Richard Morgan: «El impacto de 'Altered Carbon' ha hecho que muchos libros míos tengan otra vez interés»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Richard Morgan
Richard Morgan

El novelista, uno de los referentes en la ciencia ficción y fantasía de las últimas dos décadas, cree firmemente en la responsabilidad de los autores a la hora de mostrar las consecuencias de la violencia en la literatura

21 jul 2020 . Actualizado a las 23:28 h.

Richard Kingsley Morgan (Londres, 1965) es uno de los grandes referentes de la literatura de fantasía y ciencia ficción de los últimos 20 años. Ha trabajado poniendo su talento al servicio de guiones de videojuegos como Crysis 2 o Syndicate y comics de Marvel, pero es su faceta como novelista la que mayor fama le ha dado entre los aficionados. Thin Air, la trilogía Tierra de héroes (Alamut) y, sobre todo, Carbono Modificado (Minotauro, 2002) son ya obras de referencia en el género. Esta última ha sido adaptada al formato episódico de televisión con gran éxito por Netflix. Pese a que Morgan no reniega, en absoluto, de su protagonista, Takeshi Kovacs, y el mundo futurista, crudo y descarnado que le rodea, no cree que vaya a devolverlo a la vida, literariamente hablando. El autor se encuentra estos días participando en el festival Celsius 232 de Avilés.

--¿Cómo está viviendo esta pesadilla con la que nos hemos encontrado en 2020?

--La verdad es que no lo he pasado realmente mal, al fin y al cabo aislarse es la vida de un escritor (risas). No me he sentido muy diferente a los días normales. Además, tengo la suerte de que vivo en una casa en el campo, con mucho jardín y espacio para mi familia. En general diría que he escapado bastante bien del horror. Lo que he notado es que lo de no salir a hacer cosas y a ver a otras personas tiene sus efectos al cabo de un tiempo. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con escribir pensaba que iba a poder sacar mucho trabajo. Pero lo cierto es que mis niveles de productividad han bajado bastante. Lo único con lo que puedo compararlo es con estar en el aeropuerto esperando un vuelo que lleva retraso. Tienes al lado tu portátil, pero no lo usas porque te falta algo de concentración y esperas constantemente que pase algo. Por ejemplo, hace una semana pude salir por fin a visitar a unos amigos y fue un alivio. No te das cuenta, hasta que te relajas, de la tensión que has acumulado. Lo he pasado mejor que la mayoría, pero sí que me ha costado.

--¿Cree que sacaremos alguna lección en claro de esta pandemia?

--La interacción humana es importantísima. Entre amigos españoles siempre estoy con la broma de que todos se han vuelto británicos con la pandemia. ¡No tocarse, besarse y abrazarse es ser inglés (risas)! Cuando fui a visitar a estos amigos que comentaba antes, mi primer impulso fue ir a darle un abrazo o darle dos besos a la mujer, pero los tres nos cortábamos, estábamos como zombis sin saber exactamente cómo tratarnos. Eso es como somos los ingleses en términos sociales, ya que no estamos a gusto con el contacto físico y las muestras de afecto. Yo estoy casado con una española, me siento como un español adoptivo y llevo mucho tiempo imbuido en la cultura, por lo que me sigue costando lo de no poder abrazar y tocar. A lo mejor los ingleses el problema que hemos tenido con el brexit y toda esa mierda es, precisamente, porque no nos tocamos y abrazamos (risas). Tenemos una especie de psicosis y no sabemos relacionarnos normalmente. Echo de menos lo relajante que es tratar con una persona con confianza. Nunca pensamos en esas cositas hasta que las perdemos.

--¿Está satisfecho con la adaptación de Altered Carbon (Carbono Modificado) de Netflix?

--Estoy muy contento, sobre todo con la primera temporada. En ella se sigue más o menos el libro. Hay algunos cambios, pero todo lo que sale en la novela aparece en algún momento de la temporada. A veces hay un sentimiento que en el libro expresa un personaje y en la serie sale en boca de otro, pero en general ha sido magnífico verlo en la pantalla y, sobre todo, con el presupuesto que tenían. Parece más una película de diez horas y yo estoy en la gloria. Además, la creadora de la serie, Laeta Kalogridis, era muy fan del libro y ha captado exactamente el espíritu de lo que escribí. Cuando vi los escenarios, las interacciones entre personajes y el ambiente me di cuenta de que era exactamente lo que tenía en mente. Desde la influencia del ciberpunk o Blade Runner. Ella ha entendido que esas eran las bases de mi inspiración. Hasta ese momento era algo que existía dentro de mi mente y de repente estaba ahí.

--¿Y la segunda temporada?

--La segunda temporada se aleja bastante del sendero de los libros. Por eso me enamoré menos de ella, pero también está llena de ideas, conceptos y hasta diálogos de los libros, por lo que sigo muy contento. También han salido el cómic y el anime. Mucha gente me comenta que tal o cual cosa no aparece como en los libros, pero es como tener un niño que crece. Imagino que cuando mi hijo tenga 23 años estará buscándose la vida o estudiando una carrera que, a lo mejor, no va en sintonía con las ideas que yo tenía para él, pero dará igual, porque lo seguiré queriendo. Quieres a tus niños, les deseas lo mejor y que les vaya bien en la vida. En este caso, la propiedad intelectual ha salido de mis manos, está ahí fuera y la tengo que dejar un poco a su aire, pero me encanta que haya germinado en tantos formatos diferentes.

