Paco Loco: «Los productores no venden discos. Los que lo hacen son los artistas»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Paco Loco
Paco Loco

Con más de 800 grupos grabados a su espalda, el icónico productor y músico repasa su carrera en una entrevista con La Voz: desde Los Locos al Xixón Sound, pasando por el reciente documental «Viva el Noise»

20 sep 2021 . Actualizado a las 13:13 h.

El nombre Paco Martínez puede que le diga poco al común de los mortales. Sin embargo, su apodo profesional Paco Loco (1963) es venerado entre los aficionados al rock y pop independiente de este país. Nacido en México, empezó a hacerse un nombre a mediados de los ochenta en la escena musical asturiana con grupos como Los Locos o Los Sangrientos. Su primer estudio lo montó en su propia casa y, a partir de ahí, fue creciendo y creciendo poco a poco. Desde hace más de una década vive y trabaja (para él ambas cosas son casi lo mismo) en El Puerto de Santa María, donde se ha erigido como uno de los productores musicales más solicitados de la escena indie internacional. Su buen hacer le ha llevado a colaborar con una ciclópea lista de más de 800 artistas, entre los que se incluyen Sexy Sadie, Nacho Vegas, Enrique Bunbury, Edwin Moses, Golden Smog,  Australian Blonde, The Bright y Mikel Erentxun. En 2016 publica su primer libro «Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación» (Hurtado & Ortega), al que le siguió «Loco 2: Cómo llevar un estudio de grabación y no morir en el intento» (Hurtado & Ortega). El año pasado se estrenaba «Paco Loco, viva el noise», un documental dirigido por Daniel Cervantes a modo de acercamiento a su prolífica carrera. Charla distendidamente con La Voz desde su estudio gaditano, un verdadero sancta sanctorum sónico en el que pasa la mayor parte del tiempo.

-Pregunta obligada, ¿cómo ha llevado el confinamiento, la pandemia y la, toquemos madera, salida de la misma?

-Bueno, yo vivo un poco ‘apandemiado’, aquí enclaustrado en el estudio y no salgo mucho. Más que nada lo que me fastidia son los dramas que te puedes encontrar alrededor. A mí concretamente en lo que respecta al trabajo me afectó muy al principio, pero luego por suerte salió para adelante. En el plano personal fue como siempre, salvo por lo malo de no poder ver a los amigos, la familia… pero para mí no fue tan duro como para otra gente.

-¿Qué es lo más esencial para ser un buen productor: tener una amplia cultura musical, ser o haber sido músico, tener buen oído, mano izquierda con los artistas, una amalgama de todo lo anterior…?

-Se trata de un poco de todo. Especialmente escuchar lo que has de hacer, a la gente que tienes alrededor y poner a tu servicio lo que sabes y no sabes de música. También tener bastante mano izquierda y psicología para saber llevar las cosas a un terreno que tú piensas que está mejor, aunque no lo esté necesariamente.

-¿Cómo surgió el proyecto del documental «Paco Loco, viva el noise»?

-Fue una cosa muy sencilla. Una gente de aquí, del Puerto de Santa María, me propuso hacer un documental y yo les respondí que no quería que fuese uno a la antigua usanza, porque tampoco creo que la vida necesite un documental mío. Lo que se hizo fue un trabajo, más que de mí historia, de cómo soy yo, cómo trabajo y encaro la música.

-¿Es un poco cruce de cables verse a uno mismo en pantalla grande?

-En este caso no, porque no hay ninguna impostación ni ninguna situación en la cual te veas mal reflejado. Los que me conocen cuentan que se ve bastante natural. También te digo que solo lo vi una vez. 

-Ahora mucha gente, sobre todo como resultado de la pandemia y el confinamiento, ha asumido que se puede grabar uno en casa con un ordenador y sonar profesional ¿Es una amenaza esta idea preconcebida para el gremio?

