La leyenda de que Jacques Chirac era asturiano

ASTURIAS

Durante años se reiteró el rumor de que la verdadera identidad del político era la de un niño de la guerra, el caso inspiró una novela

27 sep 2019 . Actualizado a las 16:47 h.

Si no era veraz estaba tan bien contado que daban ganas de creerlo. Durante décadas, una leyenda hizo correr ríos de tinta en periódicos nacionales y regionales sobre los verdaderos orígenes del, primero, alcalde de París y, luego, nada menos que presidente de la República Francesa. Que Jacques Chirac era en realidad asturiano, un niño de la guerra, trasladado para huir de los bombardeos desde su pueblo natal, Ablaña en Mieres, hacia Burdeos camino a Cataluña, pero que se pierde o es adoptado por una familia francesa en los convulsos años que hicieron seguir a la Guerra Civil española una guerra mundial. Y muchos años después, al final de los 70, la famila asturiana descubría el enorme parecido del político emergente francés con sus supuestos hermanos. Y lo cierto es que el caso llegó a la prensa.

Quizá precisamente por lo rocambolesco resultaba verosímil, porque además las historia de los niños de la guerra españoles, hace apenas unos días que los asturianos conmemoraron el 82 aniversario de su partida, son pura encarnación del drama, del dolor por separaciones que algunos casos fueron para siempre pero también de la solidaridad de familias y naciones que los acogieron en momentos terribles para la humanidad y en vísperas de un conflicto que borró hasta los cimientos ciudades y pueblos.

La supuesta asturianía de Chirac se narraba así: Su verdadero nombre era Santiago Cordero, nacido en 1934, llamado como su padre, trabajador ferroviario y con dos hermanos mayores, Dimas y Manuel. Tras la caída de Asturias en el 37, los padres deciden envíar a Cataluña a los tres pequeños pero la guerra vuelve a alcanzarles sólo dos años después y tienen que tomar de nuevo el camino a Francia por carretera. En el barullo de la huida no hay sitio para los tres en un mismo vehículo, Dimas y Manuel van en un camión y el pequeño Santiato tiene que acomodarse en un autobús. En el recorrido a Francia el autobús les adelanta en un determinado momento y el pequeño Santiago saluda a sus hermanos desde la ventana. Nunca volverían a verlo. Dimas y Manuel pudieron regresar a España después de la guerra pero ellos y su madre Isidra, nunca dejaron de buscar cuál había sido el paradero del pequeño.

La trama continúa con un salto en el tiempo. Alguien le dijo a Dimas que Santiago había sido adoptado por una familia francesa y que vivía bajo el nombre de Jacques, con una nueva partida de nacimiento que fijaba la fecha en 1932, también que había hecho carrera política y no pequeña. El ABC se hizo eco de la noticia. En septiembre de 1978, el propio Chirac tuvo que desmetir la historia.

Toda la historia llegó a inspirar una novela «Una cita en Arlés», de María Luisa Prada. En ella la autora sitúa la acción en los disturbios urbanos de París a comienzos del siglo XXI, y el despliegue de una operación dirigida desde el Eliseo para identificar a una serie de personas entre las que se encuentra un nombre español, Santigo Cordero. A medida que avanza la historia se revela el interés oculto de esta indagación y sus consecuencias políticas. Pero sólo es ficción.