El detonante de la (no) sorprendente renuncia de Juan Vázquez

Juan M. Arribas

ASTURIAS

Ciudadanos oviedo.Inés Arrimadas con Ignacio Cuesta, Juan Vázquez, Ignacio Prendes y Nicanor García, en Oviedo
Inés Arrimadas con Ignacio Cuesta, Juan Vázquez, Ignacio Prendes y Nicanor García, en Oviedo EP

El pacto de Ciudadanos con el PP en Oviedo fue un aspecto decisivo en la marcha del cabeza de lista naranja

25 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La breve historia de Juan Vázquez en la política, el verso libre de Ciudadanos, ha sido una carrera a contracorriente dentro de su propio partido. Socialdemócrata confeso, de convicciones moderadas y de centro izquierda, Vázquez ha chocado con el giro conservador en la orientación de Ciudadanos que cristalizó en el pacto con el PP en Oviedo. La decisión final que otorgó la alcaldía de la capital a Alfredo Canteli con todas sus derivadas (ruptura de diálogo regional con el PSOE) fue un detonante decisivo en la marcha de Vázquez. El cabeza de lista de C’s intentó sin éxito marcar la línea de su partido pese a ser un independiente. Vázquez llegó a exhibir en algún debate interno su tirón personal en el 26-M, que llevó a su candidatura a lograr más votos que los candidatos municipales, especialmente en Oviedo. Pero el aparato del partido siguió las directrices de Rivera. 

Vázquez apeló a la disidencia y al valor de los disidentes cuando Inés Arrimadas afirmó en plena campaña autonómica que el PP era el socio preferente de Ciudadanos. Las declaraciones de Arrimadas chirriaban con las convicciones personales de Vázquez pero el exrector esperaba que las posiciones no fuesen inamovibles. Por eso el 31 de mayo, unos días después de las elecciones, Vázquez tendió la mano al PSOE de Adrián Barbón para alcanzar acuerdos sólidos. «La esencia de un partido modernizador y renovador como Ciudadanos es hacer pactos de centro y de gobernabilidad y no con los extremos», dijo mientras remarcaba su carácter de independiente y elogiaba a Manuel Valls. Horas después, Ignacio Prendes, diputado nacional y representante de las esencias del partido, matizaba su apoyo a Valls y pedía al PSOE que se  posicionase y moviese ficha. La negociación para hacerse con la alcaldía de Oviedo aún no había empezado, pero Vázquez quería marcar la línea: el PSOE también podría ser un socio preferente. Fue el primer choque de trenes.

De música de fondo había un runrún insistente. La posibilidad de que el PSOE pudiese ceder la presidencia de la Junta a Vázquez en el caso de que Ciudadanos apoyase la alcaldía de Wenceslao López. Las declaraciones del cabeza de lista de C’s abrían puertas para una negociación que finalmente no se llevó a cabo. Porque el exrector defendía abiertamente en su partido la necesidad de un diálogo global con el PSOE con luz y taquígrafos, como estaba sucediendo en otras comunidades. Una negociación regional con Adrián Barbón y la FSA en la que también hubiese espacio para debatir el futuro del el Ayuntamiento de Oviedo. Esa posición provocó un fuerte debate interno en la formación naranja entre los partidarios de pactar con el PSOE y los militantes que se inclinaban por el PP. Entre estos últimos se encontrarían ediles de Oviedo, que preferían la solución Canteli.

La negociación con Barbón que no llegó

El anuncio de Adrián Barbón de vincular directamente la negociación de la alcaldía a los pactos regionales cayó como un bombazo en la sede de Ciudadanos. Juan Vázquez veía cómo sus posibilidades de alcanzar acuerdos reales de gobierno a nivel regional se desvanecían si C’s pactaba finalmente la alcaldía con Canteli. El exrector presionó y exhibió en alguna discusión sus apoyos: su candidatura regional había conseguido más peso que las candidaturas municipales: de hecho en Oviedo había logrado 4.200 votos más que el propio Ignacio Cuesta. Era independiente, sí, pero su opinión tenía que ser tenida en cuenta: estaba avalado por sus resultados. Vázquez percibió en los días que transcurrieron del 10 al 14 de junio que el acuerdo con el PP en Oviedo era inevitable y que las conversaciones con el PSOE eran un paripé. La llegada de Fran Hervías a Oviedo en la tarde del 14 de junio confirmó lo anterior. Una última llamada de Nacho Cuesta a Wenceslao López pidiendo su voto fue la puntilla.

A partir de entonces, del 15 de junio en el que se fraguó el acuerdo PP-Ciudadanos en Oviedo, Vázquez quizá pudo constatar que la transversalidad de la formación naranja era historia en sus líneas principales. Que las conversaciones que había mantenido en diciembre con Albert Rivera, de su sintonía personal, habían quedado en agua de borrajas. Tras unos días de reflexión, el exrector decidió el abandono de la actividad política. Una decisión sorprendente, pero consecuente con su ideario, con sus convicciones personales que nunca ha ocultado. Y la constatación que la disidencia política es cada vez más compleja en las organizaciones.