Fraude en la universidad: el tráfico de trabajos de fin de grado alerta a los decanos

L.O.

ASTURIAS

La Universidad de Oviedo
La Universidad de Oviedo

Los trabajos por encargo, imposibles de detectar por las herramientas antiplagio, pueden llegar a ofertarse por 200 o 300 euros. «Seremos drásticos, es la expulsión de la Universidad», advierte Celestino Rodríguez, decano de Formación del Profesorado

08 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Copiar, tirar de chuleta, son prácticas tan antiguas como los mismos exámenes. Las fórmulas para intentar hacer trampas en una evaluación universitaria evolucionaron con el nuevo siglo a medida que avanzaban las nuevas tecnologías, que permitieron nuevas modalidades de plagio gracias al inabarcable archivo que es Internet. Con ellas, con las nuevas tecnologías, llegaron también nuevas soluciones porque aparecieron los programas capaces de detectar el «copia y pega», en qué porcentaje, e incluso de dónde se había copiado. Pero para los trabajos de fin de grado, imprescindibles para obtener la titulación, ha surgido un nuevo reto: el de las ofertas a la carta. Todo un tráfico de trabajos de fin de grado que se ofrecen en redes sociales, en ocasiones en los mismos tablones de anuncios de las facultades, en el que las sospechas llegan a academias y clases particulares y que ha despertado las alarmas de los decanos de la Universidad de Oviedo.

«El primer problema que tuvimos con este tipo de trabajos desde hace años era el plagio, así que la Universidad compró una herramienta, Urkund que puede detectarlo y ha disminuido mucho, pero desde hace dos o tres años nos encontramos algo mucho más difícil de demostrar pero hay gente que se ofrece a hacer los trabajos», explica el decano de la Facultad de Derecho, Javier Fernández Teruelo.

Celestino Rodríguez, decano de Formación del Profesorado, señala que se toparon el mismo problema, primero con sospechas, después hasta el punto de que «desde una academia se nos alertó de que había alumnos que habían ido a preguntar e incluso pedir un presupuesto. No lo consideraron ético y nos avisaron». Ambos decanos coinciden en destacar que se trata de una práctica minoritaria, y la que la inmensa mayoría de los estudiantes tiene «un comportamiento impecable», pero han resaltado su preocupación porque sea un fenómeno creciente y muy difícil de demostrar.

Los rumores hablan de precios que pueden oscilar entre los 200 y los 300 euros. No precisamente moderados y que marcan ya una distinción clasista añadida a la trampa. El fraude sirve para los alumnos que pueden permitirse un desembolso de este calibre y no es para todos los bolsillos. También cometen errores, en un caso concreto en la facultad de Derecho se logró identificar al verdadero autor de un trabajo (gracias a un proceso confidencial) y el alumno terminó por confesar que lo había comprado.

Para Rodríguez, la vía más eficaz para intentar atajar esta mala praxis es reforzar las tutorías «aunque es algo que pasaba ya antes de la pandemia, con ella se ha podido favorecer al no tutorizar presencialmente». En todo caso, el decano de Formación del Profesorado quiso resaltar las graves consecuencias que podría tener para el alumno al que se descubra comprando un trabajo de fin de grado «seremos drásticos, es la expulsión de la universidad, no podría concluir el grado ni obtener ningún título aquí».

Pero Fernández Teruelo, catedrático de Penal, va un paso más allá. Como decano ya se ha dirigido a la Secretaría General, de la que dependen los servicios jurídicos de la Universidad, para que aclare las fórmulas de actuación, ya que el reglamento actual establece qué hacer en el caso de un examen y este trabajo, aunque es una asignatura más, no es exactamente una prueba de este tipo aunque puede terminar en un expediente disciplinario. «Pero además mi opinión es que que las personas que ofrecen para hacer los trabajos pueden estar colaborando en una falsedad documental. Porque el alumno lo hace pasar como propio y lo incorpora a un expediente público atribuyéndose falsamente la autoría del trabajo y esto implicaría una eventual responsabilidad penal tanto del alumno como de la persona que participa en este hecho que puede ser delictivo».

Tan es así que el decano de Derecho apunta que ha dado advertencia en su facultad para que los servicios jurídicos se dirijan a las personas que se ofrecen para hacer los trabajos cuando se detecte un anuncio «indicándoles que cesen en esa actividad al poder implicar algún tipo de responsabilidad de esta naturaleza».

Se trata de un asunto muy complejo, según recalcaron los decanos, no sólo por las dificultades para detectar un fraude, sino porque además y aunque un proceso de tutoría más implicado con el alumno pudiera evitar las copias «nos plantea un problema porque el tutor tampoco puede llegar al punto de corregirlo todo, esto es una asignatura con un trabajo que va a juzgar un tribunal y si el tutor ha intervenido demasiado también se pierde esa limpieza».