Sin agua bendita y sin darse la paz: la Iglesia asturiana adapta su rutina al coronavirus

Carla Vega REDACCIÓN

ASTURIAS

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes

El arzobispo de Oviedo pide que «no cedamos ante la epidemia de miedo». Por su parte, la Conferencia Episcopal Española han emitido un comunicado a nivel nacional con las pautas a seguir

09 mar 2020 . Actualizado a las 18:43 h.

Ante la actual situación que se vive en todo el mundo a causa del coronavirus, la Iglesia se ha pronunciado con respecto a las medidas que adaptarán para evitar que sus reuniones no se vean afectadas. Se ha acordado eliminar el agua bendita de las pilas de las entradas de las iglesias y en otros lugares de devoción, así como la posibilidad de ofrecer un gesto de paz diferente al habitual de abrazar o estrechar las manos a los próximos.

También se pide a los encargados de dar la comunión durante la eucaristía se laven las manos antes y después de este gesto, y que las muestras de devoción y afecto hacia las imágenes, propias de momentos próximos como la Cuaresma o semana Santa, se sustituyan por reverencias o inclinaciones para evitar el contacto físico. Además de estas, más generales, en algunas diócesis, templos, cofradías o parroquias podrían añadirse otras más específicas, atendiendo a las costumbres propias de esos lugares.

La Conferencia Episcopal Española ha emitido un comunicado en el que determina estas pautas en sintonía con el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. El arzobispo asturiano Jesús Sanz Montes, también ha querido pronunciarse en su carta semanal, publicada en el portal web de la Iglesia asturiana. En esta el religioso afirma que en los últimos años venimos viviendo una serie de pandemias «que recuerdan a las pestes que asolaron a la humanidad en los siglos pasados», haciendo referencia a enfermedades como el sida, el ébola o más actualmente al propio coronavirus.

El arzobispo alienta a toda la comunidad cristiana a hacer suya la reflexión del obispo de la Diócesis francesa de Ars-Belly, Mons, Pascal Roland. Este recuerda que, en los peores momentos de la historia, cuando se vivieron plagas peores, los cristianos se organizaron para ayudar a los enfermos, asistir a los moribundos y sepultar a los fallecidos. «Los discípulos de Cristo no se apartaron de Dios ni se escondieron de sus semejantes, sino todo lo contrario», explica.

También hace un llamamiento a la calma general y seguir las indicaciones que nos marquen las autoridades sanitarias. «Pongamos los medios prudentes que nos van indicando las autoridades sanitarias para prevenir y atajar esta epidemia, pero con una visión sensata y cristiana de las cosas, sin obsesionarnos desmedidamente. Abordemos la epidemia del coronavirus, pero no cedamos ante la epidemia de miedo», sentencia Sanz.