Para Vox toda la gimnasia es magnesia

Juan M. Arribas

ASTURIAS

Sara Álvarez Rouco, Rodolfo Espina, Ignacio Blanco y Juan Castilla.
Sara Álvarez Rouco, Rodolfo Espina, Ignacio Blanco y Juan Castilla. EP

30 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre croasanes y zumos de naranja, los dos diputados de Vox en la Junta General y los principales dirigentes del partido en Asturias, celebraron ayer un desayuno informativo con los medios de comunicación en el que repasaron sus primeras actuaciones en la Junta General y sus expectativas para los nuevos comicios en los que esperan revalidar, al menos, los resultados de abril. Por boca su portavoz Ignacio Blanco (que negó cualquier discrepancia personal con el presidente Rodolfo Espina Barrio, e hicieron pública profesión de su amistad) se detalló un discurso que en su derivada autonómica pasa por una feroz oposición a la lengua asturiana, no sólo para que no se reconozca su oficialidad, para que no pueda hablarse en el parlamento; y también contra una oscura trama, a veces denominada, «ideología de género», que todo lo controla en la sombra, los beneficios sociales en general y los talleres de educación sexual de los institutos en particular. Los talleres, dijo Blanco, «están demasiado orientados a determinados principios que no comparte toda la población española».

«¿Cuáles?», pregunta el periodista. «Mucha gente que no cree que una se haga mujer y no nazca mujer, o le podemos preguntar a la consejera si empezó a sentirse mujer cuando tenía 20 años», dijo el portavoz, quien añadió que «no decimos que no se puedan dar estos talleres pero no se puede vulnerar la moralidad o la ética religiosa de los padres».

El periodista pregunta si ampararía que, como sucedió una vez, que un padre musulmán exigiera que su hija, no su hijo, no pudiera asistir a clases de gimnasia por considerarlo contrario a su interpretación religiosa. El portavoz de Vox dijo que sí, porque el primer «principio moral» es que el estado no tenga intervención en la educación. «Se da poco margen a las familias para que intervengan en lo que se enseña en los colegios y así sería más democrática» además de un discurso en el que aseguró que el sistema público penaliza a los más pobres que no pueden acudir a las escuelas francesas o inglesas, que sí se pueden pagar los más ricos, y a los que todo el mundo iría si pudiera. Por una tercera vez confirmó que no veía inconveniente en que, apelando a sus convicciones religiosas, un padre pudiera vetar su hija y no su hijo acudiera a clases de educación física.

Igual que el concepto de libertad de elección de los padres se presentó aquí como una avalancha que se lleva por delante la libre formación en igualdad si es preciso, los diputados de Vox remarcaron que su oposición por la lengua asturiana pasa esencialmente porque no pueda usarse de forma habitual en el parlamento ya que, aseguran, no todos los parlamentarios pueden entenderla correctamente y se niegan en rotundo a que les asistan traductores, «hay palabras que yo no entiendo, por ejemplo sofitu, y el reglamento obliga a que haya que entender todas y cada una de las palabras». Sobre este asunto abundó que «el bable normalizado no se habla» y se actúa con él al revés que con otros idiomas ya que «primero se hablan y se normalizan después de su uso y aquí se hace al contrario». En otra consideración de valores también indicó que la ley de memoria histórica «vulnera la libertad de pensamiento y la libertad de cátedra».

Según recogió la agencia EFE, Blanco, tras afirmar que nunca pensó que la izquierda «pudiese ser tan sectaria» como está viendo en la Junta General, ha señalado que los dos diputados con los que cuenta Vox en el parlamento regional han hecho más que muchos otros grupos con más medios y se han convertido «en la oposición real y contundente a la izquierda».

Su labor y exposición mediática ha llevado, según el presidente de Vox Asturias, Rodolfo Espina, a que en los últimos ocho meses hayan pasado de contar con 340 afiliados en la región a más de 1.700, incremento de militancia que les ha llevado a que la próxima semana cambien de sede en la capital asturiana por otra mayor.

Según Espina, entre los nuevos afiliados «llega mucha gente de Ciudadanos», pero también algunos votantes de izquierda que ven que esta formación «cumple lo que promete».

El presidente ha pedido también que «no se busquen brujas, porque no las hay» en la relación que mantiene con Ignacio Blanco, que a su vez ha señalado que la relación profesional y personal con el presidente de Vox «es perfecta» y que si dimitió de su puesto en el comité autonómico fue por algunas diferencias con él, pero sobre todo porque le gusta más la labor parlamentaria y dedicarse a eso.