Los editores de la revista Atlántica XXII anuncian su desaparición

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Despedida de Atlántica XXII
Despedida de Atlántica XXII

Responsibilizan de su cierre «al boicot y el acoso de los grandes poderes, con un medio sin empresa detrás, autogestionado exclusivamente por un grupo de periodistas»

26 jun 2019 . Actualizado a las 12:55 h.

La empresa editora de Atlántica XXII ha utilizado las redes social como el canal para anunciar la desaparición de la revista. El número 62, que es el que está ahora mismo a la venta, será el último. La falta de publicidad, sobre todo de la institucional, es el argumento que alegan para explicar las razones por la que la publicación deja de editarse. Por sí misma, no es rentable. Las ventas y, sobre todo, las suscripciones les han permitido llegar hasta aquí. En la actualidad cuenta con 800 abonados, una cifra que número tras número ha seguido creciendo. Los editores ponen punto y final a diez años y medio de trabajo que califican como «una singular aventura» en la que nunca han faltado a su cita bimestral con los lectores, lo que aseguran que ha sido «un verdadero milagro que se podría estudiar en las Facultades de Económicas, más que en las de Periodismo».

La despedida de los editores no se deja nada en el tintero. «Se deja de editar exclusivamente por una razón, que desde el principio impidió su rentabilidad: la falta de publicidad», señalan. No se quedan en la superficie y se desnudan un poco más. Así que reconocen que «si la ausencia de publicidad acabó matando a la revista, la de la institucional fue la herida mortal». Nada mejor que sus propias palabras para explicar lo que estos periodistas dicen haber vivido en la última década: «Soportó un auténtico boicot de la publicidad institucional, prácticamente de todas las Administraciones, porque jamás recibió el trato equitativo y obligado legalmente que le correspondía por sus ventas y su incidencia social en ninguna de ellas. Pero ese acoso y ese estrangulamiento por la vía de la publicidad institucional- que es un verdadero fondo de reptiles con el que el poder mantiene a medios afines y castiga a los críticos- fue verdaderamente escandaloso por parte del Principado, especialmente con los gobiernos de Javier Fernández». Ese comportamiento de la Administración asturiana, denuncian, se reprodujo después en el sector privado. Dicen tener testimonios que confirmar que, salvo excepciones, «el miedo al poder y a sus represalias de muchos empresarios asturianos, en proyectos, inversiones y negocios si se anunciaban en Atlántica XXII» fue lo que les desanimó a pagar publicidad. Lo que ven, y lamentan, es que en Asturias sigue habiendo «una sociedad donde el clientelismo y el pesebrismo siguen siendo una lacra». 

Más allá de las penurias económicas con las que Atlántica XXII ha convivido estos diez años y medio, están la parte profesional, la periodística. A esa también se refiere la despedida. «Ese milagro de más de una década haciendo buen periodismo frente al boicot y el acoso de los grandes poderes, con un medio sin empresa detrás, autogestionado exclusivamente por un grupo de periodistas, es para quienes lo hicimos posible motivo de orgullo y satisfacción», describen. Asumen su desaparición como «una pérdida de calidad democrática para la sociedad asturiana, pero también para la española». Aseguran que muchas de las opiniones críticas de las que se han hecho eco no tiene hueco en otros medios.