Ignacio Villaverde: «Sin duda hubiéramos gestionado la pandemia de otra manera»

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Ignacio Villaverde
Ignacio Villaverde

El catedrático de Derecho Constitucional propone una universidad «con otro estilo de gestión» y preparada para las transformaciones del siglo XXI

10 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ignacio Villaverde (Gijón, 1965) aspira al Rectorado de la Universidad de Oviedo con un programa centrado en quienes forman la comunidad universitaria. «No son palabras vacías porque lo que mueve y con lo que haces universidad son los miembros de esa comunidad universitaria: estudiantado, personal de administración y servicios y profesorado. Si quieres que un proyecto de universidad tenga éxito tienes que construir comunidad universitaria y, por lo tanto, construir un modelo en el que el eje central sean justo esas personas que son las que, de un modo u otro, van a llevar a la práctica ese proyecto», asegura el catedrático de Derecho Constitucional, que también deja claro que no comparte el modelo de «hacer universidad» de su contrincante, el rector en funciones Santiago García Granda, en esta carrera electoral que se resolverá el viernes, 12 de febrero.

-¿Cuáles son los principales ejes de su propuesta?

-Hemos desarrollado un programa pensando sobre todo en las personas que forman la comunidad universitaria. Los grandes ejes del modelo de universidad que propongo giran en torno a los tres colectivos que forman la comunidad, pero también en torno a una universidad pública fuerte, que sea instrumento de redistribución de riqueza social y económica. En tercer lugar, queremos una universidad gobernada de otra manera, con otro estilo de gestión y, en cuarto, una universidad preparada para las transformaciones del siglo XXI. Tenemos que ser una cabeza tractora y estratégica en la transformación de Asturias y, para ello, tenemos que estar preparados para dar respuesta a los retos del siglo XXI. Uno de esos retos es, desde luego, la transformación digital, que la pandemia ha acelerado.

-¿Cómo se traducen esos ejes para cada uno los colectivos que forman parte de la comunidad universitaria?

-En el caso del estudiantado queremos tener planes con el objetivo de ofrecerles una universidad amable y que esté con ellos, que les haga sentir parte activa y corresponsable de la vida académica y de la comunidad universitaria. Para eso tenemos que dotarlos de buenas infraestructuras y de sistemas de apoyo, como por ejemplo ventanillas únicas de atención al estudiantado en todos los campus. Además, la transformación digital, la Universidad 360, tiene que sustentarse en una plataforma digital que les permita tener a su universidad en sus dispositivos móviles y también es importante una buena estrategia formativa y de empleabilidad que satisfaga sus expectativas profesionales y personales y en la que nosotros les ayudemos a dar ese siempre tan difícil salto al mercado laboral. En el caso del personal de administración y servicios (PDA) y del personal docente e investigador (PDI), hay cuestiones comunes. Una de ellas es que la manera de construir universidad es motivando a nuestro personal, primero, reconociendo su trabajo y hacerlo con unas buenas estrategias de promoción profesional. De tal manera que tanto el personal administrativo como el profesorado sepan que pueden tener y desarrollar una carrera profesional y académica dentro de la Universidad de Oviedo con criterios claros, sin trampas y con horizontes temporales razonables. En el caso del PDA, entre las cuestiones específicas, necesitamos una reorganización de toda la estructura administrativa y la implantación de la administración digital y, en el caso del profesorado, necesitamos mucho apoyo a la investigación y a la docencia y un plan de choque de desburocratización de la universidad. Esto es lo que estructura y articula las 200 y pico páginas de nuestro programa electoral, incluso lo que está plagiado.

