«La izquierda no tiene estudiados los mensajes que tiene que dar, la socialdemocracia últimamente no lucha»

ASTURIAS

Enrique del Teso
Enrique del Teso

Enrique del Teso presenta su ensayo «Más que palabras» sobre la construcción del discurso político y la hegemonía neoliberal

25 sep 2019 . Actualizado a las 13:57 h.

En un momento de gran convulsión política, tanto en España como a nivel internacional, ha surgido muchos debates sobre la importancia del discurso, el peso de «el relato» en las estrategias de partidos y movimientos y la tensión entre la necesidad legítima de persuadir en el campo electoral frente a lo que es pura manipulación de los votantes. «Más que palabras» (Ediciones Trea) es título del ensayo del profesor de la Universidad de Oviedo, Enrique del Teso, también articulista de La Voz, que recoge sus reflexiones sobre la construcción de estos discursos y que se presentará hoy, a las 20.00 horas en la Casa del Libro de Gijón) con la participación del escritor Xandru Fernández.

-La importancia de las palabras, del discurso, se ha debatido mucho en la era de las «fake news».

-Lo que sucede ahora mismo es que hay una ideología, que es la neoliberal, y que siendo una ideología que perjudica a la mayoría está muy asumida. En parte porque la gente cree que es inevitable o porque cada uno cree que los demás piensan que es así, que eso es lo correcto; o porque creen que cualquier alternativa es peor. ¿Por qué hay este convencimiento? Si tú ahora preguntas a la gente si sería buena idea proponer a la Unión Europea nacionalizar las empresas energéticas, la gente considera que eso es imposible; ¿hacer unos impuestos más progresivos? La gente cree que es imposible. Las pensiones, la gente está convencida de que es algo que no se va a mantener; que la enseñanza o la sanidad no son sostenibles. Y esos convencimientos son objeto de una propaganda persistente. Cuando hablamos de fake news, del márketing y demás, son propagandas de recorrido corto, que pueden servirte para ganar unas elecciones y en eso la izquierda y la derecha son igual de eficaces. Es decir, el PP y el PSOE pueden ganar las elecciones, cualquiera de los dos; pero la posibilidad de que el PSOE haga una política que no sea neoliberal es muy baja. En cambio el PP puede desarrollar una política no sólo neoliberal sino cada vez más agresiva. Y lo que es posible o imposible en política lo determina lo que la gente crea y lo que la gente esté dispuesta a hacer. ¿Cómo se llega a este estado cultural? Pues porque el neoliberalismo lleva mucho tiempo, invirtiendo mucho dinero en aspectos de propaganda que no son exactamente campañas concretas sino presencia indefinida en los organismos, influencia en determinados foros; el ejemplo es el Informe PISA en educación, que es un monumento neoliberal y esto se consigue haciendo no cosas panfletarias, se trata de influir y poco a poco se va haciendo un cambio profundo.

-Así se reparten los bloques del ensayo.

-La cuestión del libro empieza porque la gente entienda cómo funciona la propaganda entendiendo cómo funciona la comunicación, por qué somos tan vulnerables a determinados mensajes; el sistema conceptual que tenemos en mente es mucho más volátil de lo que la gente cree, pensamos que tenemos una memoria en la que las cosas están fijas y no es así, es muy fácil hacer circular palabras e imágenes que modifican radicalmente la forma que tenemos de pensar. También hay una relación, que no se suele captar bien, entre lo que son los convencimientos y lo que son las conductas. Pensamos que si a mí no me gusta que me roben y veo que un partido roba, será castigado por eso y no funciona así. También hablo de por qué a veces es útil decir mentiras groseras, que ni siquiera el que las dice pretende que las demás las crean, pero que tienen en un efecto en la propaganda y en el ambiente. Puedo decir una mentira para que los que están de acuerdo conmigo sea en lenguaje con el que repiten mi mensaje y así convierto a mis seguidores en propagandistas.  Lo peor que te puede pasar es quedarte callado, es no tener palabras, entonces aunque sean absurdas, si tú creas clichés eso va a funcionar. Este tema de la postverdad, que la gente reaccione más a los relatos que a los hechos, incluso cuando le constan los hechos, intento explicarlo con los mecanismos de la comunicación pública. Y en el libro señalo que la izquierda está ausente en esto, se considera éticamente superior a la derecha, que no tiene nada que ocultar y que es la derecha la que oculta sus verdaderas intenciones y en cierta manera la izquierda tiene sobreestimada la verdad. Si digo la verdad y la demuestro ¿qué más persuasivo puede haber que eso? Y yo intento explicar ahí que la verdad es sólo una parte del trabajo, que la izquierda tiene que crear discurso que ahora mismo no lo tiene.

-¿Cree que la izquierda también debería crear su discurso de esa misma manera?

