Bodas exprés: adelantan su horario para adaptarse a las restricciones del COVID-19

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

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Los novios que mantienen su enlace han reorganizado el evento, adelantado la hora de celebración y reducido la lista de invitados. Una pareja nos cuenta su caso

08 ago 2020 . Actualizado a las 11:25 h.

Si hay un sector que ha tenido que adaptarse para no perecer a causa del COVID-19 y readaptarse con cada cambio de normativa motivado por la pandemia ese es el de las bodas. Un sector que quedó en jaque con las restricciones de aforo, con la necesidad de mantener la distancia social y el establecimiento de horarios cuando este tipo de eventos se caracterizan por todo lo contrario: por reunir a varias decenas de personas (incluso a varios cientos), por ser momentos de mucha socialización con besos, abrazos, saludos y mucha gente en la pista en la pista de baile, además de prolongarse hasta altas horas de la noche se organice la celebración a mediodía o a media tarde. Todo esto ha cambiado en la mayoría de las bodas que se mantienen en 2020, aunque muchos novios han optado por cambiar el enlace para 2021 o, incluso, para 2022 con idea de que entonces puedan celebrar la boda con todos los ingredientes: con muchos invitados a los que puedan abrazar en un día tan importante; sin que estos tengan que mantener la distancia social; que puedan bailar, como siempre se ha hecho, hasta que duelan los pies; echándose unas risas con el atrezo del photocall y, sobre todo, sin que todos salgan en las fotos de recuerdo con mascarilla.

Los contrayentes que han decidido mantener sus planes y casarse en las próximas semanas o meses están teniendo que readaptar la celebración a las restricciones que se imponen para contener el COVID-19, en algunos casos modificaciones tan sustanciales que algunos novios entienden que tendrán una boda exprés.

Marta Quintero, profesional que dirige Vintage Bodas, asegura que el sector ha tenido que hacer «encaje de bolillos para recolocar las bodas y para buscar soluciones a todos los problemas» que les han ido surgiendo porque destaca que si algo hay que hacer, y en lo que han sido estrictos en su empresa, es en seguir las directrices que en el caso de Asturias se han ido publicando en el BOPA, así como las que recomendaba además la Asociación de Profesionales de Bodas de España. Y es que si un problema tiene este sector es no tienen una regulación específica, sino que se tienen que adaptar a las diferentes normativas de hostelería y ocio según cada momento de la boda.

Estas adaptaciones han implicado que muchos novios hayan dado un giro de 180 grados a la celebración que tenían planeada y los que tenían pensado casarse en una ceremonia por la tarde lo harán ahora en una que tendrá lugar a mediodía para ganar unas horas a uno de los días más especiales de sus vidas dado el toque de queda que se ha impuesto a las dos de la madrugada en la lucha contra el coronavirus. «El cambio de hora de la ceremonia está siendo la tónica general, pero no sólo por las restricciones, si no por prudencia», señala Marta Quintero, que también apunta que la reducción de la lista de invitados a un 40 por ciento de la inicial también está siendo lo habitual en las bodas que se están celebrando «por el miedo a la aglomeración» que tienen los novios.

«No hay bodas como las de antes»

La responsable de Vintage Bodas añade que, aunque hoy por hoy «no hay bodas como las de antes», ni previsión de para cuando van a volver a hacerse las celebraciones de enlaces como las conocíamos, en su empresa tratan de gestionar y organizar todos los servicios que suele haber en una boda para que lo novios no tengan que prescindir de ninguno: «a los fotógrafos y floristerías lo que les puede afectar es que se cancele el evento, si se celebra, el más afectado suele ser el restaurante por la disminución de invitados. Por lo demás, todo lo que sea bufete tiene que estar atendido por una persona para ofrecer el producto individualizado; la música también se mantiene, aunque el DJ trabaja en un plano más prudente, poniendo el toque musical que cualquier boda debe tener, pero sin animar a bailar; y el fotomatón, pues atendido también por una persona y sin atrezo», explica Marta Quintero, que considera que es importante no cancelar estos servicios si se pueden desarrollar con todas las precauciones porque «el sector lo está pasando muy mal». No obstante, la misma incide en que siempre «lo primero es la salud».

«Hemos pasado de tenerlo todo organizado, a tener que cambiarlo todo»

Vanesa Menéndez y Miguel Santamarta, con boda programada para mediados de septiembre, es una de esas parejas que están teniendo que readaptar la boda para ajustarse a las limitaciones y restricciones impuestas para contener el COVID-19. «Hemos pasado de tenerlo todo organizado, todos esos detalles que queríamos tener en nuestra boda, a tener que cambiarlo todo», comenta Vanesa, que ha pensado principalmente en la gente que mantienen como invitada al enlace para hacer las modificaciones. Por ejemplo, teniendo en cuenta que parte de la gente que acudirá es mayor, han pensado que «disfrutarán más de una comida que de una boda por la noche», así que estos novios han optado por hacer unas invitaciones nuevas, porque ya tenían las anteriores preparadas, y programar la celebración del enlace a mediodía con idea de que el convite sea, finalmente, una comida. Una comida que, puede decirse, será familiar, porque Vanesa y Miguel han reducido su lista de invitados un 60 por ciento.

La novia señala que tras decretarse el estado de alarma y durante el confinamiento tomaron la decisión «de aguantar hasta el final y ver cómo respiraba todo, pero la situación ha cambiado», por lo que después de toda la organización, «porque en enero lo tenía todo completamente preparado», asegura que la dinámica estos días está siendo «cancelar y contratar a última hora».

«Lo más duro» para esta pareja ha sido reajustar la lista de invitados. «No queríamos exponer a la gente, así que la única opción ha sido reducir aforo». Esto les ha implicado sacar de la lista a todos los amigos «porque lo primero es la familia». «No podíamos invitar a unos amigos sí y a otros no, por lo que hemos decidido reducir la lista a la familia», dice con pesar Vanesa Menéndez, que reconoce que fue una cuestión que les generó quebradero de cabeza «porque no sabes cómo hacerlo. Es lo que me ha parecido más duro». De hecho, explica que en el caso de ellos ya tenían desde principios de año las invitaciones preparadas con intención de repartirlas durante Semana Santa

«Tenemos la ilusión de que haya más de una postboda»

Pese a lo duro de la decisión, Vanesa indica que los amigos, por supuesto, han entendido la situación. Con ellos esperan celebrar su boda más adelante, incluso, haciéndolo con pequeños eventos. «Tenemos la ilusión y la esperanza de que haya más de una postboda», plantea la novia, que manteniendo el entusiasmo por un día tan especial apostilla que «es la situación que nos ha tocado vivir y hay que readaptarse».