-Ya que lo menciona…

-Yo asumo la responsabilidad, claro que sí, es una cosa que está ahí y es evidente. En un programa tan extenso como el que nosotros tenemos nos ha jugado una mala pasada nuestro empeño en inspirarnos y buscar ideas y soluciones en otros programas y en otras universidades españolas que consideramos que podían ser útiles para dar respuesta a los problemas de la comunidad universitaria y de la Universidad de Oviedo. La mala pasada es que hay alguna cosa que efectivamente se quedó en un corta y pega y yo pido disculpas por ese error, porque ciertamente no es correcto, teníamos que haber sido más diligentes en la revisión del texto y aunque sea muy poco, no tiene excusa. Es así y así lo tenemos que admitir. No obstante, creo que se ha intentado empañar el debate de ideas y proyectos, que es el que yo deseo, con un debate de autorías o de incluso de debilidad universitaria de mi persona. Entiendo que como candidato tengo que aceptar los lances de una campaña electoral, y aquí ha habido un error y hay que admitirlo, pero lo que sí me ha dolido, lo que me ha disgustado, es que se haya utilizado por la otra candidatura para cuestionarme como universitario.

Tenemos una gran universidad pero que está lastrada por una estructura organizativa propia de una organización de hace 60 años en la que no ha cambiado nada

-Como universitario propone una universidad que se adapte al siglo XXI. ¿De qué situación se parte?

-Mi diagnóstico es que tenemos una gran universidad pero que está lastrada por una estructura organizativa propia de una organización de hace 60 años en la que no ha cambiado nada. No es una cuestión de personas, sino de estructura organizativa. Tenemos una organización obsoleta que es precisamente lo que lastra la capacidad de los miembros de la comunidad universitaria de hacer más cosas y hacerlas mejor. Tenemos una estructura organizativa que no está adaptada a las exigencias del siglo XXI y tenemos que cambiarla. La circunstancia de la pandemia ha acelerado todo ese proceso. Estos tiempos tan tremendos que estamos viviendo estos meses lo que han hecho es acelerar la percepción y la necesidad de cambiar para no seguir obstaculizando el potencial de la comunidad universitaria asturiana. Un ejemplo muy claro de esa necesidad de cambio y de los beneficios que puede traer ha sido no sólo que se celebren las primeras elecciones telemáticas en la Universidad de Oviedo, sino que hemos descubierto que muchas herramientas digitales nos permiten ser mucho más eficaces como universidad.

-¿Por ejemplo?

-Hemos descubierto que el gran problema que eran los quórum en las reuniones ha desaparecido porque herramientas digitales como Zoom o Teams te permiten estar presente con independencia de dónde estés y de en qué circunstancias estés. Tenemos que aprender de eso porque nos puede ayudar a ser muy ágiles en nuestros procesos de toma de decisiones. Y las elecciones telemáticas han venido para quedarse, no tengo ninguna duda. Quizá vayamos a un modelo híbrido donde quepa la posibilidad de votar presencialmente o a través de un dispositivo digital y creo que eso es bueno porque estoy convencido de que, por ejemplo, aumentará la participación en los procesos electorales y hará que la comunidad universitaria se involucre más en el día de la universidad. Tenemos que aprovechar ese potencial, pero en todo caso que nadie tenga duda sobre mi convicción de que la Universidad de Oviedo es una universidad presencial. Tiene que seguir siéndolo, pero tenemos que aprender a utilizar esas herramientas digitales que nos permiten ser mejor universidad presencial.

El primer consejo de gobierno que celebra esta universidad es a finales de abril, cuando había pasado prácticamente mes y pico de pandemia, y son los centros los que acaban salvando la situación junto con el estudiantado

-La presencialidad ha sido precisamente motivo de polémica durante la gestión de la pandemia de coronavirus…

-Tengo que reconocerle a Santiago García Granda que era una situación sobrevenida, insólita, nunca habíamos vivido semejante cosa tremendamente extraña. Eso es verdad. También es cierto que su equipo rectoral ha tenido que enfrentarse a una situación muy difícil, pero francamente y con el debido respeto creo que se podía haber hecho de forma distinta, de forma mejor como han hecho otras universidades españolas. No se ha dado una buena respuesta a la comunidad universitaria en la gestión de una situación muy difícil, pero en esa dificultad es donde un equipo de gobierno tiene que demostrar su altura. Y en este caso la altura la han demostrado los equipos directivos de los centros y de los departamentos.

-¿Cómo hubiera abordado esa gestión dadas las circunstancias?