-Evidentemente, pero sobre todo tiene que sintonizar, tiene que empatizar con la gente, que muchas veces creemos que lo que tenemos que hacer es decir lo que pensamos y eso no sirve. Cito un caso que fue extremo en EEUU pero que nos da la pauta. Cuando  Bush hijo se enfrentó a Al Gore, que era el típico liberal demócrata que para el escenario americano sería izquierdista, culto; mientras que Bush era un personaje barbarote, tejano, fue la imagen que le hicieron, pero la gente llegó a sentir más cercanía por la forma en que le hablaba que por la riqueza que tuviera. Yo podría pensar que Ana Botín tiene poco que ver conmigo porque yo no soy rico pero la gente escucha más al que no le mira por encima del hombro, al que no le da clases, que no es condescendiente. La izquierda debe entrar en este juego de propaganda profunda y modular sus mensajes con un discurso propio porque si eres reactivo, si sólo te opones a lo que dice la otra parte, y con el lenguaje de la otra parte, el marco que crean ellos es el que está funcionando. Si el neoliberalismo dice que las pensiones no son sostenibles y yo te intento demostrar que sí lo son, da igual que tenga razón, ya dije la palabra sostenible, ya acepté el tema como ellos lo plantean. Por ejemplo Wert decía que si alguien no tiene dinero para la educación de su hijo es que lo gasta en otra cosa, como si al pagar las matrículas no tuvieras para pagar un viaje a EEUU. No puedo discutir con su lenguaje, en vez de hablar de bienestar hay que darle la vuelta. Bienestar es todo lo que sea subsistencia, la casa, la comida, la educación, la sanidad, y la vejez. El que no llega a eso pobre, el que sólo tiene eso vive en la subsistencia, y el que tiene más que eso tiene bienestar. En un país como España, el bienestar es un derecho, no vivir para la subsistencia; no podemos asociar, como pretendía Wert, bienestar con lujo, sino con el reparto. Y con la paz social, porque cuando la desigualdad se hace crítica hay conflicto.  No podemos aceptar el marco conceptual desde el que quieren eliminar eso que llamamos clase media, que es eliminar que sea un derecho vivir más allá de la subsistencia. Y creo que la izquierda no tiene bien estudiados los mensajes que tiene que dar, la socialdemocracia últimamente no lucha, es tan izquierdista como se pueda ser sin luchar, sin enfrentarse abiertamente con ciertos poderes. En la segunda parte del libro entro en conceptos que están en el discurso, como la nación, el estado del bienestar, y en el tercer capítulo el fenómeno emergente de la extrema derecha, el fascismo que aparece con su propia carga terminológica. Y hay batallas que se pueden dar, por lo menos en la forma de comunicarte con la gente.

-Ha mencionado la cuestión de la nación, ha habido crítica en España por cómo izquierda corteja al nacionalismo, ¿lo comparte?

-No digo que toda la izquierda esté despistada pero hay dos despistes izquierdistas con lo de la nación. Uno es el internacionalismo, que la nación no cuenta, que lo que cuenta es la identidad de clase, pero no es así. La clase social nunca creó la emoción que crea el estado-nación. La nación y la familia son emociones inevitables, necesitan un grupo pequeño, que es la asamblea, y uno más grande, que es la tribu, en el que te sientas protegido sin merecerlo, es un mecanismo de apego. Da igual que queramos hacer una cosa que otra, va a ser así siempre y si no es la nación la que funciona va a ser la religión, que es el otro mecanismo colectivo compulsivo que identifica a la gente, pero la nación es algo configurable democráticamente y la religión no. El internacionalismo es un error, pero pensar que el Estado es aquello que te protege cuando los empresarios lo que están haciendo es traer inmigración pobre para pagarles muy poco y con esa mano de obra barata derrumbar los sueldos de los demás y creer de ahí que el estado debe protegerte de la inmigración pobre pues ya estarás, como está pasando con Fusaro en Italia, que va de marxista y se está dando la mano con Salvini. Y esto también es un error. Al neoliberalismo el Estado le molesta hacia dentro y hacia fuera, porque tiene reglas. En España tuvimos un ejemplo muy claro cuando quiso instalarse Eurovegas en Madrid y quería que se pudiera fumar, un tipo de contratos que eran ilegales, las grandes empresas no quieren que haya reglas, que sea intemperie todo. A ellos les molesta el Estado, pero cuidado, a la extrema derecha no. ¿Qué tiene que hacer la izquierda con el Estado? Pues tiene que existir porque atrapa e institucionaliza una emoción colectiva que va a existir igualmente y que puede funcionar democráticamente y que además te protege de los poderosos de dentro y de fuera que quieren hacer lo que quieran, no te protege del pobre de fuera, esa es la parte en que no debemos entrar. Si se dan sueldos de hambre a inmigrantes, el problema no es la palabra inmigrante, sino la expresión sueldo de hambre. Nadie en España tiene que vivir en la subsistencia, este es un país que tiene recursos suficientes para que no sea así. Hay una confusión en una parte de la izquierda, la que añora el internacionalismo y la que se da la mano con Salvini, con la extrema derecha vía nacionalismo, pero no digo que sea generalizado. Buena parte de la izquierda, aunque sea de forma intuitiva, lo entiende. De todas formas el discurso de Estado, nación e inmigración, en España no caló del todo, en Italia ya es muy intenso y conviene tener las ideas claras y el lenguaje claro.

