No quiero presidir un desierto

Jorge Fernández

ASTURIAS

Jorge Fernández, médico y miembro de Fridays For Future Asturies
Jorge Fernández, médico y miembro de Fridays For Future Asturies

Jorge Fernández es médico y miembro de Fridays For Future Asturies

22 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiempo de elecciones. Se acaba también la última temporada de Juego de Tronos ¿Casualidad? Distintas casas se pelean por el gobierno de poniente. Absortos en la disputa ignoran que se cierne sobre los vivos la amenaza de un cambio climático. Winter is coming y las que tenemos claro que queremos luchar del lado de la vida hemos encontrado en Greta Thunberg a nuestra Aria Stark particular.

Siguiendo la estela de la jovencísima y carismática chica sueca que comenzó a faltar a clase los viernes para ir a sentarse en frente del parlamente sueco porque no soportaba la idea de que destruyesen el planeta, se ha producido todo un despertar climático de la juventud europea. Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia. Con su insistencia, viernes a viernes, Greta logró conectar con millones de personas de todo el mundo y poner frente al espejo la irresponsabilidad de nuestras élites políticas y económicas. Fridays For Future (literalmente «Viernes por el Futuro», que en España se ha traducido como «Juventud x el Clima») es el movimiento con el que miles de jóvenes llevamos meses agitando las calles y el debate social para exigir soluciones a la Emergencia Climática.

¡Nuestra casa está en llamas! No es el título de la última entrega de Cuarto Milenio, ni la nueva teoría de la conspiración anti-illuminati. Es la conclusión inequívoca que han presentado en su informe casi un centenar de científicos de todo el mundo consultados por la Organización de Naciones Unidas en octubre de 2018. No hacen falta más explicaciones. Nuestro planeta se muere. Nuestra casa está ardiendo. Porque nosotros mismos la estamos quemando. «Emergencia Climática» es el único nombre posible para la situación actual. Si seguimos empeñadas en regar la zona de combustibles (fósiles) vamos a acabar con quemaduras de tercer grado.

Todas las evidencias dejan claro que mantener nuestro actual sistema de producción y consumo es totalmente insostenible para un planeta con recursos finitos. No hay alternativa: debemos cambiar el sistema (no el clima). La única elección posible es si comenzamos a hacerlo ya o esperamos a ver con nuestros ojos las consecuencias más catastróficas seguir echando combustible a las llamas.

Para escribir este artículo, me pidieron que tratase de plantear lo que yo haría si fuese presidente de Asturies.  Una de mis prioridades básica sería luchar del lado de la vida por romper los reiterados pronósticos que alertan sobre la posibilidad de que el característico verde asturiano se acabe convirtiendo en arena de desierto.

[Habrá quienes argumenten que el desierto asturiano sería una buena manera de devolver la arena a la Playa de San Lorenzo, lo que pasa es que con la subida del nivel del mar la playa quedaría más cerca de La Camocha seguramente.]

Puestos a combatir del lado de la vida y contra el desierto, parece clave poder aprender de los errores cometidos en las últimas décadas. Lo malo que tiene ganar las elecciones casi siempre en un territorio es que, tras gestionarlo durante décadas, te acabas convirtiendo en responsable evidente de los males que lo asolan. A la FSA (el PSOE de Asturies) le pasa un poco esto.

Por contarlo en términos de sábado noche, podríamos decir que a la FSA le gusta la gasolina. No deben de ser coincidencia las permanentes protestas de los bomberos por sus precarias condiciones laborales y los incendios que no dejan de destrozar nuestra tierra.

La despreocupación en el control de la contaminación industrial nos ha acabado acostumbrando a esas nubes naranjas que recorren la zona central semana sí, semana no. Esto seguramente tendrá algo que ver con la posición de vanguardia que ocupamos con 6 de los 10 concejos con mayor tasa de cáncer de pulmón de España.

Las buenas migas con Alsa nos han dejado un sistema de transporte público literalmente diseñado por el enemigo sin parada de tren en el HUCA, ni en el aeropuerto y con una conexión más lenta que el teletexto con las alas del territorio asturiano. La mejor metáfora del modelo de defensa del transporte público de la FSA es tener que elegir por hacer exactamente el mismo trayecto Uviéu ? Xixón en tren por 3,80€ o en Alsa por 2,50€.

Entre las joyas de la corona está también una reconversión industrial fallida. Fallida para algunos (a Villa y algunos de sus compañeros de sindicato y partido todo parece indicar que les fue bastante bien). En este proceso se despilfarraron colosales fondos públicos que habrían servido para poner en marcha una apuesta decidida por las energías renovables, sin generar ningún tipo de tejido industrial alternativo. Un truco de magia brillante.

En Xixón, la FSA comparten éxito de gestión con Foro, siendo multados por la Unión Europea por incumplir la normativa de depuración de aguas (siempre podremos decirles a los turistas que bañarse en aguas fecales is tipical Asturias o algo).

En Uviéu el alcalde, Wenceslao López, empeñado por aferrarse al «legado verde» de su partido ha hecho de la defensa de la Ronda Norte una de las líneas principales de su campaña. Esto significa literalmente cargarse el entorno natural del Monte Naranco con un enorme agujero (porque el metrotrén no era suficiente, supongo).