-En realidad grabando en casa puedes hacer cosas. Pero este fenómeno no es una cuestión de hoy en día, sino de hace mucho tiempo. Cuando ya había grandes estudios salió Elvis en uno muy pequeño en una calle de Memphis y pudo hacer bastantes cosas. No diría que es una amenaza, porque todos hemos tenido la oportunidad de crear en sitios pequeños y tirar para adelante. Lo que, para mi gusto, sí es una amenaza es la no evolución de esos estudios y de esa gente. Que de repente solo haya máquinas y programas que lo hacen todo. Que se convierta todo en algo bastante mecánico, vaya.

-En su estudio, sin renunciar a las bondades de las nuevas tecnologías, se apuesta por lo analógico, sobre todo ¿Es un tema estético, de sonido o un poco de todo…?

-Digamos que en mi caso voy tirando hacia un rollo más analógico porque me doy cuenta de que algo muy importante en este mundo es la diferenciación. Si somos todos iguales, sonamos todos iguales. A mí me influye mucho el hecho de que he crecido escuchando discos grabados en estudios así y me gusta emular eso. Cierro los ojos y me gusta imaginar la gente grabando y todo eso. Me parece más chulo e inspirador estar reunido en torno a un aparato, con un diseño bonito, que alrededor de un ordenador.

-Antes uno miraba la carátula de un disco y si lo había producido Tony Visconti, Albhy Galuten, Martin Birch, Brendan O’Brien, Bob Ezrin o Steve Albini sabía más o menos por dónde iban a ir los tiros ¿Se ha perdido un poco esa figura del productor ‘estrella’?

-Nunca he creído que los productores ‘vendan’ discos. Los que lo hacen son los artistas. De hecho, George Martin es el productor más emblemático de la historia y solamente vendía de verdad discos con los Beatles. Yo creo que ‘frikis’ que se fijen en quién es el productor de un disco hay muy pocos. Elegir un productor porque eso te va a hacer vender más es algo que cada vez va a menos. Hay algunas ‘estrellas’, tipo Mark Ronson, y cosas así, pero ni eso. Los productores sí que es verdad que, como oyente, puedes decir «esto que lo produce Tony Visconti va a estar guay, porque tiene un gran gusto musical», pero eso no quiere decir que necesariamente te vaya a convencer, porque a lo mejor los temas son muy malos. Lo guay de Tony Visconti no es que fuera productor, es que grababa a Bowie y a T Rex, que ya ves lo que era aquello. Hay muchos productores destacados, como por ejemplo Dr. Dre, pero yo creo que la gente de la calle que escucha rap o hip hop la mayoría no sabe quién es.

-Antes, en los 70, un disco de Thin Lizzy no sonaba igual que uno de los New York Dolls o, en los noventa, uno de Jellyfish igual que uno de Soundgarden, aunque se hubiesen grabado en el mismo periodo ¿Cree que la digitalización en el proceso de producción ha hecho que se estandarice demasiado el sonido de los discos, independientemente del género?

-Creo que sí, pero en eso tiene que ver mucho también cómo es el mercado hoy en día. Para que suene en la radio un tema tiene que tener unos cánones, un volumen, los loops, los decibelios, el rms… también ha influido mucho en esto que antes, dependiendo de qué tipo de sonido querías, ibas a un estudio o a otro, porque sabías que en este tienen una mesa que te puede servir para hacer unas cosas o en el otro tienen una habitación con una reverb muy guay para la batería, pero la mezcla la hacemos en este otro. Ahora ya da un poco lo mismo, porque se hace dentro del ordenador. Los grandes productores e ingenieros están mezclando en habitaciones de hoteles, aviones y cosas así y lo que se hace al final es usar el plugin que hizo alguien con no sé quién más. Antes la propia escasez o limitación de los sitios hacía que el ingenio fuera algo más interesante. Usando una analogía un poco rara, aquí en el Puerto tenemos un festival, el Monkey Week, con muy, muy poco dinero, y esa falta de presupuesto es precisamente lo que hace que sea diferente, porque se estrujan la cabeza para tener cosas distintas. Antes, cuando estabas limitado técnicamente, te esforzabas para que tu sonido fuera más original. Pero claro, no era lo mismo grabar en los Electric Ladyland, con una mesa de no sé cuántos compresores y no sé cuánto reverb, que en un estudio de Bélgica. Ahora mismo grabar en Nueva York o en Bruselas es prácticamente lo mismo.

