La Policía busca en la calle Numa Guilhou el arma del crimen de Mieres

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Empleados de los servicios funerarios trasladan el cuerpo de la víctima, en una imagen de 2019
Empleados de los servicios funerarios trasladan el cuerpo de la víctima, en una imagen de 2019 J. L. Cereijido

«No oímos absolutamente nada», dicen los vecinos del edificio donde un hombre, que después se ha entregado, ha apuñalado a su yerno

12 nov 2019 . Actualizado a las 20:28 h.

Mucho es lo que tiene que dilucidar la Policía Nacional de lo ocurrido en la segunda planta del número 9 de la calle Numa Guilhou de Mieres, escenario de un crimen en la madrugada de este martes. Las primeras informaciones apuntan a que un hombre,  J. A. F. R., habría apuñalado en ese piso a su yerno, L. S. C., tras una disputa familiar que podría estar motivada por la reciente separación de la hija del presunto homicida y del fallecido. Posteriormente, el hombre acudió a la Comisaría para entregarse, momento desde el cual permanece en dependencias policiales.

El dato que, a la vista de los acontecimientos, no ha aportado el detenido tras un primer interrogatorio, es el lugar en el que habría arrojado el cuchillo, puesto que la Policía busca en un buen tramo de la calle Numa Guilhou el arma con el que habría perpetrado el crimen. Eso se debe a que el lugar del suceso y las dependencias de la Policía Nacional, ubicadas ya en la calle Valeriano Miranda, se encuentran en la misma recta, a 650 metros de distancia, que a pie se tardan en recorrer 8 minutos si no se hacen paradas.

Los investigadores rastreaban a mediodía una parcela aledaña al edificio con mucha vegetación y maleza, revisaban papeleras y contenedores e, incluso, a eso de la una llegaba a la zona una unidad de subsuelo para comprobar las alcantarillas. Han buscado en la zona más inmediata al número 9 de la calle Numa Guilhou, varios metros a derecha e izquierda y en la calle trasera de la manzana en la que se encuentra el inmueble. Mientras, agentes de la Científica permanecían en el interior de la vivienda recabando pruebas después de que a eso de las once y cuarto de la mañana se procediera al levantamiento del cadáver para su traslado al Instituto Anatómico Forense para realizarle la autopsia. «Va para largo», comentaba un agente al salir del edificio dando a entender la laboriosa tarea de investigación que tenían en la segunda planta.

El suceso pillaba por sorpresa a los habitantes del edificio. «No oímos absolutamente nada», comentaba alguno de los vecinos que entraban y salían y que hoy han visto alterado su devenir diario por el acordonamiento del trozo de calle en que se encuentra el portal, por la continua presencia de agentes de la policía en el inmueble, por los numerosos curiosos que se paraban en la misma acera y en la de enfrente y por el despliegue de medios de comunicación.

Una de las vecinas comentaba que el fallecido y la hija del presunto homicida estaban en proceso de separación. De hecho, L. S. C. fue el que se quedó en el piso alquilado que antes de la separación compartía con su mujer y el hijo de ambos, un bebé de corta edad. Otros vecinos, en cambio, han dicho que apenas habían coincidido con ellos y desconocían su situación.

L. S. C. era natural de la localidad zamorana de Benavente y se trasladó a Mieres hace unos años por la relación que mantenía con la hija del detenido, con la que se casó unos meses después. «No se puede llegar a esos extremos», señalaba un vecino de la calle que a media mañana se paraba frente al edificio donde tuvo lugar el crimen sobrecogido por el suceso que trascendió con rapidez por la localidad mierense.