirmó que sin la batalla de Lepanto y sin Carlos V todas las señoras de esta sala vestirían burka».