Marino Pérez, psicólogo: «Vale más ponerse en lo peor que suponer que todo va a ir bien de forma graciosa y gratuita»

La Voz REDACCIÓN

ASTURIAS

Marino Pérez Alvarez, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo.
Marino Pérez Alvarez, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo.

Considera que una campaña de concienciación más «directa y cruda» habría sido «más efectiva» que apelar a la responsabilidad individual

13 may 2020 . Actualizado a las 13:05 h.

El catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, Marino Pérez, ha advertido de que las «consignas de ser optimistas y positivos» pueden «ser perjudiciales a la hora de enfrentar realidades objetivas», como la crisis sanitaria actual provocada por la pandemia del virus SARS-CoV-2 y su enfermedad, la COVID-19. En una entrevista a Europa Press el experto universitario ha querido poner énfasis en la actual «época de positivismo barato y gratuito» que a lo largo de los últimos años ha ido inculcándose en la sociedad «como una letanía».

Esto, ha advertido, puede traer «más perjuicios» en una situación como la actual, porque la gente puede refugiarse en ese positivismo para «huir de la realidad». Ser realista, argumenta, «puede ser la mejor condición para tomar las medidas que sean precisas». «Vale más ponerse en lo peor que suponer que todo va a ir bien de forma graciosa y gratuita», ha asegurado.

Marino Pérez ha evaluado bajo este prisma la política comunicativa que el Gobierno estatal ha desarrollado desde que comenzó la emergencia sanitaria. Considera que el miedo transmitido al principio, con el planteamiento bélico, de los riesgos asociados a la enfermedad y su transmisión, ha sido lo que ha contribuido a «meter a la gente en casa» y a que se lo hayan «tomado en serio». Sin embargo, el hecho de que después se hayan intercalado «mensajes positivos», ha podido llevar a parte de la sociedad a entender que «la guerra ha terminado» y que por tanto «ya no hay riesgos o peligros».

La comunicación, ha agregado, ha sido farragosa, con unos discursos larguísimos y autojustificativos en casos de decisiones que han tenido malos resultados, como las compras de material defectuoso. Todo ello, unido a la combinación de miedo y positividad, con «un optimismo que no estaría a lo mejor justificado», ha hecho, en su opinión, que la comunicación del ejecutivo no haya sido muy efectiva.

Desconocer a los expertos que asesoran al gobierno «no ayuda a la credibilidad»

Tampoco ayuda a la percepción de la situación real, a juicio del experto universitario, el hecho de que se desconozca la identidad y cualificación de los expertos que asesoran al Gobierno a la hora de determinar las pautas para la vuelta a la normalidad en España. Cree Marino Pérez que «aunque no se duda de que los expertos puedan ser competentes y puedan estar haciéndolo a buena fe, desconocer su identidad no ayuda a la credibilidad, y se presta a que se vean decisiones como sectarias, discriminatorias, no equitativas o no ajustadas a la realidad».

«Vivimos en la sociedad de la transparencia, y haría más creíbles las decisiones si se conociera la identidad y la cualificación de los expertos, aunque no toda la sociedad esté preparada para entender decisiones técnicas», ha argumentado. Este desconocimiento, ha resumido, contribuye a la confusión y a que no se tomen tan en serio las decisiones, además de fomentar el escepticismo y la duda entre mucha gente, que puede llegar a dudar de si el Ejecutivo está engañando o si hay intereses soterrados. Se trata, a su juicio, de un problema de comunicación derivado de decisiones políticas.

El miedo «tiene una función positiva» en tiempos de pandemia

En una crisis sanitaria como la actual, considera el catedrático en Psicología, el miedo tiene una función positiva y no negativa. Aunque cree que ha sido el miedo egoísta al contagio el que ha contribuido al confinamiento, este no deja de cumplir una función colectiva. «Los seres humanos somos seres sociales y la propia salvación de cada uno pasa por la salvación de los demás», ha explicado.

En este sentido, ha señalado que quizá una campaña de concienciación sobre los riesgos de la enfermedad más directa y cruda habría sido más efectiva que las impulsadas que apelan a la prudencia y la responsabilidad individual. «No todas las personas lo necesitan, pero sí muchas personas que a lo mejor no acaban de percibir los riesgos y son más imprudentes», ha agregado. Se trata de individuos cuya prudencia no se logra por la vía del razonamiento, sino por el impacto emocional que puedan producir determinadas imágenes. Ha reconocido en este sentido que no es fácil combinar las imágenes más directas con mensajes que apelan a la racionalidad, el civismo y el autocontrol.

«Sin duda ninguna la sociedad cambiará tras la pandemia»

La manera de percibir los riesgos sanitarios, cree el Catedrático de Psicología, hará que la sociedad cambie sin duda ninguna, ante unas condiciones invisibles de contagio, que llevarán a tomar muchas prevenciones de limpieza y distancia social. «Eso afectará por un tiempo al menos, aun cuando hayamos superado o superemos esta pandemia», ha agregado. En este sentido ha apuntado que hay personas a las que ya resulta extraño ver aglomeraciones en calles, terrazas y playas que hace pocos meses eran lo habitual.

No obstante, ha alertado, que haya quienes no se lo tomen en serio al considerar que son invulnerables. Se trata de una problemática que, a su juicio, se da más entre los más jóvenes y que se manifiesta con mayor claridad ahora que Asturias ha pasado a la fase 1 de la desescalada y están permitidos los encuentros de hasta diez personas. «Se consideran invulnerables, a salvo de todo, porque no han padecido la enfermedad ni nadie cercano lo ha sufrido», ha explicado, lo que lleva a «prácticas imprudentes e incívicas para con los demás». En estos casos, ha añadido, «los consejos ya no valen y las sanciones se hacen fundamentales. Puede haber individuos, colectivos o situaciones imprudentes e incívicas donde falte precisamente el miedo, que puede ser muy funcional».