«No nos sirven sillones para tener las manos atadas»

ASTURIAS

Sofía Castañón
Sofía Castañón Tomás Mugueta

Sofía Castañón repite como cabeza de lista en la candidatura de Unidos Podemos al Congreso por Asturias

06 nov 2019 . Actualizado a las 08:35 h.

Sofía Castañón, repite como candidata de Unidas Podemos en estos comicios, la autora asturiana es la máxima responsable de Feminismos en la formación morada y ha acompañado a Pablo Iglesias en su Ejecutiva. Asegura que su partido cedió hasta el máximo en la búsqueda de un acuerdo con el PSOE e insiste en el mensaje de que sólo entrando en el gobierno se podrían llevar a cabo reformas.

-Será la campaña más corta de la democracia y con una sensación de hartazgo entre muchos ciudadanos ¿influye en cómo se han planteado la campaña? 

-Me hace plantearme las instituciones de hecho de una manera distinta, y eso define la campaña y lo define todo. Qué más quisieran que tuviéramos apatía frente a un proceso electoral. La gente normal que no tenemos títulos nobiliarios, ni poderes económicos ni mediáticos con nosotros, lo que tenemos es a las instituciones, la posibilidad de poder cambiar el BOE para garantizar derechos, para bajar la factura de la luz, que los alquileres no sean abusivos. La ciudadanía se da cuenta de eso y no van a regalar su soberanía delegándola porque hay gente que ha decidido que vayamos de nuevo a unas elecciones porque no ha querido cumplir el mandato del 28 de abril.

-¿Cuál es su versión de por qué no se llegó a un acuerdo?, como espectadora de primera fila.

-Más que como espectadora yo puedo hablar de mi propia vivencia. Nosotras fuimos cediendo a todas las exigencias, incluso vetos, que nos fueron llegando. Nos dijeron que en aquellos «ministerios que eran de Estado» no podíamos estar. Nos iban sacando un escollo distinto cada vez; hasta el punto de vetar a la persona que millones había votado para ser presidente y ni siquiera lo querían en el consejo de ministros. Y aún así, aceptamos. Algo sin precedentes pero que entendimos que era muestra de muy buena voluntad, pero entonces aparecía un escollo y luego otro. No hubo una voluntad de llegar a acuerdo pero nosotras creímos fuertemente que sí que la había.

-Les ofrecieron una vicepresidencia y varios ministerios.

-Pero ¿hubo una oferta? Es que es para negar la mayor. Si a mi hijo le digo que vamos al parque y él dice que no, y al rato sale me pide ir al parque y además una chuche eso es un órdago. En un momento determinado pedimos las políticas públicas de empleo  y Adriana Lastra responde con una contradicción, diciendo que no sirven para nada pero que también se niegan. Hay decir que a las cuestiones programáticas nos decían que no con mucha alegría, se quiere decir que sólo se habló de sillones y ha quedado claro que a nosotras no nos sirven sillones para tener las manos atadas. No queremos carcasas vacías sino espacios de acción que puedan transformar aquello con lo que nos estamos comprometiendo con la ciudadanía. Y la representación que tengamos es la que nos permitirá hacerlo ponderamente pero estamos para cumplirlo. Y luego retiran toda propuesta y teniendo todo el mes de agosto para estar trabajando, como sí hicimos nosotras.

-¿Qué opina respecto a quienes dicen que, áun habiendo acuerdo con el PSOE, se hubiera roto después de las protestas contra la sentencia del Procés?

-Una de las cosas que dijimos en todo ese proceso de ceder nuestro continuado es que nos plegaríamos a lo que decidiese el presidente dado que estaríamos en un consejo de ministros donde podríamos expresar nuestra opinión pero que dejando claro que sus decisiones se acatan y que no tendríamos una voz discordante. Y la situación de Cataluña igual hubiera sido distinta, porque probablemente habríamos contribuido a que no se hubiera tensado como se ha hecho. Y de estar nosotras en el consejo de ministros, dudo que el presidente en funciones se pudiera permitir el lujo de no llamar por teléfono a un presidente autonómico. No cabe en ninguna cabeza ese nivel de irresponsabilidad; no se trata de cómo te caiga una persona, es el presidente electo y te tienes que comunicar con él en una situación tan grave como la que se está viviendo en Cataluña.

