Máquinas de vending, un negocio de uñas o trabajar como carnicero: el sector del espectáculo, obligado a reinventarse

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

De izquierda a derecha Tamara Merino, Ricardo Barbón y Pepo
De izquierda a derecha Tamara Merino, Ricardo Barbón y Pepo

La asociación ACOPLE demanda una ayuda extraordinaria en el fondo de rescate por haber quedado en el olvido y fuera de las convocatorias de subvenciones hasta ahora pese a no haber tenido ningún ingreso desde mediados de marzo de 2020. Tres profesionales cuentan cómo han cambiado su enfoque laboral para seguir adelante

31 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque se les engloba dentro del amplio ámbito de la cultura, el no tan pequeño sector del espectáculo y la organización de eventos ha visto como el 2020 se cerraba en blanco. O, mejor dicho, en rojo. Con unos números en rojo que fueron creciendo a lo largo del año al tener que seguir afrontando todos los gastos y no haber tenido ingresos desde mediados del mes de marzo, fecha en la que el estado de alarma dio cerrojazo a las fiestas, verbenas, romerías y demás eventos lúdicos. El sector se muestra consciente de que dada la actual situación de pandemia por la Covid-19 es muy difícil que ellos puedan volver a trabajar cuando una de las circunstancias a evitar es la aglomeración de gente.

Lo que no entienden, critican y les ha llevado incluso a movilizarse, es que se les haya dejado de lado y que como sector no hayan tenido cabida en ninguna de las convocatorias de subvenciones impulsadas desde las administraciones central o regional durante todo el año pasado. Las expectativas las tienen puestas ahora en el fondo de rescate habilitado por el Principado, pero la asociación ACOPLE  (Asociación Española de Agencias y Profesionales del Espectáculo) va más allá y demanda una ayuda extraordinaria en el fondo de rescate por haber quedado en el olvido durante tantos meses que el sector se ha ido desmembrando y sus profesionales han tenido que cambiar su enfoque laboral para seguir adelante.

Ricardo Barbón Trapiella, delegado regional de ACOPLE, pone sobre la mesa la situación de desventaja en la que quedó el sector durante el 2020 al no haber podido acceder a ninguna ayuda sin haber trabajado nada cuando otros negocios que sí pudieron trabajar o transformarse si tuvieron opción de solicitarlas. Así, el balance que hace del 2020 es que «fue un año nefasto, no sólo porque no trabajamos, sino también porque no hubo ayudas para el sector». Recuerda que durante muchos meses han tenido que dedicarse «a picar en todas las puertas» hasta que finalmente desde el Principado se ha habilitado el fondo de rescate al que sí van a poder optar.

No obstante, señala Barbón Trapiella que han tenido que solicitar modificaciones en el borrador de las nuevas ayudas que se plantean desde la administración regional porque el sector de las verbenas se contemplaba en el bloque de los menos damnificados por el epígrafe en el que los englobaban cuando en realidad es de los más afectados. Es por ello que ha planteado que se contemplen excepciones en el documento para que las empresas y profesionales del espectáculo puedan optar a mayores cuantías. Es más, el delegado de ACOPLE en Asturias demanda una ayuda extraordinaria para el sector por haber quedado «descolgado» de todas las demás convocatorias pese a que no se les permitió trabajar. «Pedimos que se nos compense sin tener en cuenta el número de trabajadores», manifiesta el mismo que añade que estas ayudas servirán «para poder aguantar el tener una empresa, para poder tirar», aunque el mismo deja claro que los profesionales del espectáculo «tenemos claro y aceptamos que perdimos y que lo perdido no se va a recuperar». Así, matiza que «son ayudas porque rescatar no nos rescata nadie. Se trata de sujetarnos como empresarios para poder tirar unos meses».

Aún así, Ricardo Barbón Trapiella apunta que muchos de los profesionales del sector del espectáculo y la organización de eventos, como pueden ser músicos, cantantes o técnicos, «han tenido que buscarse la vida» y dar un giro a su enfoque profesional para seguir adelante «y seguir comiendo y pagando las facturas que llegan todos los meses».

Máquinas de vending en Pola de Laviana: «una huida hacia adelante»

Un ejemplo es el mismo. Durante años ha estado al frente de la empresa Chapó Eventos, dedicada a la organización de fiestas, verbenas y romerías. Con la llegada de la pandemia su actividad se frenó en seco y desde mediados de marzo del pasado año ha tenido «cero ingresos». Después de muchos meses en esa situación, Ricardo Barbón ha optado por reinventarse «y diversificar en vista de que por el otro lado está todo estancado». De las dos o tres ideas que tiene en mente, hace dos semanas ponía en marcha una de ellas como «una huida hacia adelante»: ha instalado cinco máquinas de vending en Pola de Laviana para tratar de obtener algunos ingresos. «Digo que es una huida hacia delante porque para poner en marcha este proyecto he tenido que endeudarme más todavía, pero posibilita tener flujo de caja. Además, este negocio me permite no tener que abandonar mi profesión», comenta Ricardo Barbón, que asegura que una de las enseñanzas de la pandemia fue que «hay que diversificar y repartir las manzanas en varios cestos, porque cuando vives de un sector sólo y pasa algo así se cae la estructura de la empresa».

