«Asturias es un agujero en el mapa en muchos sentidos todavía»

ASTURIAS

Ricardo Menéndez Salmón
Ricardo Menéndez Salmón WMagazín

El escritor Ricardo Menéndez Salmón ocupa como independiente el puesto número seis de la lista autonómica de Podemos Asturies

11 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor Ricardo Menéndez Salmón ha dado el paso a la primera línea de la política en estos comicios autonómicos. Ocupa el puesto número seis, como independiente, en la lista de Podemos Asturies a la Junta General y afirma que lo hace por una urgencia de compromiso en un momento en que la comunidad no puede dejar de afrontar muchos problemas que arrastra desde hace décadas.

-¿Por qué da ahora el paso a la política y por qué en Podemos?

-He llegado a un momento de mi vida en el que me apetecía probar otras cosas, probar otros espacios y otros lugares, y pensé que si no lo hacía ahora no lo iba a hacer en el futuro. Llevo 20 años dedicado a escribir y vinculado casi exclusivamente al mundo de la literatura y bueno ¿por qué no? Obviamente, hay una cuestión ideológica de fondo, me siento llamado por buena parte del marco de la propuesta de Podemos, sobre todo me interesa la dimensión ética del proyecto, que en su momento yo creo que incluso está muy vinculado a un intento de renovación de la política general, que es una idea muy desprestigiada. Podemos ha intentado con mayor o menor fortuna en estos últimos años recuperar lo mejor que el término política puede proponer. Y por último también por algo que no sé si llamar responsabilidad; yo podría haberme ido a vivir a otros sitios por mis circunstancias profesionales pero siempre tuve muy claro que quería vivir, trabajar y desarrollar mi vida intelectual y afectiva en Asturias. Y la verdad es que siento que Asturias se nos está yendo de las manos, estamos en un momento muy delicado, y no sé si la palabra es dramático, pero sí que todos aquellos que podamos tener un mínimo de presencia en la sociedad y que tengamos un mínimo de interés en hacerlo, si ahora no ¿cuándo? Lo recordaba porque es el título de una novela de Primo Levy que me gusta mucho; si no te implicas ahora en la medida de tus posibilidades por humildes que sean, en un proyecto que tenga que ver con el lugar en el que vives, no lo vas a hacer.

-¿Cuáles son esas preocupaciones, las prioridades que a su juicio urgen en Asturias?

-Son prioridades que arrancan de muy lejos, no me acerco a la vida política proponiendo nada nuevo. Los problemas que arrastra Asturias están diagnosticados desde hace mucho tiempo y casi me atrevo a decir que el principal problema que tiene esta región es el aislamiento. Y cuando hablo de aislamiento no me refiero sólo al físico, que es obvio, de alguna manera somos todavía ese país detrás de las montañas que hace 200 años denunciaba Jovellanos o del que hace mucho menos todavía hablaba Juan Cueto. Cuando vas a Madrid y les cuentan que en un asturiano en tren necesita las horas que necesita para llegar a la capital que queda a 420 kilómetros  y se hacen cruces. Si mencionamos las dificultades para salir a través del avión, que en el 90% de las veces tienes que pasar por Madrid o Barcelona para llegar a cualquier ciudad importante de Europa; en fin, todo esto redunda en un aislamiento de otro orden que es el que realmente nos tiene como nos tiene y es un aislamiento en el orden intelectual, en lo que Asturias pesa a nivel estatal, en definitiva acerca de la visibilidad de nuestra tierra, somos prácticamente invisibles. Realmente somos una especie de agujero en el mapa en muchos sentidos todavía. Y a nivel práctico, inmediato, eso se transforma en algo que no se discute mucho como que hayamos perdido en las últimas elecciones un representante en el Congreso por una cuestión de demografía. Son temas que ya están aquí y que hay que enfrentar de una vez, no podemos seguir alejando la pelota del área, el balón ya llegó aquí y hay que hacer algo con él. Asturias vive desde hace demasiado tiempo en un proceso inercial, vivimos en unos raíles, más o menos cómodos, más o menos aparentes, hay una clase media que ha vivido razonablemente bien durante un tiempo, hay un poder adquisitivo ligado a un núcleo de prejubilados y de pensionistas que en comparación con otras partes de España es potente pero que, en comparación con el norte, con nuestro entorno, ya empieza a debilitarse. No podemos seguir así porque caminamos hacia la mayor de las irrelevancias y eso sólo puede traernos consecuencias nefastas. Creo que se ha pensado muy poco en estos últimos 30 años en qué modelo de comunidad queríamos, en qué propuestas de futuro se podían lanzar para Asturias, en cómo ir avanzando en los tiempos que nos toca vivir un poco más allá de, obviamente, esa modernidad que los tiempos entraña.

