Un hotel al que los huéspedes solo pueden llegar a pie y las maletas en «quad»

M. FERNÁNDEZ XOSÉ CARREIRA

ASTURIAS

MANUEL

A la Casa de Aldea de Río de Porcos, en el concejo de Ibias, solo se accede cruzando una pasarela peatonal

25 may 2019 . Actualizado a las 10:17 h.

Si busca paz y serenidad, debe seguir leyendo. A Río de Porcos se va para conectar con la naturaleza en un lugar, de belleza especial, que aporta la máxima tranquilidad. Es para perderse. Y ese es una de los objetivos de quienes gestionan la casa de aldea o hotel rural del lugar, llamada Chao de Castro. Está en territorio asturiano, justo en la llende  que traza el Navia con Galicia. En un lado A Fonsagrada y Navia (Lugo) y, en el otro, Ibias (Asturias), desde allí llegaron los protagonistas de esta peripecia.

Es difícil describir la postal de este territorio, lejos de casi todo para fortuna de los que quieren tranquilidad. La aldea, de muy pocas casas y habitualmente sin vecinos, cuelga en una suave ladera que está encajonada entre montañas. En el fondo duerme el río Navia, aumentado a la fuerza por la presa de Salime. El cauce formar en algunos lugares atractivos meandros.

No hay asfalto. Los accesos son de piedra. Algunos operadores de móvil se achican. A cambio, el visitante tiene la posibilidad de hacer unas rutas de primera. Dicen algunas guías de turismo asturianas que el lugar «es como si fuera de creación divina». Lo es.

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«Cuando entra una reserva, lo primero que hago es contactar personalmente con los clientes para explicarles la manera de llegar. El día de su llegada les pido que, cuando quede poco trayecto y tengan cobertura de móvil, aprovechen para volver a contactarnos para asegurar que todo les va bien e ir a esperarlos», asegura Elma, la mujer que gestiona la casa de aldea de Chao do Castro. Y es que en este hotel rural, los dueños van a buscar a los huéspedes. Y nada de coche de más o menos lujo porque no sirve. En quad. Ese el vehículo que conecta con la casa.

Una de las arterias principales de comunicación es la carretera provincial LU P 1910 que conecta con otra que va a Negueira. En algún momento, casi encima de la cuenca del embalse, hay que tomar el desvío a Río de Porcos en el que un letrero de pizarra anuncia la casa rural. Esta vía, en territorio gallego, es la única que tiene asfalto en la zona. Siguiéndola se llega a la pasarela o puente peatonal que une Galicia a Asturias sobre las aguas del Navia. Es el nudo gordiano de las comunicaciones del pueblo.

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Los huéspedes tienen que dejar el coche en la parte gallega y bajar las maletas. Del transporte se encargan los del hotel rural. Al otro lado del puente tienen una carretilla de aluminio por si alguno de los clientes llega con maletas pesadas y sin ruedas.

Al final de la pasarela espera el quad que habitualmente maneja Carlos y al que acompaña el perro Blues, que también hace las veces de recepcionista. Las maletas van en un receptáculo del vehículo y los huéspedes, suben hacia la casa a través de un interesante camino que cruza la aldea.

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Esta es la mejor opción de acceso. Hay un camino a través de las montañas hacia Ibias, pero el trayecto es complicado y largo. Entrar por la parte gallega les pareció la mejor alternativa.

La pasada semana Elma y Carlos cerraron por un compromiso familiar y marcharon a Oviedo. Aprovecharon, además, para llenar el coche con víveres para la casa. Pastas, arroces, conservas y otro tipo de alimentos son transportados a mano a través de la pasarela peatonal y del valioso quad. La despensa se completa con los productos que proceden de las huertas que atienden en la casa.