«He dejado el campo obligado. Tuve que malvender la nave y la maquinaria»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Joaquín Méndez en su plantación
Joaquín Méndez en su plantación

Joaquín Méndez ha tenido que cerrar su negocio agrícola en el valle de Navia debido al veto a la patata por la polilla guatemalteca y a las dificultades del sector

07 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Joaquín Méndez era agricultor. Sí, el verbo en pasado. Su empresa era la única en Asturias que se dedicaba al cultivo a gran escala de patatas para su venta, en el que invirtió dinero y, por supuesto, todo el trabajo que fuera necesario para sacar adelante un negocio del que creía que podía vivir. En total producía en el valle de Navia entre 300 y 350 toneladas anuales, pero en 2017 la estructura de empresa que tenía desapareció al prohibirse el cultivo de patata por la polilla guatemalteca que él nunca tuvo en su terreno. El veto fijado por el Principado afectó de pleno a su empresa pese a que en su explotación no apareció ni una polilla en todos los controles que le realizaron. «Me cerraron la explotación sin tener ningún positivo», recuerda Joaquín, que aunque intentó mantener su actividad en el campo plantando otros cultivos para sobrevivir, como fabes y coles, finalmente ha tenido que abandonar su idea de trabajar la tierra. «Lo dejé obligado, porque después del veto a la patata por la polilla, la situación económica era muy complicada. Tuve que malvender la nave y la maquinaria en la que había invertido», lamenta.

En la actualidad sigue vinculado al sector primario pero no como autónomo, sino como trabajador de una empresa láctea, lo que le lleva a moverse por la zona de Galicia. Eso le permite seguir viendo la situación de la ganadería, aunque en la comunidad vecina estima que «el ganadero está más protegido que en Asturias».

«El tema de los precios no es nada nuevo, se lleva arrastrando muchos años, pero es que la administración y la distribución son quienes marcan los precios, y eso no puede ser», señala Joaquín Méndez, que considera que la política de subvenciones «no es lo ideal porque no se reconoce el trabajo» de los agricultores y ganaderos que, como denuncian estos días, «trabajan a pérdidas». «Producir un kilo de patata tiene un coste y lo tiene que cubrir el precio, no una subvención». Así, el mismo entiende que las reivindicaciones de los profesionales del campo «son lógicas, porque quieren trabajar y vivir de su esfuerzo y no a expensas de las subvenciones y los precios que se deciden en los despachos, y la opinión pública tiene que saber por qué los agricultores y los ganaderos están llevando a cabo estas protestas», comenta.

«Un país sin sector primario, es un país sin futuro»

Por su experiencia como agricultor sabe que dedicarse a la agricultura o a la ganadería puede ser «económicamente asfixiante», lo cual deriva, a su entender, en que «el sector del campo cada vez va a menos». «El sector tiene que hacer inversiones importantísimas y aquí en Asturias se modernizan con precios por debajo de los de coste, y eso es un problema de la política agrícola», manifiesta Joaquín antes de advertir que «un país sin sector primario es un país sin futuro».

Pero va más allá. «Si alguien te pregunta, es que no lo animas a dedicase a esto porque todo son trabas encima de no ganar lo que tienes que ganar por lo que produces», enfatiza Méndez poniendo de relieve el aguante que tienen los profesionales del sector primario: «los ganaderos y los agricultores tienen un aguante que para qué», por lo que apostilla respecto a las movilizaciones y protestas que estos días están teniendo lugar en toda España y que el próximo 14 de febrero se focalizarán en Oviedo que «esto revienta tarde» teniendo en cuenta que «los agricultores y los ganaderos están maltratados, porque no se da valor a sus productos».