-Lo hubiéramos hecho de otra manera. Que a nadie le quepa la menor duda y espero que a partir del 12 de febrero tengamos la oportunidad de demostrarlo. Lo hubiéramos hecho con liderazgo, con coordinación y con comunicación. Liderazgo en el sentido de que la Universidad de Oviedo hubiera percibido, ante su sensación de desamparo, que había un rector y un equipo rectoral al frente de la institución y defendiéndola. Con coordinación, porque hubiéramos establecido mecanismos ágiles de coordinación tanto institucional como sanitaria internamente y con el Gobierno del Principado. El primer consejo de gobierno que celebra esta universidad es a finales de abril, cuando había pasado prácticamente mes y pico de pandemia, y son los centros los que acaban salvando la situación al sacar adelante junto con el estudiantado un plan de contingencia frente a lo que estábamos viviendo. La coordinación del rectorado con los centros se limitó a tener un whatsapp, que no creo que sea el mejor modo de coordinar una institución como la nuestra.

-¿Qué acciones concretas tenían que haberse coordinado desde el rectorado?

-Teníamos que haber tenido reuniones de coordinación todas las semanas, además de un comité encargado de nuestra estrategia de salud frente a la pandemia para ayudar a todo el personal y todas las personas de la comunidad universitaria con cuadros clínicos de riesgo. Nosotros habríamos establecido también cribados aleatorios con la finalidad de tener un conocimiento exacto y un cierto control y anticipación frente a posibles brotes del virus. Además habríamos actuado sobre el transporte universitario de forma que hubiéramos buscado la manera de que se incrementasen las frecuencias con objeto de reducir los tránsitos y las aglomeraciones. También habríamos hecho un plan de ordenación docente para este curso mucho más flexible donde no se requiriese la presencia todos los días y todas las horas de la comunidad universitaria en los centros, sin perder la presencialidad, que es lo que se ha hecho por ejemplo en los institutos, en los que se ha esponjado todo el plan docente. Y planes en función de los distintos escenarios para poder reaccionar con tiempo y que nos pasase lo ocurrido el pasado 11 de enero, que de repente nos dice el Principado que tenemos que hacer los exámenes online, y desde luego más coordinación obviamente con el Principado, porque nos hubiéramos evitado muchos disgustos y sustos si hubiera existido esa coordinación.

Me preocupa que las señales que estamos lanzando como institución a las personas que quieran hacer carrera académica son muy negativas

-Para adaptarse al siglo XXI también sería apropiado que los jóvenes que quieren continuar su carrera académica en la universidad vieran mejoradas las actuales condiciones laborales. Una reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) reconocía precisamente el derecho de los investigadores predoctorales a cobrar las cantidades que la Universidad de Oviedo les adeudaba desde hace casi dos años…

-Nuestros jóvenes profesores tuvieron que acudir a los tribunales y gastar su dinero para que un tribunal superior de justicia le recordase al rector sus obligaciones. Me parece inaceptable que el equipo rectoral intentase además apropiarse de ese éxito judicial. Ellos han provocado esa situación que ha obligado a nuestros jóvenes profesores a tener que demandar a la universidad  que representa este rector porque no les pagana los atrasos y era incapaz de resolver ese problema. La sentencia es especialmente dura; le dice al rector que ha adoptado una resolución que tiene que ejecutar. No valen excusas porque si usted quiere no ejecutar esa resolución suya, tenía que haber acudido a los procedimientos de anulación de los actos administrativos. Y no valen excusas, no ponga usted a la Intervención como excusa. Lo más importante es que los tribunales han dado la razón a nuestros jóvenes profesores, con los que considero que se ha jugado con ellos y con su futuro por motivos evidentemente electoralistas. Esta situación se podía haber resuelto en el mes de abril de 2019 y se quiso llevar al periodo electoral para luego apuntárselo como un tanto. Y les ha salido mal la jugada.

