Seis meses después del aplauso de las 8: «El trabajo hay que seguir haciéndolo, pese al miedo»
ASTURIAS

Alberto Mamés, Técnico de Emergencias Sanitarias, estuvo en primera línea de batalla contra la COVID 19 en el inicio de la pandemia. «A los negacionistas de la COVID 19 les diría que piensen en sus familiares y seres queridos», advierte
20 sep 2020 . Actualizado a las 21:56 h.El ovetense Alberto Mamés Pendones tiene 39 años y es Técnico de Emergencias Sanitarias (TES), con 18 años de experiencia. También cuenta con 12 años de trayectoria como docente de nuevos TES y primeros intervinientes. Asimismo, es vocal autonómico de los TES en la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias. Él es una de esas personas a las que, religiosamente, todos los días salíamos a aplaudir a las ocho de la tarde durante el confinamiento. Porque es uno de los profesionales sanitarios que, en lo más duro del comienzo de la pandemia, tuvo que aparcar el miedo para mirar a la cara a la COVID 19 cada día.
Perteneció a la red de siete ambulancias de Transinsa que se dedicó en exclusiva a atender a los pacientes de coronavirus en Asturias, cuando muy pocos sabían realmente a lo que nos enfrentábamos.
«Nosotros empezamos, como todo el mundo, a oír hablar del coronavirus de China en los telediarios y sabíamos que había problemas», recuerda. Sin embargo, la primera muestra real de que la amenaza ya estaba llamando a la puerta llegó a principios de año. Y es que en febrero «la empresa y el SESPA tomaron la decisión de ir formándonos por lo que se avecinaba. Aunque ya teníamos conocimiento de lo que pasaba en Italia, ésa fue la toma de contacto con formación específica».
Este Técnico de Emergencias Sanitarias explica que «en marzo fue cuando explotó todo, aunque en Asturias no nos cogió tan fuerte. Se desdobló la red y en la unidad para la que trabajo nos sacaron para atender en exclusiva casos de coronavirus».
Alberto Mamés resalta que «en la segunda semana de marzo» empezaron a atender «los primeros posibles casos». Considera que la relajación y cierta minimización de los efectos de la enfermedad es la principal diferencia ahora con respecto a la primera oleada. Cree que «en esta segunda fase se tiende como a minusvalorar la gravedad de la COVID 19 porque hemos vuelto a la normalidad y, al final, somos animales de costumbres. En la primera ola no había tanto negacionista porque la gente vio que hubo que paralizar un país, y eso es algo que no había sucedido nunca. Ahora muchos casos se detectan asintomáticos o leves y no hay tanta mortalidad, de momento».
Pese a todo, cree que «en general la mayor parte de la gente está concienciada y haciendo lo que piden las autoridades sanitarias». Rememora esos primeros días de lucha contra el coronavirus desde la primera línea, no con miedo, pero con «mucha incertidumbre y respeto a lo desconocido, porque por mucho que te formaras y vieras en los medios de comunicación era algo inédito».
Reconoce que «tienes temor de llevarlo a tu casa y a tus familiares, pero es parte de este trabajo y tenemos que lidiar con ello. El trabajo hay que seguir haciéndolo, pese al miedo». «Ahora mismo, afortunadamente, aunque los contagios crecen porque se detectan precozmente, muchos son leves y el riesgo de saturación del sistema sanitario que rondamos no sucede», explica.
Eso sí, no duda en dar un toque de atención a aquellas personas que aún siguen negando la evidencia, pese a lo que hemos pasado. «A los negacionistas de la COVID 19 les diría que piensen en sus familiares y seres queridos. A veces, sobre todo si eres joven, te crees invencible, pero en tu casa estará tu padre, abuela o tío».