Trasladó al primer enfermo diagnosticado de coronavirus: Pablo Corzo, premio a la Concordia

Carmen Liedo REDACCION

ASTURIAS

Pablo Corzo
Pablo Corzo

Pablo Corzo, técnico de emergencias sanitarias, considera un «orgullo» poder acudir a la recepción del Premio Princesa de la Concordia

16 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Pablo Corzo Pena es el técnico de emergencias sanitarias que este viernes representará a su sector en la recepción del galardón de la Concordia de los Premios Princesa de Asturias, concedido a los sanitarios españoles en primera línea contra la covid-19 y, por tanto, a quienes como él se han esforzado (y se esfuerzan) en atender a tantas y tantas personas infectadas o no de coronavirus. Aunque el protocolo que habrá de seguir ante los reyes de España, la princesa de Asturias y la infanta en esta jornada de Premios es mucho más sencillo que el protocolo que conlleva colocarse un EPI perfectamente varias veces al día, Pablo admite sus «nervios por si haces alguna cosa mal». Pese a ello, en su conversación con La Voz de Asturias pone de relieve el «momento especial» que es para él participar del Premio a la Concordia y por eso la tarde del jueves la dedicaba a pasar por la peluquería y a recoger el traje con el que acudirá a la ceremonia de los Princesa de Asturias.

«Para mi familia y mis compañeros es un orgullo», manifiesta Pablo Corzo, que es plenamente consciente de que también se sienten orgullosos por toda la labor y trabajo que ha realizado y realiza en el marco de esas crisis sanitaria que se está viviendo. Lo sabe porque le llegaban y le daban fuerza los aplausos que durante tantos días se dedicaron a quienes plantaban cara al virus; porque cuando estaba de descanso y salía a la ventana, sus vecinos le aplaudían a él… «¡Era muy emocionante. Se me llenaban los ojos de lágrimas!», señala este conductor de ambulancias de la empresa Transinsa, que asegura que aquellos primeros meses de pandemia «fueron agotadores no sólo por el volumen de trabajo, si no también por los tensión y el miedo al contagio».

Que Pablo Corzo sea quien represente a sus compañeros de sector no es casualidad. Pablo fue el primero técnico de emergencias sanitarias de Asturias en ponerse un EPI y el primero en realizar el traslado de una persona infectada de covid-19, una persona que no podrá olvidar porque se trató del escritor Luis Sepúlveda, que falleció casi dos meses después de ingresar en el hospital. «Le llevé a él y a su mujer, de Gijón al HUCA. Iba perfectamente, incluso se bajó de la ambulancia», recuerda Pablo, que asegura que el personal de la empresa para la que trabaja «recibimos mucha formación y nos enseñaron a poner el EPI» desde muy pronto.

«La primera vez que me lo tuve que poner fue con muchos nervios, pero ahora en dos minutos lo pongo», comenta con resignación porque lo normal es que se lo tenga que poner en más de una ocasión por la mañana y por la tarde. «Agobia mucho, agobia tener que conducir con él, y lo pasas mal, pero te acostumbras y hasta te animas pensando que ya queda poco para que esta pandemia se acabe», manifiesta. Además, el temor a contagiar a su familia, «a contagiar a mi madre y a mis suegros, que ya tienen cierta edad, te hace tener mucha precaución», confiesa.

Desde luego, para él esta pandemia ha superado con mucho cualesquiera otra situación a la que se haya tenido que enfrentar en los casi 21 años que lleva como técnico en Transinsa, porque cada día hacía traslados de personas con distintas historias que se enfrentaban a la covid-19 con más o menos fuerzas: «Había gente a la que había que llevar en camilla, gente que podía ir sentada, gente que se lo tomaba bien y gente que se lo tomaba mal…» Especial recuerdo tiene «de una chica que fue todo el camino llorando y a la que después volví a llevar a su casa porque dio negativo». También de «los güelinos, que los pobres son los que más han pagado esta enfermedad».

Pone de relieve que «la gente agradecía mucho la atención», pero no oculta que el trabajo que realizan con la presión del coronavirus les pasa factura personalmente: «Lo pasas mal y llegas a casa reventado». 

Y es que su trabajo no consiste sólo en trasladar a gente con la tensión de hacer todo bien para no contagiarse de coronavirus, sino llevar a cabo posteriormente una meticulosa limpieza y desinfección de la ambulancia para evitar que fuera correa de transmisión del virus, lo cual le podía llevar hasta dos horas hasta volver a poner el vehículo en circulación.

«Creíamos que esto iba a durar poco, pero se nos fue de las manos», manifiesta Pablo Corzo, quien pese a los dramas y situaciones vividas quiere lanzar un mensaje positivo y «dar esperanzas de que vamos a salir de esta».