-Decía antes que la manera de construir universidad es motivando al personal universitario reconociendo su trabajo…

-Las señales que estamos lanzando como institución a las personas que quieran hacer carrera académica, que quieran dedicarse a la universidad, son muy negativas y eso me preocupa. Con este escenario, ¿quién va a dedicarse a la universidad? Lo que tenemos que hacer es justo lo contrario: transmitir a nuestros jóvenes que la universidad es una carrera profesional muy cálida y muy satisfactoria, pero para eso nosotros tenemos que poner instrumentos que faciliten y que fomenten esas carreras académicas porque además los necesitamos. Por dos motivos: primero porque son aire fresco y la ciencia siempre necesita aire fresco y, segundo, porque tenemos una plantilla muy envejecida y, si no la rejuvenecemos, corremos el riesgo de que muchos de nuestros grupos de investigación desaparezcan por jubilación.

-En su programa plantea precisamente captar talento joven y estabilizar plantillas, pero primero habría que resolver esa situación de precariedad de quienes, pese a todo, optan por quedarse en la universidad e iniciar una carrera académica.

-En el caso de la universidad hay que distinguir entre la precariedad y la temporalidad. La propia normativa ya establece qué figuras jurídicas y contractuales tienes que utilizar para iniciar esa carrera académica y son todas por definición temporales, lo cual es razonable porque la estabilidad la alcanzas en los siguientes tramos. Legalmente es así. Otra cosa es la precariedad, que se produce por dos motivos. En primer lugar, aunque los contratos sean temporales, la Universidad en estos cuatro años no ha acertado o no ha querido dar a todo ese profesorado joven una expectativa de carrera académica en plazos razonables y con criterios claros. Toda era un poco a salto de mata, y eso obviamente desmoraliza mucho porque si no tienes una expectativa y estás al albur de lo que surja es muy difícil mantener la vocación científica. Y aún así la mantienen. Pero también hay otro tipo de precariedad: como no damos soluciones de continuidad y de estabilidad a las distintas fases por las que pasa un investigador acabamos torciendo determinadas figuras contractuales como los asociados. Como no puedo estabilizarte en una plaza fija o en una plaza temporal, te ofrezco ser asociado, cobras 600 euros, te tienes que pagar autónomos porque tienes que justificar que tienes una actividad profesional ajena a la universidad y con eso te tengo aquí. Algunos asociados impropios llevan más de 15 años y son personas que se dedican a la universidad.

-¿Cómo puede atajarse esa situación?

-Obviamente hay herramientas organizativas como las convocatorias y tener una plantilla de profesorado con una carrera académica bien diseñada y desde el punto de vista presupuestario. La Universidad de Oviedo no está mal financiada. Claro que podríamos tener mejor financiación, pero no podemos caer en esa lógica incrementista. Nuestra sostenibilidad pasa por saber usar nuestros recursos y usarlos con inteligencia y, en este momento, tenemos recursos que usados inteligententemente en los próximos cuatro años, aprovechando además las jubilaciones, nos permitirían ir ofreciendo a toda esa plantilla joven una salida estable a sus carreras académicas.

Tenemos que ir a un progresivo proceso de flexibilización y personalización curricular

-También las titulaciones universitarias tienen que ir dando respuesta a las nuevas necesidades y retos que están surgiendo y surgirán en este siglo, desde la atención sanitaria a pandemias como la que estamos viviendo hasta la adaptación a un mercado laboral que estará muy marcado por la transformación digital y la transición ecológica…

-En el programa no decimos que vamos a implantar determinados títulos nuevos, porque no nos parece prudente por eso mismo. Las titulaciones universitarias tienen que servir a un propósito y el propósito de la universidad es generar conocimiento que sirva para el desarrollo personal y el desarrollo profesional. Nuestra oferta de titulaciones tiene que ir dirigida en esas dos direcciones que van en paralelo y que muchas veces se entrecruzan. Obviamente hay títulos muy profesionales, como las ingenierías o derecho, y hay títulos muy enfocados hacia el desarrollo personal y humano, que es muy importante porque la universidad no solo forma para el trabajo, forma también personas y ciudadanos. Nosotros tenemos que tener una oferta formativa que satisfaga esa expectativa.

-¿Y cuál es el diagnóstico actual de la Universidad de Oviedo en ese sentido?