No obstante, el gerente de Chapó Eventos tiene claro que en cuanto pueda retomará la organización de fiestas y verbenas porque es lo que le gusta hacer y, de hecho, está convencido de que la mayoría de las personas que se dedican al sector del espectáculo «ninguno lo queremos dejar». Lo que sí considera es que «va a ser complejo recomponer el mundo de la verbena u la romería» porque, como él, los cantantes y músicos «se han buscado la vida» para poder seguir adelante. Así, señala que «las empresas y las orquestas quedan desmembradas» cuando se componen de gente «muy cualificada y muy difíciles de encontrar. Son profesiones muy específicas y con mucha cualificación». Por ello, aunque opina que «con el tiempo se recompondrá todo», también es consciente de que «va a ser difícil volver a poner el sector en orden».

La cantante que ha abierto un negocio de uñas

Cuando la pandemia de la Covid-19 comenzó en España, Tamara Merino era la cantante de la conocida orquesta Tekila, orquesta en la que llevaba un año aunque ya había estado otros siete años como cantante de otras orquestas. Ella también decidió buscarse la vida cuando vio que el tema coronavirus se iba a prolongar y que era complicado que el sector en el que llevaba tantos años pudiera arrancar a corto plazo. «Había que sacar dinero de donde fuera», comenta Tamara, que vio como «no tenía derecho a ERTE. No tenía derecho a nada».

En junio del año pasado, una vez terminado el confinamiento, comentó a mirar locales para poner en marcha un negocio de estética especializado en manicura. LoveCandy Nails Studio es el negocio que abrió en la calle Manuel Cueto Guisasola de Oviedo y en él lleva trabajando unos seis meses. Los ahorros que tenía y la ayuda de la familia le permitieron dar un giro a su vida y ponerlo en marcha para poder seguir adelante.

«Ha sido un cambio muy grande», confiesa la ex cantante de Tekila, que después de este medio año asegura que «no me puedo quejar» de cómo marcha el negocio. Después de ese cambio y de ver la situación por la que pasa el sector del espectáculo asegura que «mi idea es no volver a los escenarios» y que apuesta más «por vivir diurnamente». «Después de que no hayan dejado así, el gobierno o quien haya sido, si ves salida en otro sitio, no te vuelves a meter», manifiesta Tamara Merino. La misma apunta también que ahora con la pandemia se ha visto que el sector del espectáculo siempre ha tenido problemas de encaje pero que empresas y trabajadores llevaban muchos años luchando porque las condiciones mejorasen para ellos.

El dueño de orquesta que se ha formado como carnicero

José Manuel Rodríguez, conocido por todos como Pepo, es el dueño y cantante de la orquesta K-libre. Tras varios años como cantante profesional en distintas empresas, en diciembre de 2011, cuando aún coleaba la crisis económica, decide emprender y montar su propia orquesta. «Me decían entonces, si consigues arrancar en plena crisis, vas a poder con todo», comenta Pepo, que ha visto como la pandemia le obligado a bajarse de los escenarios, a declarar la empresa en inactividad y tener que buscarse la vida porque las deudas se empezaban a acumular.

Durante un tiempo pudo vivir de los ahorros porque, confiesa, «el mundo del espectáculo es agradecido: disfrutas y se gana dinero». Sin embargo, tras unos meses en los que veía que no había posibilidad de retomar la actividad, comenzó a echar currículos en distintas empresas. El pasado diciembre le llamaron de una empresa de distribución de alimentos para hacer un curso de formación de carnicero y no dudó en decir que sí. «Yo soy peluquero, técnico de laboratorio, llevo toda la vida en la música y ahora me he metido en una historia nueva con el cursos de formación de carnicero», resume Pepo, que cree que el sector de la alimentación es uno de los más seguros actualmente para trabajar.

Por el momento no puede decir que tenga estabilidad, «pero me ayuda a cubrir gastos» porque asegura que sigue teniendo unos costes elevados derivados de la orquesta, «y eso que vivo con mis padres y no tengo otro tipo de gastos de vivienda».

Aunque el curso de formación de carnicero le ha dado una nueva oportunidad laboral, no tiene duda de que si el sector del espectáculo se reactiva volverá a él. «No lo dudo. Por supuesto que voy a volver al sector del espectáculo», y eso que sabe que el sector está desmembrado porque «muchos compañeros músicos han encontrado otro trabajo» e, incluso, que ha habido empresas que han tenido que abandonar por completo porque no han podido seguir haciendo frente a los gastos que seguían teniendo «cuando no han tenido apoyo de las administraciones más que las ayudas a autónomos».

Así, Pepo, de la orquesta K-libre, concluye con una reflexión: «nos han estado condenando como sector».