Los aullidos siguen oyéndose en la casa del lobo de Belmonte de Miranda

La Voz REDACCIÓN

ASTURIAS

Este equipamiento asturiano busca acercar a los visitantes desde una perspectiva naturalista al conocimiento de un especie inmersa en la polémica ante la posibilidad de aumentar su nivel de protección

13 jun 2021 . Actualizado a las 13:51 h.

Los aullidos siguen oyéndose en las instalaciones de la Casa del Lobo ubicada en la localidad asturiana de Belmonte de Miranda, un equipamiento que busca acercar a sus visitantes desde una perspectiva naturalista al conocimiento de un especie inmersa en la polémica ante la posibilidad de aumentar su nivel de protección.

La pretensión del Gobierno de modificar el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) para incluir a todas las poblaciones de lobo ibérico llevó a las organizaciones de ganaderos a manifestarse en Madrid para oponerse a una medida que también rechazan las cuatro comunidades autónomas del noroeste (Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León), donde se calcula que se concentran el 95% de los ejemplares que viven en España.

Ajenos a esta polémica, en la Casa del Lobo conviven desde hace siete años en régimen de semilibertad tres ejemplares bautizados por los niños del concejo donde su ubica la instalación como Belmon, Tino y Aullador que comparten vallado en algo más de siete mil metros cuadrados de prados verdes rodeados por un bosque de castaños, hayas y robles centenarios.

Los dos primeros ejemplares son hermanos y fueron recogidos tras una batida en la que murió su madre mientras que Aullador fue localizado y conducido al cercado después de ser aparentemente abandonado en el concejo de Infiesto por alguien que lo había criado como a un perro doméstico.

Para entender algo más sobre esta especie la Casa del Lobo dispone de un centro de interpretación, un inmueble de dos plantas que, mediante tecnologías audiovisuales, ofrece explicaciones minuciosas sobre su morfología, su anatomía o sobre los tipos de aullidos de los lobos, que no dejan de escucharse mientras se realiza el recorrido por sus instalaciones.

La visita al centro se completa con un paseo por la «Ruta de la Castañal» hasta el cercado en el que habitan los tres ejemplares que pueden ser contemplados desde los dos miradores ubicados en sus extremos y que permiten apreciar desde la cercanía sus juegos, peleas o baños en el hábitat donde el veterinario Jaime Marcos cuida «a sus tres nenos» como le gusta llamarlos curándoles las heridas que se producen o desparasitándolos, informa Efe.