¿Es posible un verano saludable? No lo dudes. Te ofrecemos una serie de consejos irrechazables

El verano es el tiempo del hedonismo pero puede convertirse también en un peligro para la báscula. Comidas copiosas, desayunos calóricos, horas de tumbona, postres interminables y bebidas azucaradas tienen sus consecuencias para la salud y también para el cinturón. ¿Es posible un verano saludable? No lo dudes. Te ofrecemos una serie de consejos para que septiembre no se traduzca en el mes de la dieta.  

Podemos empezar por el desayuno. Vamos a ello: olvídate del zumo y opta por la fruta entera, trozos de sandía, de melón o cualquier fruta de verano. Si prefieres comenzar con un lácteo, echa mano a los frutos secos y con tan solo dos ingredientes conseguirás proteínas, carbohidratos y grasas saludables. También puedes añadir frutas del bosque, plátano o manzana o cualquier otra fruta que te apetezca. Si no puedes arrancar el día sin pan, porque eres un panadicto, puedes optar por panes de semillas y cereales. Un ejemplo: una tostada de tomate, aceite de oliva y jamón serrano es ideal para arrancar un gran día. Sencillo y muy natural. Así evitas picar entre horas y de paso la bollería industrial y los embutidos grasos que puedes encontrar en muchos buffets de hotel. Te recomendamos este desayuno, una crema de avena y manzana que puedes conseguir en solo diez minutos.

Comer fuera de casa

¿Y la comida? El verano es tiempo de comer fuera de casa y de largas (y pesadas) digestiones en familia o con amigos. En primer lugar, si normalmente cuidas tu alimentación, ¿por qué no lo puedes seguir haciendo en verano. Elige en la carta vegetales y alimentos bajos en grasa y por guarniciones como patatas al vapor o ensaladas. Y recuerda que no tienes por qué comerte todo el plato. Ya sabemos que las raciones de los restaurantes o chiringuitos son más grandes de lo normal, de lo que solemos comer en casa a lo largo del año. Piénsalo bien: no es obligatorio comérselo, nuestro cuerpo no necesita tanto alimento. Además muchos restaurantes ya ofrecen la opción de llevarse a casa lo que no nos hemos comido. Por cierto, a la hora del postre no te dejes llevar por los ojos. Un sorbete o una macedonia de frutas son también deliciosos (y tienen muchas menos calorías).

¿Y beber?

Y llega el turno a la bebida. Verano, calor y una cerveza fresquísima, una buena combinación si no se repite con exceso, porque el efecto es una acumulación de calorías que pasa factura a nuestro organismo. Un aporte exagerado que a veces pasa desapercibido. Controla lo que bebes en verano, especialmente bebidas azucaradas y alcohol. Sustitúyelas por opciones más saludables como tés o infusiones heladas, smoothies naturales sin azúcar añadido o granizados. Porque un zumo de naranja, un granizado de limón, una copa de vino o unos culetes de sidra parecen inofensivos, pero pueden suponer entre 600 y 1000 kilocalorías o más a la semana. Así que aplícate estos consejos: en la nevera ten siempre agua, a la que puedes agregar un poco de zumo natural o unos trozos de fruta troceada para salir del aburrimiento. Las infusiones heladas, el té frío o el café con poca cantidad de leche son bebidas que te refrescan y aportan muy pocas calorías. Y en las concurridas terrazas de verano, elige bien tu bebida. Una clara, mitad cerveza mitad gaseosa, un tinto de verano ligero o un refresco light, son bebidas que te ayudarán a aligerar la ingesta de calorías vacías.

Y mueve el cuerpo

Y no olvides el deporte. La actividad física es muy necesaria en vacaciones. Evita las horas más calurosas, hidrátate con mimo, equípate convenientemente, disfruta de tu deporte preferido con buena compañía si es posible. No solo te mantendrá en forma sino que conseguirás paliar los excesos calóricos del verano.