Fabada, arroz con leche y sidra en los cien años de Paz Crespo, la asturiana que superó dos veces el covid en Vigo
ASTURIAS
El virus no ha podido con la fortaleza de esta mujer que llegó hace 70 años a Galicia con su marido de O Porriño, escapando de las penurias de la guerra
17 oct 2021 . Actualizado a las 17:32 h.La historia de Mari Paz Crespo Fernández, asturiana de pura cepa que aún habla en bable aunque lleva 70 años en Vigo, es de las de novela o película de la Guerra Civil. A los 17 años, llevándole comida a su padre, preso por republicano en la cárcel de la localidad asturiana de Infiesto que fue bombardeada durante la contienda, conoció al que luego sería su marido, un porriñés metido a mecánico que hacía guardia como soldado del bando nacional en aquella prisión.
Paz perdió a su madre con 5 años, fue criada por su abuela y está curtida en mil pequeñas batallas cotidianas de trabajo duro y sacrificio. Madre de 6 hijos (dos de ellos fallecidos de bebés) y viuda desde no hace mucho (su esposo, que trabajó en la fábrica Santa Clara, de Álvarez) llegó a los 96). La pareja llegó a Galicia ya con tres hijas, buscando un futuro mejor.
Su vástago menor, Ramiro, de 70 años,nacido ya en O Porriño, cuenta que la familia ha querido celebrar a lo grande los 100 años que hoy cumple su madre tras pasarlo muy mal debido al virus del covid. No por la enfermedad, que superó casi sin síntomas, sino por la soledad, desorientación y aislamiento que conllevó todo aquello. Ella fue de las primeras en contagiarse. Vive desde hace 5 años en la residencia DomusVi de Barreiro. Allí dio positivo por primera vez y tras negativizarlo fue trasladada a la residencia de Tempo Libre de la Xunta en Patos, que había sido habilitada para realojar a usuarios libres de covid. Pero como recuerda Ramiro, la llevaron al hospital por otra dolencia y en los controles rutinarios detectaron que volvía a tener coronavirus, que de nuevo pasó sin problema.
Mari Paz Crespo, que tiene 14 bisnietos y 12 nietos, sopla las velas del siglo rodeada de casi medio centenar de familiares, y una vecina a la que quiere igual o más sin consanguineidad alguna. Lo festejan en un local de Nigrán por todo lo alto, con un menú muy asturiano: fabada como plato único, arroz con leche de postre y escanciado de sidra a esgalla. Paz Crespo está como una rosa. «Está un poco sorda, pero es muy fuerte», apunta su hijo, que recuerda con orgullo que fregó muchas escaleras para sacarlos adelante.