-Suele decir que el hecho de que le manden maquetas es poco más o menos que una zancadilla a su imaginación como productor ¿Prefiere trabajar con una idea de canción abierta?

-El problema de las maquetas es que la gente las hace en su casa, con programas para grabar la batería y muchas cosas que luego no responden a cómo suena el grupo. Te mandan la maqueta y luego el batería es incapaz de tocar como lo hace esa máquina, por ejemplo. O al revés, el batería es mucho mejor y más expresivo. Cuando la canción está grabada es más complicado pensarla, y decir «yo le hubiese hecho esto y lo de más allá». Sin embargo, si escucho una guitarra me puedo imaginar una canción de muchas maneras. De las canciones que oigo y me gustan no pienso «si la hubiesen hecho con una batería y un bajo más potentes estaría mejor».

-Su segundo libro llevaba por título «Como llevar un estudio de grabación y no morir en el intento». Pues eso… ¿cómo se hace?¿Es tan difícil como parece?

-Es muy complicado, sobre todo el tipo de estudio que pretendo yo, que es uno en el cual prima un poco lo analógico y de algún modo tienes que mantener un estatus. Antes era complejo porque resultaba muy caro y hoy porque hay mucha gente. Ahora me encuentro muchísimos productores. Yo ni me lo llamo a mí mismo. Me parece una palabra un poco pretenciosa. Hay muchos estudios y gente que hace música. Yo tengo la suerte de llevar tres generaciones. Comencé en los 80, seguí en los 90, 2000 y ya vamos por el 2021. Requiere mucho esfuerzo y trabajo. El otro día comentaba con un grupo al que estaba grabando que, a medida que pasa el tiempo, en vez de relajarme voy trabajando más, porque como los grupos tienen menos dinero necesitan más compromiso de la parte técnica. Son jornadas muy largas, mínimo de doce horas, viernes, sábados, domingos y lunes…

-¿Cómo han evolucionado los músicos en este país desde que empezó su carrera como productor?¿Hay más nivel?

-Yo grabo grupos que empiezan, pero siendo muy estricto te puedo decir que los grupos en Gijón, cuando yo los grababa, eran formaciones que comenzaban y no tocaban muy bien, aunque poco a poco luego fueran mejorando. Pero también los había que eran muy buenos, por ejemplo Los Locos. En los 70 había músicos que tocaban muy bien. Escuchas hoy en día discos de rock progresivo asturiano y eran fenomenales. Igual hay gente ahora que toca muy bien, pero otros sin embargo que no son tan buenos sí componen canciones que le llegan a la gente. Precisamente estaba viendo ayer el documental Summer of Soul y cuando ves a Stevie Wonder con 16 años se te caen los huevos al suelo (ndr: risas). Pero, claro, estamos hablando de genios, genios. Hoy hay de todo. Gente más o menos buena. En general sí que están los músicos más preparados para grabar. Ya no van a un estudio sin saber lo que es grabar algo. Pero yo me acuerdo cuando Los Locos grabamos nuestro primer disco ensayábamos de tal modo que nos sabíamos la canción de una forma increíble, de principio a fin. Porque, claro, ir a un estudio de grabación costaba muchísimo dinero y no podías perder tiempo. Ahora ya no cuesta tanto pero, en general, los músicos jóvenes puede que sí estén algo más preparados ahora que en mi época.

-¿En qué está trabajando ahora Paco Loco?

-Ayer mismo estuve acabando unas cosas de Ruper Ordorika y un proyecto que tengo con su hermano, de versiones de Lou Reed en euskera. Hoy viene un grupo de Madrid y empezaremos una grabación non stop.