Coronavirus vs gripe: ¿qué enfermedad tiene una mayor incidencia en la población?

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Sanitarios asturianos preparan la tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus
Sanitarios asturianos preparan la tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus Eloy Alonso | EFE

El virus gripal llegó a superar la barrera de los 600 casos por cada 100.000 habitantes en el acumulado de 7 días en anteriores temporadas, una cifra que en el caso del coronavirus se sobrepasó en varias olas en la incidencia de 14 días

19 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que la incidencia de la covid-19 está bajo control en Asturias con una incidencia acumulada a 14 días en el entorno de 20 casos por 100.000 habitantes y el acumulado de 7 días por debajo de 6 casos por 100.000 habitantes, la preocupación de autoridades, de los sanitarios y de epidemiólogos está en cómo se comportarán esta temporada otros virus respiratorios y cual será la incidencia sobre la población. En concreto, genera inquietud el recorrido que pueda tener el virus de la gripe después de que el invierno pasado (2020-2021) apenas se registraran casos en la región por el efecto de las medidas y restricciones vigentes para hacer frente al coronavirus. El caso es que, a excepción de las mascarillas y la recomendación de mantener la higiene de manos, las restricciones se han ido eliminando progresivamente según ha mejorado la situación epidemiológica y lo que vaticinan los expertos es que en los próximos meses pueda haber más casos y más graves de gripe. Así, surge la pregunta ¿hasta donde puede llegar la incidencia de la gripe en comparación con la del virus Sars-CoV2?

El histórico de la incidencia de la gripe en las temporadas anteriores a la expansión del coronavirus covid-19 resulta cuando menos preocupante, y es que en la campaña de 2019-2020 llegó a alcanzar máximos en 7 días de 623 casos por 100.000 habitantes en la tercera semana de enero y fallecieron un total de 15 personas. En esa temporada (2019-2020), la onda epidémica estuvo por encima de la temporada anterior (2018-2019) pero de forma parecida a las de 2016-2017 y 2017-2018. En el caso de la infección por covid, la referencia con la que se ha trabajado durante todos estos meses ha sido la incidencia acumulada a 14 días y en esa referencia si se encuentran cifras de entre los 600 y los 700 casos por 100.000 habitantes en la segunda, tercera y quinta ola.

Algo determinante para que en el caso del coronavirus se alcanzaran incidencias tan elevadas fue la mutación del virus y que variantes como la británica o la delta se hicieran dominantes en la región, aumentándose en cada caso el número básico de transmisión (Ro). Eso significa que si el número Ro de la cepa originaria de China era de 2,6 (cada persona positiva contagiaba a otras 2,6 personas de media), el de la variante británica se cifró en 3,9 (cada persona positiva contagiaba casi a otras 4) y el de la variante delta se ha estimado que está entre 7 y 9 (cada persona positiva puede llegar a contagiar a otras 9). En la última temporada fuerte de gripe, la temporada 2019-2020, se calculó que el número básico de reproducción de dicho virus estuvo en 4. Es decir, que cada persona afectada por la gripe lo transmitió a otras 4. Por tanto, el virus de la gripe de hace dos temporadas tuvo un número Ro superior al de la cepa de covid originaria de China y similar al de la variante británica. La mayor diferencia, sin duda, está en la letalidad de uno y otro virus, puesto que desde que comenzara la pandemia han fallecido en Asturias más de 2.000 personas.

Para aminorar todo lo posible la incidencia de la gripe, el consejero de Salud, Pablo Fernández Muñiz, anunciaba el pasado viernes una campaña de vacunación de la gripe «intensa» ante la «mayor vulnerabilidad» de la población este año como consecuencia, precisamente, de la baja incidencia que tuvo la gripe en la campaña anterior y, por tanto, de la falta de inmunización por la baja transmisión del virus.

Permanencia de la mascarilla en los interiores

La mascarilla, aún obligatoria en los espacios interiores, se considera desde algunos ámbitos una aliada para contener el contagio de los virus de transmisión aérea, como pueden ser los coronavirus que producen el resfriado común, los rinovirus, los virus de la gripe o los virus respiratorios sincitiales. A este respecto hace una matización el epidemiólogo Pedro Arcos, y es que antes de la pandemia de la covid-19 no se utilizaba el elemento protector para contener esos virus, que son los que mayoritariamente circulan en nuestro medio, cuando en muchos casos el número básico de transmisión (Ro) de la mayoría de ellos es «similar» al de las primeras variantes del Sars-CoV 2, aunque «no tan alto como el de la variante delta». «¿Por qué no llevábamos mascarilla antes? Porque no pensábamos que una medida así estuviera justificada», manifiesta el también profesor y médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, que añade que «antes considerábamos que convivir con esos virus era un riesgo asumible desde el punto de vista de la Salud Pública».

Teniendo en cuenta la baja incidencia actual de la Covid-19, el mismo entiende que no está justificado «que se mantenga como obligatorio» el uso de la mascarilla en los espacios interiores. Apunta que España «es de los pocos países de Europa en los que se sigue usando», y añade: «nadie sabe por qué la seguimos usando, porque la ministra de Sanidad no ha explicado los criterios técnicos para seguir usándola y cuáles serían los criterios para dejarla de usarla. Sólo ha dicho que seguramente la seguiremos usando hasta la próxima primavera», comenta de modo crítico.

En su opinión, continuar con el uso de la mascarilla este otoño-invierno para prevenir otros virus respiratorios, como la gripe o el catarro común, «no es lo natural» cuando la situación de la pandemia está en riesgo bajo, «porque si el criterio es prevenir esos otros virus, la ministra tiene que aclarar si el año que viene también vamos a llevarla, porque eso supone cambiar el estilo de vida de la gente». Otra justificación de su postura de retirar la obligatoriedad de usar mascarilla en los interiores es que «la población ya está vacunada por encima del 85% y habrá un porcentaje importante de vacunados contra la gripe, por lo que ya hay que asumir el riesgo de que haya casos. Por si acaso, no es una razón técnica», apostilla.

Plantea, por tanto, que el uso de la mascarilla en interiores debería tener más bien «un carácter voluntario» mientras se cumplan ciertos criterios técnicos. Estos son: que la incidencia esté por debajo de 20 casos por cada 100.000 habitantes, que se mantenga así durante varios ciclos de transmisión, que siga aumentando la vacunación y que no haya otra variante dominante, «y ahora mismo todos esos criterios se cumplen», argumenta Pedro Arcos, que no ve oportuno mantener el uso de la mascarilla cuando la incidencia del coronavirus está controlada y nunca se impuso llevarla para prevenir otros virus respiratorios.