La huella asturiana del FRAP, el grupo desempolvado por Cayetana Álvarez de Toledo

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Manifestación del FRAP en el exilio francés
Manifestación del FRAP en el exilio francés

Entre 1973 y 1978 la organización contó con presencia y actividad en el Principado

02 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada se produjo un tenso rifirrafe entre la portavoz popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, y el vicepresidente segundo y Ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, en el que la primera calificó como «terrorista» al padre del segundo por su militancia en el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota. Si de algo ha servido este censurable momento en la Cámara Baja ha sido para volver a traer a la palestra el tenue recuerdo del FRAP. Una organización cuya existencia apenas se extendió oficialmente más allá del periodo 1973-1978 y que, pese a todo, llegó a tener una cierta presencia en Asturias.

Eduardo Abad García, del departamento de Historia de la Universidad de Oviedo, se encuentra ultimando un proyecto editorial conjunto para Ediciones Trea sobre movimientos de izquierda y revolucionarios durante el franquismo y los primeros años de la transición. El germen de la obra o, al menos, de su granito de arena en ella surge en 2017, cuando se organizaron unas jornadas en la Universidad de Oviedo sobre el antifranquismo asturiano en la transición, con una «investigación bastante potente de las fuerzas antifranquistas en las primeras etapas de la dictadura, pero no durante la transición, en un periodo final del franquismo».

En dichas jornadas se cubría la etapa de «mediados de los 70 y los años posteriores a la muerte de Franco». En los relatos se presentaba que «en Asturias no se habían producido elementos violentos», si bien «por poco que tiraras del hilo salían torturas, motines en la cárcel de Oviedo, atentados de la ultraderecha,…». En este sentido, en aras de ofrecer una fotografía lo más completa posible, «la Universidad consideró que era también necesario abordar el coqueteo con la violencia de los elementos antifranquistas».

La semilla

Viajando al pasado, este estudioso explica que «después de terminar la Guerra Civil en España, el antifranquismo lo organiza fundamentalmente en Asturias el Partido Comunista». Tras la durísima represión posterior al fin de la contienda, a finales de los 40, «la política cambia y en 1956, fruto de una serie de transformaciones sociales y mayor apertura de miras en España, el PCE lanza la política de reconciliación nacional, que planteaba la necesidad de vencer el concepto de las dos Españas».

El objetivo básico era el de «conseguir libertades democráticas», si bien el modo de lograrlo no fue «bien recibido por toda la militancia comunista pues para un sector exiliado, que había luchado en la Guerra Civil o padecido represión, se podía entender como una claudicación». Del mismo modo, «un sector más joven bebe de otras referencias culturales, como los procesos de liberación en África, Argelia y la revolución cubana, con un elemento armado».

«Esos elementos hacen que la ilusión de la resistencia armada esté presente como horizonte cultural», aclara. Destaca que «otro aspecto importante es que, con la política de reconciliación nacional, se rompe con los elementos que tenían que ver con la cultura republicana, que unía a comunistas, socialistas y anarquistas…». Es por eso que «esos jóvenes y veteranos se aglutinan en torno a la idea de volver a traer la república, y de que España se está convirtiendo en una colonia de EEUU».

En 1964 toda una serie de sectores descontentos con esa política de reconciliación «se escisionan en el PCE (marxista-leninista)». El partido inicialmente es muy pequeño y con sus bases en el exilio. Esta escisión no afecta inicialmente a Asturias, «sobre todo porque en la región la militancia comunista estaba vinculada al obrerismo, en donde había una gran disciplina de partido, aunque existieran disensiones». La actividad del PCE (marxista-leninista) es intensamente reprimida, «sobre todo por la reivindicación de la república». No en vano, en 1965 el primer militante es asesinado en España. La primera presencia en Asturias de este partido se da en 1967, «con una militancia muy reducida de poco más de una decena de personas en inicio y centrada, sobre todo, en la propaganda y la cuestión republicana».

Como hecho destacado de estos años «surge en 1967 el periódico El Faro de Asturias, supuestamente vinculado a esta organización». En sus páginas «se denuncia a mucha gente del PCE y se les acusa de connivencia con la policía». En este contexto «el PCE (marxista-leninista) tenía la pretensión de crear frentes de masa a los que se incorporara gente no militante necesariamente, pero que estuviera contra Franco y por la república».

Años de actividad

Con este objetivo sus integrantes «logran contactar con una organización como la Unión Socialista Española» y en 1971 nacen los comités pro FRAP. Firman la adhesión a ellos  la Unión Socialista Española y el PCML, «además de organizaciones afines y vinculadas al PCML». Inicialmente sus actividades no tienen que ver con la lucha armada y en Asturias los comités pro FRAP, pese a existir, «tienen una actividad muy reducida».

La suma de «mucha represión y poca comunicación» provoca en gran medida su aislamiento. «Más allá de la colocación de banderas republicanas, reparto de pasquines denunciando al futuro Rey Juan Carlos o demás, no tenían una actividad mayor», explica Eduardo Abad García acerca de estos años embrionarios. Ya en 1973 «nace el FRAP propiamente dicho». En este sentido, tres de sus miembros fueron de los últimos fusilados por Franco.

En Asturias «solo se tiene constancia de una acción de carácter armado, cuando se voló un jeep de la Policía local frente a la comisaría de Gijón, el 20 de septiembre de 1975». Asimismo se sabe que «el 27 de septiembre se producen manifestaciones relámpago en protesta por esas últimas ejecuciones». Ya en el 76 «el partido se da cuenta de que la transición es un hecho y que las cosas están cambiando. Se produce un debate en el PCML y más de la mitad de la militancia se va, porque consideran que el FRAP ya no tiene sentido». Entonces,  finalmente, el PCML «apuesta por la vía pacífica, y se crea la convención republicana por los pueblos de España».

Ya en 1978 se disuelve de manera oficial un grupo que «en Asturias no llegó a tener más de dos docenas de miembros».