-Hecho el diagnóstico, ¿qué soluciones cree que deben aplicarse?

-Como hombre de cultura me parece que uno de los elementos que me caen más cerca, es que deberíamos creernos de una vez que la cultura puede y debe ser un pilar fundamental a la hora de construir precisamente un modelo territorial, un proyecto de país si se quiere; una realidad y proyecto como hubiera dicho Pedro de Silva cuando entró en el gobierno en los años 80. Pero pienso en una cultura que vaya más allá de los grandes gestos, que es la que nos ha movido hasta ahora, de las grandes fundaciones y los grandes museos; una cultura más ligada al hecho de valorizar a nuestros creadores, de proponerles posibilidades para que no tengan que renunciar a vivir en Asturias para ser visibles, para encontrar precisamente en su singularidad, en la decisión de vivir en un lugar pequeño, un elemento de valor y no un elemento de negatividad. Y también me parece que hay que proponer un nuevo relato sobre la realidad asturiana, a veces tienes la sensación de estar atrapado en una cápsula del tiempo, y eso tiene que ver en buena medida con que seguimos manejando una imagen de Asturias que desde mi punto de vista ha quedado absolutamente obsoleta. Desde la Asturias del fartonismo, la de Covadonga, la paraíso natural, la Asturias heroica, borracha y dinamitera, y de alguna manera tenemos que salir de ese bucle porque es un círculo paralizante, nos mantiene en una inercia que no conduce a nada. Hace unos meses cuando la Brigada Minera estuvo en Totalán en el rescate de ese niño, joder, lo que hicieron es muy guapo, es algo que moviliza un montón de resortes emocionales y afectivos pero cuando volvieron y fueron recibidos como héroes, yo pensaba qué pocos motivos tenemos los asturianos de sentirnos orgullosos que tenemos que tirar de esta épica del salvamento, de un mundo que se mueve en coordenadas románticas. Más allá del valor de lo que hicieron ¿no somos capaces de construir otro relato? Nos faltan mecanismos para vender otra idea de país que invite a que la gente no marche y también a que la gente venga. Ese es uno de los temas que tiene sobre la mesa la clase política e intelectual de la región.  Y todo acompañado de una realidad económica que nos debe llevar a afrontar ciertos hechos que tienen que ver con la descarbonización que impactan precisamente con ese imaginario de lo que Asturias representa, y que hay que afrontar ya, no podemos meternos en otra demora y decirle realmente a la gente qué queremos hacer. Ha habido mucho tiempo para prepararse para este nuevo mundo que ha llegado. Las voces que llevan advirtiendo de los riesgos de mantener ciertas líneas productivas no se empiezan a oír hace 10 ó 15 años, yo llevo oyéndolas desde que tengo 20 años y ¿qué se ha hecho al respecto? Pues sospecho que muy poco. Y no es tanto un problema de fondos, de dinero, si no de voluntad política, de vencer temores a decir ciertas cosas y de ponerse a pensar qué tipo de país queremos.

-Los tiempos de las mayorías absolutas han quedado atrás, ¿cree que será posible un pacto en Asturias?, en la última legislatura los acuerdos fueron escasos y difíciles.

-Dependerá mucho de los resultados y jugar a un pronóstico se me hace muy complejo. Lo único que me parece claro es que no debemos aplicar la plantilla de las generales o las autonómicas o a las municipales. Y sería un error, porque lo que discutimos ahora son unas elecciones sobre Asturias y los asturianos y se me hace complejo especular con lo que pueda pasar.

-Llegamos a las autonómicas tras unas generales en las que el temor a la ultraderecha despertó una gran movilización, ¿se notará en las nuevas elecciones?

-Yo espero que vuelva a haber un voto alto porque la experiencia democrática en España suele indicar que cuando la gente se moviliza las propuestas de progreso normalmente se ven favorecidas. Es cierto que al parlamento asturiano y las municipales se llega con un grado de fragmentación altísimo. Parece mentira que en una comunidad tan pequeña haya hasta siete fuerzas con posibilidades de obtener representación, sería algo insólito. Aunque insisto en que no deberíamos movernos en esa clave porque aquí lo que importa son los intereses de Asturias, es cierto que la ola del 26 de abril todavía mojará la playa que resultará del voto en las autonómicas. Pero no sé si estos clarines, esta llamada, a  frenar a la extrema derecha volverán a ser un elemento de movilización. Lo que moviliza el voto autonómico y el municipal son factores que no necesariamente reproducen el voto a nivel general. Pienso que el gobierno está más preocupada por el gobierno más cercano, el de todos los días y que se preocupa por su vida de barrio que el estatal. Pero jugar a futuribles nos condena a errar.