-Las protestas son contra una sentencia ¿qué cree que podrían haber aportado distinto para que hubiera menos tensión?

-Es que también hay un fallo de la gestión política.  Hay un fallo inicial que es que una cuestión política se ha judicializado y dado que esto ya estaba ocurriendo, ha sido un fallo también cómo se ha gestionado esa tensión. A nadie se le escapa que iba a haber movilizaciones en función del fallo de la sentencia. Lo que no se podía prever es que también iba a haber manifestaciones violentas, porque el independentismo, nos guste o no, siempre se ha caracterizado por ser bastante pacífico en sus reivindicaciones. Este estallido sí se podía haber gestionado políticamente de otra manera. Y de hecho lo estamos esperando todavía. No se trata de qué nos parece lo que hace el presidente Torra; que él se comporte y solucione el problema de seguridad que tiene y que el presidente en funciones, Sánchez, levante el teléfono y hable con Torra aunque sea para decirle todo lo mal que le parece la gestión que está llevando. Sánchez tiene un enorme problema para hablar con la gente y levantar el teléfono.

-¿Teme que esta cuestión eclipese los problemas de Asturias en la campaña?

-De hecho como asturiana espero que no tenga que estar todo el tiempo hablando y escuchando hablar de Cataluña a las personas que queremos estar en el Congreso, y que nos presentamos para representar a asturianos y asturianas. También es una mala gestión política y probablemente en muchos casos no inocente que estemos colocando esto como el centro de los debates. En Cataluña también tienen problemas con el alquiler, con el desempleo, con las violencias machistas y esto debería de ser lo que estaríamos hablando. De la recesión inminente que viene y cómo, si no se derogan las reformas laborales, volverá a ser la excusa perfecta para más despidos y, en el caso de Asturias, de seguir deslocalizando empresas, como se ha demostrado con el caso de Vesuvius. Es evidente que lo de Cataluña necesita una solución, y que tiene que ser política, pero es que hay muchas más cosas que necesitan una solución y que también ocurren en Cataluña.

-¿Solución política a qué se refiere?

-Nosotras defendemos el diálogo pero entendemos la situación en la que estamos ahora mismo también. Esta sentencia se tiene que acatar, entendemos que es mal resultado de una mala gestión política, es lo que pasa cuando se judicializan los problemas políticos; el diálogo tendrá que ser consciente del punto en que se está ahora. Esto va a llevar más tiempo, podría haber tenido una solución en otro momento, pero se ha decido ir por un camino que, mientras tanto, ha hecho que no miremos los problemas que le afectan a toda la ciudadanía catalana tenga un pensamiento independentista o su contrario.  Esto ya lo hizo Rajoy, que se convirtió en una máquina de hacer independentistas, es una espiral. El 15M nos colocó el marco para hablar de otras cosas pero parece que hay algunos partidos a los que les parece más interesante que se hable de esto, empeorando y echando gasolina a la situación con una solución cada vez más compleja.

-Si Rajoy es máquina de crear indenpendentistas ¿es el independentismo catalán una maquina de fomentar la ultraderecha en el resto de España?

-El fomento de la ultra derecha no depende únicamente del independentismo, la mayor parte de los independentistas no ha tenido actitudes violentas, ni actitudes que no quisieran el diálogo, hablar del independentismo como un único bloque es de trazo grueso y quizá el problema de todo esto es que no se ven los matices. La ultra derecha se ha servido de muchas más herramientas y también de cómo se le ha abierto paso desde otros partidos de derechas que ya están diciendo prácticamente lo mismo, a veces no puedo distinguir a Cayetana Álvarez de Toledo de Albert Rivera, Pablo Casado o Santigo Abascal.  En los pocos plenos que hemos tenido, Rivera ha sido casi más ultra que Abascal en muchas ocasiones. También se les ha dado un espacio de privilegio no sé si desde los medios de comunicación o el gabinete de comunicación de Sánchez. Con el precedente de Andalucía, se tenía que haber tratado con mucha más cautela y no haberlos colocado en el centro. La responsabilidad del crecimiento de la ultra derecha, que también ocurre en otros países, quizá tiene más que ver en España con el de Bolsonaro que con el de otras fuerzas de Europa.   