-¿Qué peligro tiene la extrema derecha en España?

-La extrema derecha tiene un peligro en todas partes y es que es viable porque tiene quien la financie. La extrema izquierda no existe, es decir Podemos no es extrema izquierda, no quiere nacionalizar la banca, pero Vox sí quiere eliminar las pensiones, no se pueden hacer juegos de equivalencias. Vox no está en el género de Salvini, es otra cosa, un residuo de otra época que tuvo ahora un repunte, todavía se les nota demasiado que son niñatos ricos, que son demasiado señoritos, no tienen todavía la impostura de la clase baja, intentan entrar en ese juego de «hablar claro» que funciona en otros sitios pero aquí no lo hacen bien. Tienen tendencia a encogerse pero Vox puede tener una metástasis en cualquier momento porque ya es un espacio creado. En cualquier momento puede mutar porque además lo están naturalizando mucho al meterlo en las instituciones tanto PP como Ciudadanos. Esto es algo que debería tener muy claro el PSOE, que quien naturaliza a Vox no está cualificado para hablar de temas comunes. Ciudadanos está gobernando Madrid y Andalucía con Vox y haciendo lo que ellos dicen en cuestiones tan crueles como la violencia de género, así que no es un partido con el que se pueda hablar en serio de las cosas comunes. Vox todavía no está orientado a Orban o Salvini porque ellos en el fondo son franquistas, son señoritos y meapilas, no son el tipo de personaje que encarna esta nueva derecha, pero el espacio está creado. Y la cuestión es que cuando se crea un espacio se puede redefinir muy fácilmente. Ese fue el efecto que causó Podemos, que se encogió, es evidente que tiene menos diputados, pero cayó como una bomba, abrió un hueco que no está rellenado el PSOE, y ese espacio puede redefinirse en cualquier momento por otra circunstancia porque aparezca un líder. En el caso de la extrema derecha ahí se abrió un hueco, es algo que se puede manejar y la amenaza está ahí.

-Tras confirmarse la repetición electoral, ¿qué espera de los discursos políticos de aquí a noviembre?

-Creo que el único que tiene claro lo que debe hacer es Pedro Sánchez, que es presentarse como la opción moderada, sabe que tiene a su favor la inercia de estar en el poder, sabe que tiene en contra la enorme frustración que causó que no fuera capaz de formar gobierno y va a tener que lidiar con la acusación de ser incapaz. Seguramente se le va atacar mucho desde la izquierda pero él más bien estará mirando hacia Ciudadanos, que va a perder mucho apoyo. De Sánchez espero un discurso tirando a derechista. En el caso de Podemos espero más de lo mismo, y lo mejor que pueden hacer es no entrar en confrontación con Errejón porque si algo puede causar más hastío del que hay es que encima el eje de la campaña sea «tú hiciste y tú dijiste». En el caso de la derecha no sé si Casado sabe muy bien lo que tiene que hacer, más o menos le tiene comida ya buena tajada a Vox y otra a Ciudadanos, pero no sabe si tiene que ir por la vía de «el felón» y el enemigo de la patria o si cambiará el lenguaje. Es que va a depender de que crea que puede ganar o no, si hay posibilidad de que las derechas sumen entonces me imagino que será más bronco. Lo que sí tengo claro es que si gana el PSOE sin mayoría absoluta va a haber una fortísima presión de poderes económicos para que el PP se abstenga, igual que la tuvo en su día Sánchez para dejar a Rajoy en La Moncloa. El mayor de los misterios es cuál va a ser el contenido de la campaña de Errejón, cabe pensar que se presente sólo en sitios muy poblados y seguramente en sitio donde ya haya otras marcas funcionando que se asocien con él, no me lo imagino en Cataluña salvo que se asociara con los comunes. Y lo que pasa es que a Errejón se le está cortejando desde, digamos, alguna de las áreas concéntricas del PSOE como el «podemita bueno» y ese es un papel que no creo que le convenga y está claro que más pronto que tarde tiene que empezar a dar contenido a su campaña, algo que no sea mera buen cara y, a la vez, algo que se distinga de Podemos. Errejón tiene una cosa a su favor, todo aquel encanto transversal hay mucha gente dispuesta a verlo en él pero eso tiene que convertirlo en mensaje. Desde luego, la mera moderación no le va a funcionar.