El hallazgo de la hepatitis C, que salvó millones de vidas, Nobel de Medicina

Raúl Romar García
Raúl Romar LA VOZ / REDACCIÓN

ASTURIAS

Será compartido entre los investigadores Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice

05 oct 2020 . Actualizado a las 21:16 h.

Hepatitis no A, hepatitis no B. Durante años este fue el diagnóstico que recibieron miles de pacientes con afecciones cuya infección respondía a una causa desconocida. Los afectados tenían inflamación del hígado que podía derivar en casos graves de cirrosis o cáncer, pero su cuadro clínico no se correspondía con la forma más leve de la enfermedad, la A, que se transmite por la ingesta de agua o alimentos contaminados y que generalmente tiene poco impacto, ni con la B, que se transmite a través de la sangre y los fluidos corporales y que representa una amenaza mucho más grave, ya que se trata de una dolencia crónica. Tanto la morbilidad como la mortalidad en este último caso eran y aún son muy elevadas, pero un número muy importante de pacientes no respondía a lo conocido. En el nuevo escenario el virus se contagiaba también por la sangre, pero se desconocía el agente causal.

Fue Harvey J. Alter, de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., el primero en advertir la aparición de la extraña infección en pacientes que habían recibido transfusiones de sangre que no se correspondían con la variedad B y ni mucho menos con el A. La respuesta definitiva llegó con los trabajos que realizaron Charles M. Rice, Michael Houghton, gracias a los cuales fue posible identificar el agente infeccioso y ponerle un nombre: hepatitis C.

Los tres acaban de ser distinguidos con el Premio Nobel de Medicina por parte del Instituto Karolinska de Suecia por una investigación que ha servido para «resolver un problema sanitario global» y contribuir a salvar a millones de vidas en todo el mundo.

Gracias a sus hallazgos, «un logro histórico en la batalla contra las enfermedades virales», ahora se dispone de análisis de sangre altamente sensibles para el virus y se ha permitido el rápido desarrollo de medicamentos antivirales dirigidos contra la hepatitis C. «Por primera vez en la historia, la enfermedad ahora se puede curar, lo que aumenta las esperanzas de erradicar el virus en la población mundial», según el Comité Nobel, que advierte de la necesidad de realizar esfuerzos internacionales para facilitar análisis de sangre y hacer llegar los medicamentos antivirales a todo el mundo. «El descubrimiento del virus de la hepatitis C reveló la causa de los casos de hepatitis crónica restantes e hizo posible analizar la sangre y desarrollar nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas», destacan los científicos del Instituto Karolinska en su fallo.

En este camino Harvey J. Alter descubrió que un virus desconocido era una causa bastante común de la hepatitis crónica y demostró que la sangre de los pacientes infectados podía transmitir la enfermedad a los chimpancés con las características de un virus. Identificarlo era la prioridad. Y ahí enfocó su trabajo durante más de una década Michal Houghton para aislar su secuencia genética. Él y su equipo encontraron un clon que derivó en un nuevo virus de ARN perteneciente a la familia flavivirus y que llamaron hepatitis C, que era una causa común de hepatitis crónica. Pero faltaba una pieza esencial para resolver el rompecabezas: ¿podía este patógeno por sí mismo causar la enfermedad? Para responder a la pregunta los científicos tuvieron que investigar si el virus clonado podía replicarse y causar dolencias. La prueba definitiva la aportó Charlees M. Rice, que generó una nueva variante de ARN del virus que inyectó en el hígado de chimpancés. Fue ahí cuando este se vio en la sangre, además de observar cómo causaba cambios patológicos similares a los observados en humanos con la enfermedad crónica. Así se resolvieron los casos inexplicables de hepatitis causadas en las transfusiones.

Harvey J. Alter nació en 1935 en Nueva York, recibió su título de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Rochester y se formó en medicina interna en el Strong Memorial Hospital y en los University Hospitals of Seattle. En 1961, se unió a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) como asociado clínico, y pasó varios años en la Universidad de Georgetown antes de regresar a los NIH en 1969 para unirse al Departamento de Medicina Transfusional del Centro Clínico como investigador principal.

Por su parte, Houghton nació en el Reino Unido. Recibió su doctorado en 1977 del King's College London. Se unió a GD Searle & Company antes de mudarse a Chiron Corporation, Emeryville, California en 1982, y en 2010 se fue a la Universidad de Alberta. Actualmente es Cátedra de Investigación de Excelencia de Canadá en Virología y Profesor de Virología Li Ka Shing en la Universidad de Alberta, donde también es Director del Instituto de Virología Aplicada Li Ka Shing.

Charles M. Rice nació en 1952 en Sacramento. Recibió su doctorado en 1981 del Instituto de Tecnología de California, donde también se formó como becario postdoctoral entre 1981-1985. Estableció su grupo de investigación en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, St Louis en 1986 y se convirtió en profesor titular en 1995. Desde 2001 ha sido profesor en la Universidad Rockefeller, Nueva York. Durante 2001-2018 fue director científico y ejecutivo del Centro para el Estudio de la Hepatitis C en la Universidad Rockefeller, donde permanece activo.