Pablo Casado: «El PP de Asturias tiene que trabajar para reforzarse orgánicamente el año que viene»

ASTURIAS

MGUEL VILLAR

«Comenzamos a criticar al Gobierno cuando vimos que lo estaba haciendo muy mal», dice el presidente del PP

04 jul 2020 . Actualizado a las 09:12 h.

Pablo Casado (Palencia, 1981) se concentra estos días en la campaña gallega, una comunidad feudo de su partido que quiere revalidar. En la vecina Asturias, el líder del PP valora el hecho de que el PP lleve una largo periodo en un vacío de poder sin presidente, o presidenta, ni secretario general. En el ámbito nacional, Casado deja entrever que trabaja en la recomposición del centro derecha, «hablo bien de Ciudadanos», apunta. Pero también apela a los socialdemócratas, a los votantes clásicos del PSOE que no se ven cómodos al lado de Podemos. 

—Este mes cumplirá dos años como presidente del PP. Sinceramente, ¿qué balance hace?

—La media de las encuestas apuntan que hemos subido diez puntos este último año, cinco en el último trimestre. El proyecto está consolidado. El hito ha sido gobernar en Andalucía por primera vez, y el más simbólico, recuperar Madrid. El tema pendiente sigue siendo la convergencia del espacio de centro-derecha, para que no pase como en noviembre, que teniendo más votos que el PSOE, el PP y Ciudadanos tuvimos menos escaños.

—Me temía que en su balance iba a faltar que ha perdido cinco elecciones: dos generales, municipales, autonómicas y europeas. ¿Da eso alas a quienes ponen en entredicho su liderazgo?

—Cuando llegué al partido eramos tercera fuerza en las encuestas. Pasaba en toda Europa e incluso en Estados Unidos, donde un outsider copa el espacio tradicional republicano. Lo importante fue que evitamos el sorpaso [de Cs] en abril, un debacle en las autonomías y en las ciudades, y recuperamos un 30 % del voto. Ahora estamos en empate técnico con el PSOE. Y estas elecciones son importantes porque las gallegas siempre han anticipado buenos resultados nacionales. Las elecciones gallegas son un primer paso para el cambio de ciclo en España.

—Pero si Feijoo ganase con contundencia, ¿no se le verá a él como el revulsivo para que el PP sea primera fuerza en España? ¿Le condiciona esa sombra?

—Me tengo que remitir a lo que siempre ha dicho en público y me ha dicho en privado: que cuando ha tenido que elegir entre la política nacional y Galicia, ha elegido Galicia y antepuesto los intereses de los gallegos a sus legítimas ambiciones, si las tuviera. Hablamos más de lo que la gente cree. Estoy muy agradecido a Alberto, me ayudó mucho para estar donde estoy y ahora intento aportar mi granito de arena a esta campaña. Tenemos muy buena relación y Alberto y yo siempre nos hemos dicho las cosas sin ningún tipo de ambages.

—El PP no tiene ni presidente en Asturias, ni secretario general. Hay en su partido en la comunidad un evidente vacío de poder. ¿Cuándo se va a paliar ese vacío y quién a su juicio debería ser la persona que asuma el liderazgo del PP de Asturias?

—Ahora mismo nosotros estamos volcados en las campaña electorales de Galicia y el País Vasco. Ya se han empezado a hacer algunos congresos provinciales este verano, que posiblemente en otoño pueda haber más y los congresos autonómicos tocan en el 2021. Evidentemente Asturias tendrá que tener su congreso autonómico al que se presentarán los candidatos según los estatutos, como ha pasado siempre y la vez anterior. Hasta ahora estamos muy satisfechos con la labor que está haciendo el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, recuperando una plaza muy importante para el PP, y la portavoz en el Parlamento asturiano, Teresa Mallada y eso se acompaña con la labor que hace Mercedes Fernández en el Senado y Paloma Vázquez en el Congreso. Creo que hay un buen equipo y tienen que estar trabajando para el año que viene reforzarse orgánicamente y acudir a las siguientes elecciones del 2023 para recuperar el Principado-

—¿Cualquiera de ellos podría liderar el PP de Asturias?

—Yo tengo que respetar los procesos y nunca me he metido y no me voy a meter.

—¿Qué le parece el final político que está teniendo Francisco Álvarez Cascos, primero dejando el PP para fundar Foro y acabar siendo denunciado por su partido?

—Por respeto a otros partidos, yo con Foro lo que puedo decir es que tengo una relación de coalición en las elecciones generales; nuestra relación con Isidro Martínez Oblanca y la colaboración que estamos teniendo en el Congreso es muy buena, igual que en el Senado. Y en la dinámica de los partido poco puedo opinar de lo que Carmen Morillón y Francisco Álvarez Cascos hagan porque no somos del mismo partido y ahí mi objetivo es optimizar el espacio electoral cuando concurrimos a las elecciones, pero luego cada uno tenemos nuestros procesos orgánicos diferenciados.

—¿Han llegado a la conclusión de que esta va a ser una legislatura larga y por eso el PP ha levantado el pie y muestra más disposición al acuerdo con el Gobierno?