Puestos a aprender de los errores cometidos en el pasado, creo que para gobernar Asturies poniendo la vida en el centro es imprescindible no tener las manos atadas. En el inevitable proceso de Transición Ecológica va a haber, claro está, resistencias. Siempre que se pretende cambiar un sistema, cabe esperar resistencias de los elementos que más cómodos se encuentran con el statu quo imperante. Después de años y años invirtiendo en la quema de combustibles fósiles, a las grandes empresas energéticas les hace más bien poca gracia la transición hacia un modelo energético basado en las renovables. Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, EDP y Viesgo son la péntada que controlan la práctica totalidad del mercado energético español. Ese que nos concede el dudoso honor de pagar la factura de la luz más cara de Europa. Son también el lobby más poderoso que se opone a la transición ecológica (si nos descuidamos le ponen hasta un impuesto al Sol). Su influencia se extiende a los grandes medios de comunicación, el poder financiero y los partidos políticos. Para hacer valer sus intereses se compran expresidentes y exministros como tú te compras papel higiénico (les sirven un poco para lo mismo). Felipe González, José María Aznar, Elena Salgado, Pio García-Escudero… la lista de expolíticos que se sientan en sus consejos de administración es interminable. Resulta complicado creer que partidos como el PSOE, el PP o el PNV que tienen a una buena parte de sus máximos dirigentes cobrando la electrosopaboba, puedan tomar medidas decididas en contra de sus futuros empleadores y a favor del planeta y de la vida.

Aprendiendo del pasado, con las manos desatadas, sin compañeros de partido cobrando del electrolobby, ni grandes bancos que te perdonen deudas millonarias a cambio de favores inconfesables, sí se pueden tomar una serie de medidas a favor de Asturies. Poner en marcha  un proyecto de futuro que haga frente a los retos que nos plantea el siglo XXI: la democratización de la economía (por aquello de no ser mercancía en manos de políticos y banqueros), la construcción de una sociedad feminista con las mujeres en el lugar que les corresponde y la transición ecológica como garantía de futuro.

Podríamos comenzar con lo más básico: un sistema eficaz de depuración de aguas para Xixón, abortar la Ronda Norte y la planta de asfalto de Priorio, cambiar la ley de montes para desincentivar la quema intencionada de nuestra naturaleza, invertir recursos públicos en garantizar un sistema de transporte público que sea rápido y mucho más barato que el privado, que tenga además conexión con el aeropuerto y el HUCA, apostar por la peatonalización y en general por ciudades más pensadas para los viandantes y las bicis y menos para los coches.

Se podrían también afrontar proyectos de mayor valentía: declarar el Estado de Emergencia Climática y elaborar un plan ambicioso de reducción de emisiones que se ajuste a las recomendaciones de los informes científicos y apostar por la participación pública de las principales industrias asturianas para evitar el permanente chantaje de «cáncer o deslocalización» (algo plenamente vigente en el sector energético francés, con el bolchevique Enmanuel Macrón a los mandos del país). Podríamos destinar fondos a una línea estratégica de investigación sobre transición ecológica centrada en las energías renovables, diseñar todo un sistema de incentivos fiscales a las actividades ecológicamente responsables y usar el peso de la contratación pública para premiar a las empresas que se tomen en serio este reto. Ayudaría muchísimo para llevar a cabo todo esto que los que más tienen contribuyan a la sociedad con la parte de impuestos que les corresponde (ponernos en la media europea de recaudación, sería un gran avance).

No estaría de más tampoco extender y blindar los derechos sociales, incluir el 0 a 3 y la universidad como periodos educativos públicos y gratuitos (como ya ocurre en muchos países europeos), acabar con las listas de espera sanitarias y poner coto a los intereses farmacéuticos que incrementan la factura de la financiación sanitaria, apostar por un modelo sanitario más centrado en la prevención e invertir una parte importante del presupuesto en un plan de choque para frenar el exilio juvenil (porque 40.000 jóvenes perdidos en 10 años debería ser suficiente).

No existe presidente, ni Greta Thunberg, ni Aria Stark que vaya a venir a ganar por nosotras las batallas de nuestra generación. La lucha por la vida, por poner la vida en el centro, ni siquiera se gana con espadas. Solo podemos ganarla sembrando en colectivo, regando día a día entre todas.

Las instituciones son espacios con muchísimo poder y con una capacidad de transformación social incuestionable. Sería un error imperdonable dejar en manos de los enemigos de la vida tales herramientas, como también lo sería pensar que son las únicas herramientas que necesitamos.

Esta semana hay que ir a votar 2 veces. El próximo viernes 24 de mayo hay que votar viniendo a la manifestación convocada por Fridays For Future a las 18.00 en la estación central de tren de Uviéu. Y el domingo 26 es urgente salir a llenar las urnas de votos por el planeta y por el futuro de nuestra generación.

Solo os pido un último favor, compañeras y compañeros dinosaurios: no votéis por el meteorito.