--¿Hay conversaciones para futuras adaptaciones de otras obras?

--Ahora mismo, mi última novela Thin Air tiene opciones y está en desarrollo, a nivel de compañía de producción. También mi trilogía de fantasía se está intentando desarrollar, pero también a nivel de producción. Market Forces ya estaba en desarrollo, pero se ha quedado parada. El impacto de Altered Carbon ha hecho que muchos libros míos tengan otra vez interés.

--¿Es Carbono Modificado una novela negra con alma ciberpunk, o una novela ciberpunk con alma de novela negra?

--La cuestión del género siempre la miro un poco de reojo y con cautela. Una cosa buena del género es que es una manera de dirigir a la gente a cosas que le van a gustar. El peligro es que la industria editorial, sobre todo en el espacio que se dirige a jóvenes-adultos, ha evolucionado a una especie de manual de uso que dice que si vas a escribir un libro de este tipo tiene que tener un protagonista joven, que haya final feliz, que no suceda ‘A', ‘B' y ‘C', pero que siempre ocurra ‘D', ‘E' y ‘F'. Te sientes un poco encadenado con las necesidades de ese subgénero. Por eso yo cuando me pongo escribo lo que quiero leer y a ver cómo sale. Por mi afición por la novela negra, la tradición de Hammett, Chandler y los que han venido después esa temática surge en mi obra, pero a la vez soy muy aficionado a la ciencia ficción desde los 9 años, por lo que esto también aparece. No sé cuál de las influencias tiene más peso. Además, yo creo que, en general, es una tendencia que se puede llamar hard boiled. Si vas a escribir historias con mucha acción, violencia, sexo… eso tiene que llevar una responsabilidad a la hora de mostrar el lado oscuro.

--¿En qué sentido?

--Hay una tendencia general, representada claramente, por ejemplo, en las obras de superhéroes, que pasa por contar historias excitantes, con peleas y violencia, pero de manera muy infantil, sin consecuencias. Esa es una lucha con la que llevo toda la vida. Odio eso, dicho de manera cordial (risas). La violencia es fea y horripilante. Eso es lo que hemos perdido en nuestra ficción. Yo quiero aportar lo opuesto. Como persona adulta tengo una responsabilidad de aceptar que, con la violencia, con cada acto, viene una consecuencia. Películas de mi infancia y juventud como El bueno, el feo y el malo, Sin Perdón o Blade Runner tienen mucha violencia, pero es triste, oscura y se ve que no es algo bueno. La narrativa de superhéroes siembra la idea de que la violencia es guay, disfrutable y una especie de juego. Hay un periodista británico con el que estuve tratando de definir, durante una conferencia, lo que es el término noir. Dijo algo así como que noir, al final, es sencillamente lo opuesto de Disney (risas). Y hasta ahora no he oído una mejor definición. Yo mi trabajo lo definiría como hard boiled o future noir a lo mejor. Una de las características del ciberpunk es que los protagonistas normalmente son muy jóvenes, hackers y criminales de poco más de veinte años. Kovacs, por ejemplo, tiene 140 años en Altered Carbon (risas).

--Ahora que lo menciona, ¿volveremos a tener noticias de Takeshi Kovacs?

--La COVID 19 ha puesto todo en pausa. Estamos esperando. Entre la primera y la segunda temporada hubo un silencio largo hasta la renovación. No sé si habrá tercera temporada. En circunstancias normales ya lo sabría, pero con el coronavirus seguimos a la espera.

--¿Y en papel?

--(Risas) Ahora estoy con el segundo libro del mundo de Thin Air y me encuentro muy contento con ese nuevo universo y sus reglas. No tengo mucho interés en volver al mundo de Takeshi Kovacs, y no es porque no me guste o porque esté intentando distanciarme. Es que no encuentro la manera de contar una nueva historia que me interese. La idea de cambiar los cuerpos es muy buena, pero creo que en los tres libros he explorado todas sus posibilidades. Terminando el tercero ya tenía la sensación de que lo había explotado todo lo que podía. Con cualquier idea, si sigues excavando mucho, al final la estructura se colapsa. Prefiero dejar muchas preguntas e ideas inexploradas, para que cuando lo leas haya espacio para tu imaginación. Ahora parece que las grandes franquicias quieren excavar y exprimirlo todo.

--¿En qué proyectos está trabajando?

--Estoy trabajando en la segunda novela de Thin Air. También ayudando en el segundo cómic de Altered Carbon, en el que más que escribir aporto ideas. Soy una especie de showrunner. Llevo la continuidad, por así decirlo. Es más relajante, porque solo tengo que vigilar por que el proyecto sea coherente. Hay otras cositas de las que no puedo hablar. Tengo trabajo, que es lo importante (risas).