—En la pandemia, primero aceptamos lo que dijo el Gobierno: el estado de alarma, tres prórrogas y los decretos económicos. A los dos meses pasamos a la crítica porque lo estaban haciendo muy mal y aprovechando para cuestiones que no tenían que ver con la pandemia. Volvemos a tender la mano planteando un pacto por la sanidad, como en dos años plantee once pactos de Estado. El punto de acuerdo se da cuando el PSOE se presta a abordar cuestiones de sensatez.

¿Más Ana Pastor y menos Álvarez de Toledo? En el PP hay una misma sintonía con distintos instrumentos

—¿En qué punto se podrían encontrar con el Gobierno para hablar de los presupuestos?

—Hasta que no haya unos presupuestos presentados será muy difícil. La Moncloa anticipa un debate sin concluir lo urgente, los reales decretos del plan de choque económico, porque los presupuestos, por muy rápido que vayan, necesitan medio año y hay empresas que están cerrando y hay un nuevo récord de paro, por cierto, Galicia es la comunidad que más empleo ha creado. Aquí hay un Gobierno que funciona.

—Rechaza una subida de impuestos, pero eso mismo prometió Rajoy y subió el IVA.

—El Gobierno de Rajoy acabó con una bajada muy importante en el 2015. Cuando Rajoy llegó al Gobierno los españoles pagaban más impuestos que cuando se fue, eso es lo importante.

—¿Y cuál es su receta?

—La competitividad. Ahora una bajada generalizada de impuestos: cotizaciones sociales, sociedades y las rentas de los que generan empleo. Ampliar los ERTE hasta fin de año para los sectores que tienen imposible recuperarse del cierre decretado. Y frenar costes, el de la energía por ejemplo, algo evidente con Alcoa donde puede intervenir el que fija el coste de la energía.

—¿Qué mensaje manda con más Ana Pastor y menos Cayetana Álvarez de Toledo para negociar?

—Los grandes partidos tienen distintos perfiles. En el PP hay una misma melodía con distintos instrumentos y distintos acentos. Yo necesito sacar el mejor partido de todos.

—¿Percibe que la sociedad exige un cambio de rumbo en la política española y que el Congreso no sea la mecha que encienda una peligrosa bomba y sí el sitio donde se curen nuestros males?

—Sí, sin duda. El Congreso tiene que albergar acuerdos. Por eso agradezco a Sánchez que aceptase llevar al Congreso el pacto por la reconstrucción. Mi relación personal con Sánchez no es mala, no, no, no. No hay un problema personal, pero mi obligación es hacer que el Gobierno lo haga mejor. Ellos quieren dar una sensación de crispación que no es real.

Pedro Sánchez acusa al PP de haber utilizado la pandemia para tratar de derrocar al Gobierno.

—Pues que mal lo hemos hecho, porque apoyarle siete decretos, tres alarmas, la nueva normalidad, el ingreso mínimo vital, apoyarle para el eurogrupo... Pues como derrocadores no tenemos precio. No se le puede creer. No ha podido tener más apoyo, yo le dije «no estás solo», pero él elige sus alianzas.

—¿Cómo hubiera gestionado usted la pandemia?

—Primero, alertas internacionales, no he entendido por qué las alertas de la OMS y de la UE no se comunicaron. Por lo tanto prevención y comprar material y plantas de hospitalización independiente; segundo, evaluación con muchos, muchos test para confinar a la gente enferma y vulnerable y a la población según la tasa de contagio, lo que habría permitido un confinamiento menos drástico y menos paro, y tercero, recuperación de la normalidad con medios de protección, las mascarillas obligatorias, que en eso falló el Gobierno en no ordenarlo, porque según parece no tenía existencias, lo cual es muy grave.

—¿Cuánto le obliga Vox al PP a escorarse al extremo?

—Yo no he pactado ningún gobierno con presencia de Vox ni en autonomías, provincias o capitales. Habría que preguntar en qué está viendo Vox al PP. Ahora ya no critican tanto a las autonomías, porque son un buen contrapeso al Gobierno de Sánchez, o han pasado a un segundo término cuestiones como el cambio climático o la ideología de género, o la memoria histórica, que eran sus temas de confrontación con la izquierda.

—¿Repetiría la foto de Colón?

—[Se lo piensa] En ese momento reivindicábamos que no se puede decidir la independencia de una comunidad sin contar con la opinión de toda la ciudadanía española. Queremos vivir en un país unido, descentralizado, pero sin renunciar a ser parte del todo. No es mucho pedir.

—¿Qué cree que sería más fácil en el conjunto de España, lograr la reunificación del centro derecha o una gran coalición, como ha defendido Rajoy o Feijoo?

—Sánchez eligió en menos de 36 horas el abrazo con Pablo Iglesias, un socio que no es moderado y nos tilda a los demás de radicales. Para salir de la crisis hay que llegar a acuerdos de urgencia pero no es momento de hablar de planteamientos a largo plazo. Además Sánchez no va a renunciar a lo que es y que está cómodo con Pablo Iglesias, en la mesa de autodeterminación de Cataluña, o siendo investido con los votos de Bildu. Hay que ir partido a partido y ley a ley, porque su proyecto no tiene que ver con el nuestro.