-La legislatura autonómica comenzó con una bronca inédita porque no se permitió a Berta Piñán hablar en asturiano ¿qué le parece?

-Me pareció un delirio. El asturiano sirve para la poesía pero la autora que escribe ese poema no puede luego hablar en asturiano porque se queja la misma persona que ha leído ese poema en la Junta. Esto por el PP, no digamos ya las inconsistencias con las que hace su crítica Ignacio Blanco, de Vox. Siendo todo esto un delirio, y una vulneración de derechos, que ni siquiera conocen la Ley de Uso, será paradójico. Porque el día que logremos la oficialidad, que se logrará, habrá sido mérito también de sus detractores con sus bajos e inanes argumentos. Les tendremos que dar las gracias porque están consiguiendo justo lo contrario de lo que pretenden.

-Segundo González fue compañero suyo en el Congreso y ahora ve en otra candidatura, en Más Asturies.

-Históricamente esto ha pasado más veces, estas cosas pasan el política, donde están personas que pueden tomar decisiones en un momento y cambiar en otro.

-¿Cómo se ha llegado a esa discrepancia?

-Las personas son complejas, si tiene disensos, si ha cambiado sus preocupaciones o aquello que le motiva para estar en política pues lo tendrá que determinar en este caso Segundo González y cualquiera de los compañeros que componen las listas de Más País y que antes estaban en Unidas Podemos pero no dejan de ser decisiones personales, que tendrán que explicar ellos si se les pregunta. Yo no necesito que me expliquen nada.

-¿Hay margen para un acuerdo después del 10N? Podemos y PSOE se han tirado los trastos con duras acusaciones en estos meses ¿cómo pactarían si no se tienden puentes?

-En la medida en la que hemos cedido en todo lo que se nos ha pedido para llegar a un acuerdo, tenemos claro que podemos discrepar, que sabemos a quiénes nos debemos y qué debemos cumplir, pero tenemos voluntad porque urge un gobierno que anteponga los intereses de la ciudadanía a todo lo demás. Sánchez tiene que demostrar que, o ha entendido que no va haber gobiernos en solitario y cumplir con el mandato de su propio electorado que le decía «con Rivera, no» o hacer lo que quizá Sánchez quería cuando no llegó a un acuerdo con nosotros, y que es entenderse con la derecha. De momento, esto de repetir elecciones para obtener un mejor resultado no les está saliendo así.

-¿Qué considera prioritario para Asturias que debe ponerse en marcha desde la administración del Estado?

-Prioritario para Asturias es una ley antideslocalización, porque lo estamos viendo a diario. Los estragos de la irresponsabilidad del Ministerio de Industria y el de Empleo se ven muy claramente con las dos reformas laborales, así que Asturias necesita un plan de lucha contra la precariedad laboral y que devuelva estabilidad, no a los partidos, sino a la gente trabajadora. Pero necesitamos también acometer una transición energética, podemos decir que somos un paraíso natural pero sabemos cómo se nos queda la ropa de tenerla tendida en Xixón; nos urgen unos servicios públicos que estén atendiendo y funcionando no sólo en las zonas urbanas sino también en las rurales. Necesitamos que no haya asturianas que te digan que querrían tener hijos pero que no pueden porque su situación es hiper precaria, planes de acción contundentes contra la brecha salarial que cuando llega a la edad de las pensiones ya es una zanja directamente. Garantizar en la Constitución nuestro derecho a la vivienda y a pensiones dignas, que no sea algo con lo que se esté regateando en cada ejercicio presupuestario. Dentro de esta vulneración de derechos también está que no se reconozca la oficialidad del asturiano. Es una cuestión de derechos y eso, al final, se vota en el Congreso.