«En lo más hondo deseo que estalle una revuelta desde abajo y que caiga quien tenga que caer»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Nacho Vegas
Nacho Vegas Pablo Zamora

Nacho Vegas conversa con La Voz acerca de «Oro, salitre y carbón. Diez años de marxophonismo (2011-2020)», antología que cubre la última década del artista, así como del convulso momento actual

21 nov 2020 . Actualizado a las 16:06 h.

En la música asturiana hay pocos artistas tan reverenciados, poliédricos y socialmente conscientes como Nacho Vegas (Gijón, 1974). Tal vez ninguno. La suya es una de esas voces a las que se escucha atentamente cuando opina. Incluso cuando lo hace para hablar de temas que van más allá de lo musical. Tras Violética (2018) vuelve con Oro, salitre y carbón. Diez años de marxophonismo (2011-2020). Una doble antología con canciones editadas fuera de los álbumes oficiales, algunas inéditas, y versiones, que da cuenta de lo que ha sido la trayectoria del músico en la última década. Temas, en definitiva, que reflejan, «desde una óptica muy personal», como ha ido cambiando, tanto su vida «como el mundo en el que vivimos en estos diez años».

--¿Qué le ha llevado a publicar Oro, salitre y carbón. Diez años de marxophonismo (2011-2020)?

--Son varios los motivos. Por un lado, volver a publicar canciones que, al haberse editado fuera de los álbumes oficiales, tuvieron un corto recorrido, hasta el punto de que algunas eran desconocidas para gran parte de mis seguidores aunque para mí fueran tan importantes como cualquier otra. Por otro lado, recoger una serie de temas inéditos, alguno de ellos de este mismo año, que necesitaban este disco para tener vida pública, y de ese modo poder ofrecer algo nuevo que no hiciera de este un recopilatorio al uso. Y por último, dar cuenta de lo que ha sido mi trayectoria a lo largo de esta última década con canciones que reflejan, desde una óptica muy personal, como ha ido cambiando tanto mi vida como el mundo en el que vivimos en estos diez años.

--¿Qué criterio le ha llevado a escoger estas 26 canciones, en concreto, que lo componen?

--Tenía una única premisa: no incluir descartes ni temas que considerara menores; huir de la rareza por la rareza y entender ese término como algo extrañamente bonito, canciones que tuvieron una vida rara por azarosa, como la nueva versión de Brujita, que se comenzó a grabar en México, se terminó en Xixón y se editó en un 7” compartido con Pablo Und Destruktion junto a un fanzine literario editado por el Colectivo Laika, de Valladolid.

--Este disco supone el cambio de Marxophone a Oso Polita, pero en las notas promocionales insiste en que el concepto de publicar canciones se sigue viendo como un esfuerzo colectivo asentado en el respeto y la confianza.

--Sí, por eso quise incluir el término marxophonismo en el título, porque no se trataba tanto de Marxophone como la plataforma de autoedición con la que se grabaron estos temas como del concepto asociado a ella y que tiene que ver con unas dinámicas basadas en el trabajo cooperativo, en el trato igualitario y en una ética profesional que no excluya los afectos, tan importantes en este oficio. Hay gente que piensa que no se debe mezclar lo personal con lo laboral pero yo opino que en este trabajo es algo básico cuando se hace de forma sana, pues al fin y al cabo nuestra materia prima son las emociones. También hay quien verá en esta una actitud posmoderna o ingenua, pero es justo al contrario. Se trata de un compromiso que no excluye en modo alguno mirar por las condiciones materiales objetivas de nuestro trabajo, y como tal es algo que debe cuidarse en cada momento y estar en continuo movimiento.

--¿Concibe este trabajo como un recopilatorio al uso o, más bien, como un cambio de ciclo?

--Bueno, esto de los ciclos es algo bastante arbitrario que nos sirve fundamentalmente para dotar de cierto orden a un trabajo que es, por naturaleza, bastante caótico. Pero en este caso se dieron una serie de circunstancias -cambio de oficina, cambios en la banda- que han hecho que este álbum marque un punto de inflexión en mi carrera en el que no se cierran puertas sino que se abren otras nuevas. Aunque el repertorio abarque toda una década quería huir de la mirada nostálgica. Se trataba más bien de mirar hacia el futuro sin olvidar todo lo que me ha hecho llegar hasta aquí, con toda la gente que me ha acompañado en el camino. Y además supone el inicio de mi relación con Oso Polita y Last Tour, donde no me he encontrado más que a gente maravillosa y apasionada con su trabajo.

--¿Cómo valora su evolución musical y profesional en esta última década?

--No sé siquiera si hablaría de evolución. Para mí este oficio es un continuo aprendizaje que no depende solo de uno mismo, sino que tiene que ver con un montón de conocimientos y saberes compartidos que te llegan a través de la música que vas descubriendo, de la gente de la que te rodeas, de las experiencias personales, de los procesos sociales que tiene lugar en tu época… Esta década ha sido un grano de arena que para mí es único pero que forma parte de una playa inmensa.

--Muchas de sus letras y canciones están íntimamente ligadas a la realidad política y social que vivimos, ¿cómo cree que ha cambiado esa realidad en este periodo?

--Ha sido como una montaña rusa de ilusiones y desilusiones. La década comenzó con el 15M y acaba con una ultraderecha envalentonada, con una aberrante normalización del fascismo como opción política y en muchos aspectos con un déficit democrático aún mayor que en 2011. No puedo ser optimista, pero sí creo que en la necesidad de seguir luchando cueste lo que cueste, tenemos muchas trincheras desde las que hacerlo.

--¿Cómo vivió el confinamiento, así como los nuevos golpes que la pandemia nos está dando ahora?

--Primero con una mezcla de amargura, a sabiendas de que a la crisis sanitaria le iba a suceder una brutal crisis social, y de esperanza en que pudiéramos sobrellevarlas con una mayor conciencia de nuestra fragilidad como seres humanos, y por tanto aprendiendo a valorar a las personas por encima de las estructuras de poder. Pero obviamente esto no lo consigue ni siquiera una pandemia si no se libra una lucha colectiva que aún no hemos sabido ni podido articular. Estos últimos meses lo único que ha crecido es mi escepticismo y siento una especie de agarrotamiento al presentir que las consecuencias sociales van a ser aún mayores de lo que esperábamos. Pero a un nivel muy personal también ha ido disminuyendo la desazón de la primavera pasada que me tuvo paralizado en el plano creativo, cuando me sentía incapaz de escribir una sola línea. Es todo muy confuso. En lo más hondo de mí deseo que estalle una revuelta desde abajo y que caiga quien tenga que caer. Pero la razón me dice que estamos más cerca de una guerra civil que de una revolución. Y es que es jodido pretender hacer poesía en estos momentos, ¿no?

--¿Cuál es su siguiente paso en lo musical?¿Hay previsto nuevo disco?

--Si me llegas a preguntar en enero te habría dicho que Oro, salitre y carbón saldría en primavera y que esperaba estar grabando nuevo disco a final de año. La situación ha hecho que se ralentizara todo mi trabajo. Pero ya me valió la tontería. Las canciones han vuelto a aparecer y aunque ahora son una especie de caos informe, me toca poner un poco de orden y el año que viene espero entrar a grabar un nuevo álbum.