«Dos horas después de morir mi madre me obligaron a incorporarme al trabajo»

Alberto Alvarez López

ASTURIAS

Un coche fúnebre en las proximidades de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)
Un coche fúnebre en las proximidades de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) EFE | J. L. Cereijido

El bombero Alberto Álvarez relata en una carta sus vicisitudes para acudir al entierro de su madre al negarle los permisos por ser considerado personal esencial

19 may 2020 . Actualizado a las 08:13 h.

Mi madre falleció el pasado viernes. Ingresó en el HUCA el jueves por la tarde en estado grave. Debido a la epidemia del coronavirus no dejan acceder a familiares a las habitaciones. Esa misma tarde un médico del área de neurología del HUCA comentándome que la situación de mi madre era crítica y que su fallecimiento se produciría en cuestión de horas; me dice que dadas las circunstancias me dejarían acudir a la habitación donde estaba mi madre ingresada para pasar con ella sus últimas horas de vida.

Tras la conversación con el médico, llamo al parque y le pido a jefe de turno que llame al Jefe de Zona para solicitar el permiso por ingreso hospitalario, al que tengo derecho. Me comunica que tras hablar con jefe de zona, y debido a que los familiares no pueden acceder a las habitaciones donde están ingresados los enfermos, esos permisos estaban anulados. Tras hablar con el jefe de zona me confirma este dato. Decido esperar a que me llame el médico del HUCA y me autorice a subir a planta con mi madre, para después llamar y solicitar de nuevo el permiso. A las 11:30 me llama por teléfono una médica del HUCA y me autoriza a subir a la habitación.

Sobre las dos de la madrugada llamo al jefe de zona y le comunico que voy a coger el permiso por ingreso hospitalario, ya que me habían autorizado a subir a la habitación con mi madre. Le traslado la información y cuelgo sin escucharle, ya que conociendo a la persona con la que hablaba y para no entrar en un bucle de comentarios surrealistas y sin sentido, creo que esa opción es la mejor. A esas horas de la noche aún no sabía lo que realmente era el absurdo, lo surrealista o el grado de estupidez que los humanos podemos llegar a alcanzar.

Mi madre fallece sobre las 10 de la mañana. Un par de horas después el Jefe de Zona me llama por teléfono y me comenta que tengo la obligación de incorporarme al turno, ya que no tengo derecho al permiso por ingreso hospitalario. Yo le comento que mi madre acaba de fallecer y que debo de ir al tanatorio donde la tienen que incinerar por la tarde. A partir de aquí lo absurdo se transforma en dantesco. Una situación inimaginable, cruel, increíble. Todos los calificativos que podéis imaginar se quedarían cortos. Me reitera de nuevo (y tras repetirle, de nuevo que mi madre acababa de morir) que debo de incorporarme al turno inmediatamente, ya que soy trabajador esencial y que ya había casos de hechos como el mío y que tuvieron que ir a trabajar. Alucino, grito; una indignación e impotencias nunca sentidas me nublan y le reitero que tengo derecho a ir al entierro de mi madre y que voy a ir. Le digo que le voy a llamar por el 112 y que me repita lo que me acaba de decir.

Le llamo a través del 112. Me dice que el jefe supervisor que está junto a él y que dice no tengo derecho, que es una indicación de Función Pública, y que a lo sumo (tras discutir) podría ir a incinerarla e incorporarme al servicio de manera inmediata. Otra vez me dice que los trabajadores esenciales no tenemos derecho a permisos. Que no es culpa suya, sino de Función Pública. Yo le comento, a gritos, que no creo sea tan esencial, que no estamos en la Tercera Guerra Mundial ni yo soy un general, sólo un simple bombero. Le digo que ayer le avisé con tiempo para que llamara a alguno de los bomberos que están de reserva en su casa. Le  comento también que llevo dos días sin dormir.

¿Qué te parecería si tu madre o mujer murieran y te hicieran lo que me estáis haciendo a mí?, le dije. Ahí cede, me da la razón y me dice que no su culpa, que él sólo recibe órdenes. De nuevo dice que no tengo derecho a los permisos, pero en principio acepta, por fin, a que no vaya a trabajar los dos días que tenemos de guardia (viernes y sábado). Hoy por la mañana (sábado) me levanto despejado. Es el segundo día de guardia de mi turno y como tenía que recoger las cenizas de mi madre decido ir al parque para enviar al jefe de zona (por fax) las solicitudes de permiso por ingreso hospitalario y el de fallecimiento y los justificantes de los permisos.

Le llamo por teléfono, a las 8 de la mañana para comunicárselo. Me dice que espere en el parque para dárselo en mano. Espero y se los doy. Le pregunto de nuevo, si tengo derecho a los permisos. Ahora me dice que no tengo derecho a los permisos y que debo de incorporarme a la guardia. Le comento que en el estado de alarma hubo compañeros que disfrutaron de permisos, como vacaciones. Me dice que a lo sumo si no tengo más hermanos o padre tengo el tiempo indispensable para realizar los trámites y que podría de ser así recoger las cenizas de mi madre. Mi padre está muerto y mi hermana en Escocia. Por esta razón voy a  recoger las cenizas de mi madre. Después me incorporo al turno, tal como me ordena.

La situación que viví fue real, nada inventado, aunque parece una novela de ficción-terror. La situación vivida por mí no se la deseo a nadie, humillación, rabia, impotencia, frustración…En mi vida me había sentido así. Imaginar que mañana se os muere la mujer, la madre o un hijo y os hicieran esto.

¿Por ser trabajadores esenciales no tenemos derecho a asistir a nuestros familiares ni al duelo? ¿Qué hubiese pasado que acepto en primera instancia las órdenes dadas por el jefe de zona sin rechistar? Mi madre habría muerto sin yo estar a su lado y se habría enterrado sin ninguno de sus hijos cerca. Me hubiese arrepentido el resto de mi vida. Denunciaré esto donde corresponda para que esto no le vuelva a pasar a nadie, ya que por desgracia el Estado de Alarma aún está vigente y en el futuro seguramente lo volverá a estar.

Un saludo y gracias a todos por los pésames.