-Tenemos buenos y prestigiosos grados que están funcionando bien y que cumplen esos dos propósitos, aunque alguno es posible que necesitemos actualizarlo con la idea de alinearlos con la estrategia regional de especialización inteligente y con las necesidades de nuestro entorno y del siglo XXI. Pero ahora habría que analizar lo que tenemos después de 10 años de implantación de los grados, ver si lo hacemos bien -que creo que lo estamos haciendo bien- y potenciar los dobles grados porque han demostrado que es un sistema de formación transversal muy potente y que nos da mucho prestigio. También habría que tenerlos bilingües porque con así conseguimos que nuestros estudiantes tengan más valor y sean más valorados desde el punto de la empleabilidad. La Universidad de Oviedo tiene que ser muy flexible para adaptarse a un mercado de trabajo que hoy es impredecible, porque no sabes cuáles van a ser las profesiones del futuro, y ante una sociedad que ha cambiado muchísimo. Tenemos que ir a un progresivo proceso de flexibilización y personalización curricular. De ahí que crea que sería aventurado decir vamos a implantar tales titulaciones… No, vamos a ver lo que tenemos, lo que necesitamos y qué podemos desde el punto de vista de nuestros recursos humanos y financieros implantar con seriedad.

-¿Cuáles serían las prioridades?

-Donde sí creo que tenemos que actuar es en posgrado y sobre todo en másteres. Tenemos muy buenos programas de doctorado, también muy prestigiosos, pero creo que tenemos que vincularlos más a los grupos de investigación. En los másteres, que son piezas fundamentales para la internacionalización y para la reputación de una universidad, tenemos más debilidades. Tenemos buenos másteres pero tenemos que hacer un gran recorrido y estar muy atentos a las necesidades de nuestro entorno, que es lo que hará que sean mejores másteres.

No podemos tener espacios sobreutilizados conviviendo con espacios infrautilizados

-¿Y cómo se plantea optimizar y adaptar las infraestructuras de la institución a un siglo que va a estar tan marcado por la sostenibilidad y la transición ecológica?

-Si la Universidad de Oviedo esta como está, comprometida con la sostenibilidad y con la agenda 2030, una expresión de ese compromiso -y que nosotros también lo tenemos como candidatura- es hacer viable la institución tanto desde el punto de vista organizativo como de sus infraestructuras. En el primer caso, tenemos que pasar de una universidad con una estructura muy jerarquizada y muy piramidal a una más horizontal que facilite las promociones horizontales y verticales de nuestro personal de administración y servicios y, por tanto, con incentivos que les permitan desarrollar todo su potencial creativo y profesional. Hay que atender también a nuestra dispersión geográfica, que requiere una organización mucho más descentralizada, donde el objetivo es reforzar sobre todo las organizaciones administrativas de los campus, de los centros y de los departamentos, pero también tenemos que ser viables desde el punto de vista de nuestras infraestructuras. Nuestra dispersión y nuestra historia, porque no dejamos de ser una universidad con más de 400 años de historia, lleva a que tenemos una infraestructura en muchos casos muy envejecida, que ha estado descuidada desde hace mucho tiempo y que estuvo diseñada y pensada para una universidad que ya no existe.

-En los años 80 había el doble de alumnos…

-Tenía 42.000 alumnos y obviamente mucho crecimiento de nuestra infraestructura se produjo en los años 90, pensando que íbamos a mantener ese volumen de alumnado y que íbamos a crecer. Por desgracia, el invierno demográfico nos ha hecho ir en dirección opuesta, hemos ido perdiendo estudiantado y ahora, 40 años después, estamos con 21.000 estudiantes y bajando. Pero la infraestructura es la misma y tenemos que entender que tenemos que aprender a utilizarla para optimizar su uso. No podemos tener espacios sobreutilizados conviviendo con espacios infrautilizados. No tiene nadie culpa, la evolución de las circunstancias nos ha llevado ahí y ahora tendríamos que hacer un estudio profundo para poner en marcha planes directores de nuestros espacios que permitan ir a esa cultura de optimización de nuestras infraestructuras.