Esta noche cenamos cocodrilo

ASTURIAS

El restaurante Vinoteo, en Oviedo, ofrece una muestra de carnes exóticas, con piezas de camello, canguro o cebra

06 feb 2020 . Actualizado a las 11:12 h.

Muchas de las comidas tradicionales de Europa, platos tradicionales a los que identificamos casi de manera automática con placer al paladar, resultarían estrambóticos a ojos que no hubieran crecido con ellos. Si decimos que del cerdo se aprovecha todo es también es porque nuestros antepasados pasaban tanta hambre que no se podían permitir desaprovechar nada. De esa necesidad surgieron muchas virtudes culinarias. Para abrir un poco la menta y también la lengua, el restaurante ovetense Vinoteo celebra estos días unas jornadas dedicadas a «Carnes del mundo», una degustación singular de sabores de los que no resulta sencillo toparte habitualmente: piezas de cocodrilo, camello, canguro y cebra; y que están abiertas al público hasta el próximo 9 de febrero.

El propietario, Juanjo Cima, ejerce de cálido anfitrión explicando a los comensales la procedencia de cada una de las carnes, la mayor parte de ellas de África, el camello del norte del continente, cocodrilo de Zimbabue y Cebra de Sudáfrica. El canguro, por supuesto, procede de Australia. Eso sí, y para que no haya equívocos, Cima aclara que todos los animales proceden de criaderos, semejantes a las ganaderías, y que ninguno es víctima de «ningún safari». 

Regado todo con vino Ébano, que luce en una de sus etiquetas un elefante (y esto aseguran que es sólo una coincidencia), comienza una cata por el más esperado de los platos: el cocodrilo. Pese al tópico corrido esta carne no sabe a pollo -Juanjo Cima aprovecha de hecho para advertir que hay sitios donde se vende a muy bajo precio un producto que no es tal y de ahí el equívoco-, un asturiano seguramente dirá que a lo que más se parece es la pixín; se trata de una sorprendente quimera de carne y pescado, en realidad bastante sabrosa y que en el Vinoteo puedes salar a tu gusto.

La segunda presentación correspondió a la carne de camello, mientras se repartía Cima explicó que no fue hasta los años 80 del pasado siglo cuando diversos países del norte de África comenzaron a explorar la posibilidad de criar a este animal para el consumo humano. Se trata de uno de los cuadrúpedos domesticados por la humanidad desde más antiguo pero siempre para transporte por sus portentosas habilidades para resistir sin beber agua en climas extremos. Quizá por eso, a la hora de ponerla en el plato, resultó una carne algo dura al paladar no acostumbrado. Algunos de los comensales la comparaban con el potro, pero su sabor es suave.

El canguro, al punto, fue una de las carnes triunfadoras de la noche, resulta la más parecida a la ternera, es jugosa y lo cierto es que seguramente sea una pieza que no sea tan difícil de encontrar y que muchos pueden haber probado en los últimos años, aunque desde luego sigue sin ser algo habitual en el menú. Cerró la noche la carne de cebra, con un sabor muy intenso y fuerte, pero definitivamente agradable, que podría recordar (pero esto depende de la experiencia de cada uno) a la caza al paladar occidental, central y oriental de Asturias.  

Pasada la degustación, y para forrar porque para muchos asturiano una comida no es completa si no se roza la fartura, el menú se completaba con una plato más exótico aún: huevo frito de oca (algo más grande, por decir algo, que uno de gallina y con menos grasa), picadillo de uno de los animales que dos de los tres monoteísmos consideran sacrílego; es decir, el cerdo, y una fritura de un tubérculo que crece bajo tierra y que llegó a las costas europeas hace unos cientos de años procedente del descubrimiento de un continente nunca imaginado en medio del Atlántico cuando los españoles trataban de llegar a China dando la vuelta al mundo; es decir, patatas. Porque lo exótico, definitivamente, depende del cristal con que se mira.