La importancia de cuidarse para poder cuidar

Carla Vega REDACCIÓN

ASTURIAS

Pilar Canicoba

La psicóloga Marga García, del Equipo de Atención Psicosocial del Hospital Monte Naranco, habla de la situación que viven todas las mujeres que se vuelcan en el cuidado

06 mar 2020 . Actualizado a las 23:57 h.

Históricamente la tarea de cuidados está ligada a la figura de la mujer. Ya sea encargarse de los niños o cuidar a los familiares enfermos más directos, son las madres, hijas, tías, cuñadas, primas o sobrinas quienes se encargan de ello. Incluso cuando hablamos de profesiones, aquellas que se orientan al cuidado están en su mayoría desarrolladas por mujeres. Este último es el caso de Marga García, psicóloga del Equipo de Atención Psicosocial (EAPS) del Hospital Monte Naranco, siendo la psicóloga referente en cuidados paliativos, y que también atiende en domicilios de Oviedo y Mieres. García atiende a pacientes que se encuentran en proceso de muerte y a sus familiares en su proceso de duelo.

Dentro del programa de atención integral de la Obra Social «La Caixa» en el que el EAPS de Monte Naranco participa, Marga García se ofrece como apoyo principalmente para los familiares del enfermo, y más concretamente para aquellas que han adoptado el papel de cuidadoras. Ellas se convierten en figuras imprescindibles en los momentos más vulnerables y esenciales de la vida de aquellos que son pacientes oncológicos o se encuentran en un avanzado estado en su enfermedad, pero sin embargo su labor sigue siendo invisible para el resto del mundo. García trabaja con ellas uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, y es que, para poder cuidar, hay que cuidarse.

Autocuidarse es la clave

«A la hora de atender a un enfermo siempre suelen ser las mujeres quienes se encargan. Influye nuestra biológica, ya que tenemos esa predisposición al cuidado materna, hayamos o no tenido hijos, y la presión social, porque históricamente ese ha sido nuestro papel, que nos lleva a ser cuidadoras. Pero a veces cuando estás muy pendiente de cuidar a otro, hay que saber parar y pedir ayuda. Solo puedes ayudar si te cuidas», explica la psicóloga. Y es que son muchas las mujeres que tienden a dejarlo todo de lado para entregarse a esta labor del cuidado. Desatender el trabajo o la vida personal es una situación que tanto García como sus compañeras se han encontrado en multitud de ocasiones.

Es aquí donde entra el factor del sentimiento de culpa. «Se tiende a pensar «si no le cuido soy mala», o «si no le cuido es que no le quiero», y a las mujeres nos pasa muchísimo. Pensamos «cómo voy a salir una hora a dar un paseo y despejarme». Son sentimientos encontrados», explica la psicóloga. Tal y como García explica, por situaciones como esta son muchas las ocasiones en las que su trabajo se centra más en los familiares que en el propio paciente terminal. Esta «dependencia» que sienten las cuidadoras al hecho de estar ahí siempre puede hacer que estas lleguen a situaciones delicadas. El sentirse mal, angustiada o culpable por atender otros aspectos de su vida es común entre quien se encuentra a cargo de un paciente, y es un pensamiento peligroso. «Es muy fácil cuando estás cuidando a alguien quedarte atrapado en eso, si lo hacemos las profesionales, imagínate un familiar», explica García.

La peligrosidad de esto llega cuando el pensamiento de estas mujeres es que su labor es atender al otro, lo que lleva a que se desatiendan a si mismas y a su vida diaria. Lo que puede comenzar siendo un agobio, el retenerse el llanto y no hablar, puede transformarse en dolencias más graves como depresiones, o dolencias físicas. El problema es que se nos ha enseñado a compartir la alegría, pero esconder nuestra tristeza. «Es importante saber pedir ayuda, y contar lo que nos está pasando. Es muy curioso e impactante, pero muchas veces somos nosotras, las profesionales, a quienes las cuidadoras cuentan por primera vez cómo se sienten. Se sienten en confianza, en un entorno fuera del vínculo emocional que supone la familia, y creen que es entonces cuando pueden decir «estoy agotada». Pero es que es algo muy natural, porque ¿cómo no vas a estarlo? Por eso es muy necesario comprender que exteriorizar lo que sentimos no nos hace peor, sino más fuertes para continuar con la labor del cuidado», explica Marga García.

El personal médico también ha de estar preparado

Esta situación también tiene su reflejo en el equipo médico, que vive día a día este tipo de situaciones con las familias que pasan por cuidados paliativos. La importancia de trabajar en equipo para las doctoras, enfermeras o celadoras es inmensa. Es vital que entre ella se encuentren en confianza para decir cuándo necesitan parar, cuándo no están bien. Trabajan con pacientes que se encuentran en situaciones de final de vida, y a pesar de que la gratitud de las familias les ayuda a sobrellevarlo, eso no quita que también tengan que gestionar a su modo todos los sentimientos que afloran durante su jornada laboral. «Yo, por ejemplo, este proceso de atención a las familias en casos con niños, psicológicamente no puedo hacerlo. Me cuesta mucho más encontrar un sentido y sé que el coste es muy grande y no puedo. Aun así, tenemos que tener claro que no podemos evitar todo el sufrimiento, pero si apoyar y acompañar, estar ahí cuando necesiten mi apoyo emocional», narra la psicóloga.

Tanto para las profesionales como para las cuidadoras, es de suma importancia tener un conocimiento personal: saber quién eres, lo que sientes, y sobre todo lo que puedes aguantar. Conocer nuestras limitaciones para no agotarse en la labor del cuidado, sumamente grande en algunas ocasiones, es una cuestión de salud personal. Por ello Marga García explica a las familias con las que trabaja ciertos detalles importantes a tener en cuenta siempre: «Hay que saber identificar lo que sentimos, nuestras limitaciones, el desarrollo del día a día y compartir las dificultades que vayamos teniendo con nuestros compañeros. También es importante intentar hacer algún tipo de actividad gratificante para descargar, como pasear o ir al gimnasio, porque hay que cuidarse a uno mismo para poder cuidar».