Cada maestrillo tiene su librillo y cada presidente su gabinete. Las diferencias entre el Gobierno del nuevo presidente del Principado Adrián Barbón y su predecesor Javier Fernández, no se reducen al cambio de composición de los miembros del Ejecutivo ni tampoco al hecho de que hayan aumentado, hasta diez, el número de consejerías. Tampoco nos referimos a diferencias generacionales, o de talante sino a las físicas, a las que se pueden reconocer a simple vista viendo una imagen de la reunión en la sede del Gobierno. Hay, al menos, cuatro ¿eres capaz de encontrarlas?
Quizá la primera que salta a la vista en la mesa que ha cambiado. Adrian Barbón eligió para su Camelot de Suárez de la Riva una mesa redonda, o por lo menos, redondeada por las esquinas, frente a la de cuatro ángulos del presidente Fernández. Las sillas en las que se sientan los consejeros también son distintas y se incluyen entre los cambios de mobilario.
Hay que fijarse algo más para apreciar que las banderas del fondo (de izquierda a derecha, asturiana, española y europea) han cambiado de sitio. La secuencia se mantiene pero ahora la asturiana, con su cruz de la Victoria y con su alfa y su omega, es la que queda más cerca del presidente Barbón.
Por último está la cuestión del adorno de la pared. Javier Fernández había elegido una de las pinturas que forma parte del fondo de óleos (y acrílicos) propiedad del Gobierno asturiano y perteneciente al catálogo de autores autóctonos contemporáneos. Barbón ha optado por encargar un escudo de metal con los símbolos del Principado, la cruz y la corona, justo detrás de él, sobre su cabeza.